Calentar músculos, estirar y trepar por las telas para, a unos metros sobre el suelo, danzar y hacer despertar la magia del circo.

Dominika Krzymowska y Kacper Krzymowski llegaron hace unos meses de Polonia donde ya tenían en marcha cinco escuelas de circo, para cumplir un sueño: inaugurar un centro en Donostia.

Y lo han hecho en el número seis de la calle Iribar, en Igara, en un espacio que desprende luz y color, el de las telas que ascienden y los aros que penden de un alto techo, que han bautizado con el nombre de ¡Hola Circo!.

Poco a poco van llenando este espacio de alumnas y alumnos de distintas edades que han optado por iniciarse en un arte que, así lo aseguran quienes se apuntado a !Hola Circo!, engancha y entusiasma. 

Y a quienes no le guste colgarse ni se atrevan con las acrobacias aéreas, el malabarista Max Reyes les puede iniciar en los secretos de las mazas o las pelotas que giran y vuelven a las manos de los habilidosos.

Kacper pide perdón por su castellano, aunque es difícil adquirir el nivel que demuestra en solo en ocho meses. “El circo es nuestra vida” reconoce este joven polaco que es, además, maestro de kung-fu chino tradicional.

En el caso de su pareja, Dominika, esta afirmación es radicalmente literal, ya que nació y se crió en el circo, por el que siente verdadera pasión. Esta joven, que quedó finalista en el concurso Got Talent de su país, tiene sus objetivos muy claros y ganas de cumplir su sueños, por lo que ha llagado incluso a rechazar alguna oferta del Circo del Sol.

Conocieron Donostia hace un año y sintieron “amor a primera vista”. Tanto es así que decidieron poner en marcha “una escuela de niños y de adultos” en la que les brindan la posibilidad “de ser artistas de circo”. Es también una escuela de “danza aérea”.

Pero ¡Hola Circo! es también una oportunidad para que “las personas que quieren hacer algo de deporte”, se animen con una opción diferente.

En Igara no hay barreras de edad, ya que hasta esta escuela de la magia circense se puede acudir desde los tres años hasta que el cuerpo aguante. “Vamos preparando al alumnado poco a poco para ir haciendo ejercicios cada vez más difíciles pero con seguridad, que es muy importante”, explica Kacper.

Joven alumna se atreve con las telas en Igara Iker Azurmendi

Trabajan con la fuerza y los músculos pero también con el baile. “Preparamos todo el cuerpo para que, si quiere, la persona pueda ser una artista de circo”, afirma Dominika.

Ofrecen entrenamiento en acrobacias aéreas (telas, aros y trapecios) y  clases de malabares incluso para los poco habilidosos. Lo asegura Max Reyes: “Hay quien necesita más tiempo, pero se logra aprender con distintos ejercicios que ayudan a desarrollar esa parte del cerebro que no se ha desarrollado cuando eras pequeña”.

En la actualidad, al estar la escuela en una fase inicial, todavía no hay diferencia de niveles, aunque el objetivo es a futuro ofrecer clases “de nivel básico, intermedio y avanzado”. En Polonia, donde tienen escuelas hace doce años, ya han podido avanzar en esta línea y ofrecen esos tres niveles e, incluso, proponen clases para niños y adultos que quieren actuar. 

En Donostia ofrecen clases todos los días, menos los domingos, en los horarios que resultan más adecuados para cada franja de edad: tras finalizar el horario escolar, para los más pequeños; a partir de las 18.30 horas para jóvenes y a las 19.15 los adultos. Quieren conseguir a futuro poder organizar actuaciones con los niños, niñas y adultos que acuden al centro, alquilando teatros u otros espacios.

Además de disfrutar y soñar con el circo, quienes acuden a esta escuela trabajan “los músculos”, pero también la disciplina, algo que aseguran que ayuda a los más pequeños a “organizar mejor su tiempo”. “Jugamos mucho, es muy divertido, pero también trabajamos la disciplina porque es la forma de que todo sea más seguro”, añaden. Porque, abundan, “cuando tienes tiempo para tu físico, tu cerebro funciona mejor”.

Buena acogida

Llegaron a Donostia en agosto y poco a poco van haciéndose un hueco. El tío de una las alumnas explica los motivos que hacen tan atractiva esta oferta. “Nuestra sobrina buscaba algo que fuera diferente a la gimnasia rítmica y acrobática o al ballet. Esto da oportunidad de aprender algo totalme nte diferente a lo que se ofrece en las escuelas o en las actividades extra escolares. Es otra cosa. Todo es fantasía, color y alegría”.

Trabajan en grupos reducidos y la atención es cercana. “Los niños que vienen encuentran algo que pensaban que no podían llegar a hacer. Los padres y madres ven que es algo seguro y los txikis disfrutan haciendo algo que pensaban que estaba prohibido”.

De momento, en las disciplinas de telas y aros las niñas superan en número a los niños, quizá porque históricamente “lo más plástico, lo bonito, se vinculaba a las mujeres”. Pero pese a que, de momento, los chicos parecen decantarse más por los malabares, la tendencia va cambiando. “Cuando vienen los chicos lo disfrutan mucho. Por condición física hay algunos elementos que manejan mejor las mujeres y otros los hombres. Pero esto es para todos”, subraya Dominika.

Pero disfrutan también las mayores. Lo reconoce Rebeca: “Buscando otra cosa lo encontré. Viene con mi hija Alejandra,que se enamoró del circo y de Dominika, y yo también, porque cuando estoy a dos metros de altura ni me lo creo”. Reconoce que el circo le chifla y que su hija “vendría todos los días de la semana”. Hasta su pareja se ha animado a aprender kung-fu con Kacper.

 Y es que lo dicen quienes la han probado: “Nada más entrar por la puerta todo es color y alegría”.

Espectáculos

 Como tarjeta de presentación en Donostia han ofrecido espectáculos con su triángulo del que cuelgan las telas en las que Dominika muestra su pericia.  

Además, en ¡Hola Circo! se ofrece espacio para que entrenen “artistas del circo de aquí” que “normalmente no cuentan con un lugar como este para trabajar”.

Artistas de circo ensayan en en aros y trapecios Iker Azurmendi

En la actualidad están centrados en el “cuadro fijo”, con artistas de Gure Zirkua, profesionales que quieren dedicarse a la enseñanza, alumnos que llegan de Bilbao... “Queremos crear un grupo aquí que pueda después actuar”, apostilla Dominika. 

“Tengo la idea de hacer un festival de circo con nuestros alumnos y alumnas y los de otras escuelas del Estado. Es mi sueño”, concluye Dominika. Y para ello queda otro sueño por cumplir como reconoce Kacper: “Queremos comprarnos una carpa para poder montar espectáculos con nuestros alumnos”