En los últimos días un hedor extraño rodea algunas zonas de Donostia. Universidades, Ategorrieta o la calle San Martín, entre otros, huelen a vómito sin que se atisbe en las aceras ningún rastro que pudiera dejar semejante olor. ¿La razón? No busquen en el suelo, porque los responsables están varios metros más arriba. Se trata de ejemplares hembra de Ginkgo Biloba, una especie de árbol de origen chino que es el causante de este olor.

Desde el Ayuntamiento confirman que esta especie es habitualmente utilizada en el paisajismo de las ciudades porque son muy vistosos y, además, en esta época del año, adquieren un precioso tono cobrizo tan propio del otoño. Sin embargo, aunque “se utilizan ejemplares macho, a veces se cuela una hembra que es la causante del mal olor”. Sin embargo, lanzan un mensaje de calma, ya que el olor desaparece en cuestión de días.

Así lo confirma también Maialen Arrieta, miembro del grupo de botánica de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que explica que las hembras de Ginkgo biloba dan una especie de falsos frutos en otoño. “Se trata de una especie de semillas que están recubiertas por una capa amarilla que contiene ácido butírico y que es lo que genera ese olor cuando la semilla ya está madura”. “En el momento que la semilla se abre, comienza a desprenderse ese olor”, añade Arrieta, que explica que el resto del año estos ejemplares no causan ningún tipo de molestia.

Frutos de los ejemplares hembra de Ginko Biloba, que desprenden un fuerte olor a vómito

Por ello, la única forma de acabar con el olor es retirar las semillas del árbol antes de que maduren, ya que de lo contrario, el olor permanece varios días. Cabe destacar, no obstante, que pese a esta circunstancia, las semillas de Ginkgo biloba no solo no son venenosas sino que se comen y, de hecho, son muy apreciados en la medicina natural, ya que se les atribuyen cualidades vasodilatadoras.

Un árbol milenario de propiedades extraordinarias

El Ginkgo biloba es un árbol milenario al que se atribuyen propiedades extraordinarias. Se dice de esta especie que es el más fiel testigo de la evolución, ya que es todo un superviviente. Datan de la época prehistórica y hay ejemplares que llegan a tener 2.500 años y alcanzar los 35 metros de altura. Es conocida la historia que cuenta que, tras el bombardeo de Hiroshima en la Segunda Guerra Mundial, un ginkgo volvió a brotar en un terreno completamente abrasado por la bomba nuclear.

Esta especie es muy utilizada en el paisajismo de las ciudades, ya que además de ser muy decorativa, tolera de forma óptima la contaminación y sufre poco de plagas y enfermedades. No requiere de demasiados cuidados, aguanta bien el frío y resiste bastante bien a la sequía. Sin embargo, es importante utilizar ejemplares macho para la jardinería, ya que los frutos que dan las hembras son los responsables de ese olor tan característico que les acompaña y que estos días se está haciendo notar en algunos puntos de la ciudad.