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Donostia también se disfraza

la capital de gipuzkoa ha hecho el papel de lisboa, acapulco o berlín en distintas producciones audiovisuales

Donostia también se disfraza

El teatro Victoria Eugenia de Donostia se ha disfrazado de escenario en Lisboa para la película Handia. “Creíamos que habría carcajadas pero no fue así y coló”. Así se expresó esta semana Aitor Arregi, uno de los directores y guionistas de la multipremiada cinta vasca, cuando recordó el pase de la película durante el Zinemaldia en el teatro Victoria Eugenia. Entonces, el propio escenario surgió en pantalla pero nadie pareció reparar en que era el mismo lugar en el que estaban sentados. Para el público, era Lisboa.

El travestismo de la capital guipuzcoana viene de lejos y hay quienes aún recuerdan cuando la Avenida de la Libertad ejerció como calle del Berlín nazi en la película La batalla de Inglaterra (1968).

Pero entonces no existía la Donostia Film Comission, un órgano creado hace doce años por la sociedad municipal Fomento de San Sebastián, cuyo objetivo es dar facilidades a todos aquellos que quieren usar la capital guipuzcoana como escenario de rodajes, tanto de los que publicitan la propia ciudad como de los que se aprovechan de ella para simular otros puntos geográficos.

Con la colaboración de la Film Comission, escenarios naturales y edificios han servido para no pocos audiovisuales en los últimos tiempos. Sin ir más lejos, las llamativas obras que acogió el barrio de Martutene se transformaron el pasado año en la central nuclear de Nogales, de la serie de televisión La Zona, de Movistar.

El parque del Palacio de Miramar también tomó otra personalidad para Handia, donde fue un jardín madrileño de finales del siglo XIX.

El Kursaal, que ha lucido en no pocos anuncios gráficos y audiovisuales, también ha prestado su ser para convertirse en una ópera europea y su zona de carga y descarga, para escenario de persecuciones. El palacio de congresos donostiarra ejerció ambos papeles en el filme francés Mes trésors (Mis tesoros), protagonizado por Jean Reno.

Pero no solo los lugares más emblemáticos de la capital guipuzcoana han adoptado papeles en el mundo del cine. Edificios tan poco glamurosos como los urinarios del Paseo Nuevo también han jugado a ser otros. En este caso, el módulo metálico se convirtió en máquina del tiempo en el cortometraje Narciso, de Koldo Almandoz, que formaba parte del proyecto Kalebegiak.

El fuerte de Ametzagaina, por su parte, ha ejercido como selva en la que aparecía un gorila dentro de la película Zipi y Zape y la isla del capitán, mientras que los depósitos de agua subterráneos de Buskando y Soroborda, de los viveros de Ulia, eran el lugar en el que aparecía un tesoro en Zipi Zape y el club de la canica.

Uno de los nuevos hoteles que se construyen en el puerto ya ha hecho sus pinitos en la interpretación antes de entrar en funcionamiento. Fue la Audiencia Nacional de Madrid en la película Lasa y Zabala. Y cerca, la sede de Transportes del Gobierno Vasco en el muelle, ha sido el bar Kaia de la serie Allí abajo.

Más atrás en el tiempo, el Club Náutico donostiarra fue Acapulco en la pantalla, cuando Luis Mariano protagonizó El cantor de México (1956).