Donostia. Estética o funcionalidad. El debate que enfrenta en numerosos lugares a los arquitectos con vecinos y ayuntamientos tampoco está ausente en Donostia. La plaza de la Trinidad, reconocida por sus valores estéticos, no cumple las funciones prácticas para el barrio, al menos, según Alde Zaharreko Kirol Elkartea. Su presidente, Iñaki Fernández, que recibió en 2010 la medalla al mérito ciudadano por su labor al frente de la entidad, no quiere restar méritos estéticos al entorno creado por Luis Peña Ganchegui hace 50 años. Sin embargo, para él la plaza tiene un problema: "Quedó muy bonita, pero es muy poco práctica".

Alde Zaharra Kirol Elkartea nació en 1985, cuando la heroína hacía estragos entre la juventud de la Parte Vieja, con el objetivo de ofrecer un ocio sano a los jóvenes del barrio y reivindica desde entonces la cobertura del frontón para un mayor aprovechamiento de este espacio.

Sin embargo, aunque la plaza ha ido transformándose desde entonces, la colocación de una cubierta sigue siendo solo una reivindicación.

El pasado lunes, la hija del autor de este espacio urbano, Rocío Peña Azpilicueta, asistió al descubrimiento de una placa otorgada por la Fundación Docomomo, que reconoce el valor estético de la plaza. También asistieron al acto el alcalde, Juan Karlos Izagirre, y el concejal de Urbanismo, Ricardo Burutaran. Este último se mostró dispuesto a abrir un concurso de ideas para proyectar una cubierta para el frontón, aunque los demás grupos municipales pararon el asunto en el Pleno municipal con el fin de esperar a la decisión del Gobierno Vasco sobre la protección de la Parte Vieja.

La hija de Peña Ganchegui, por su parte, pidió a los vecinos que reconsideren su petición de cubrir el frontón de la plaza ideada por su padre, con el fin de mantener su legado.

También los responsables del Festival del Jazz se han mostrado contrarios a la iniciativa, ya que aseguran que la acústica de la plaza empeoraría notablemente y los conciertos de jazz que se celebran en este bello entorno no tendrían razón de ser.

Mientras se alarga el proceso, Iñaki Fernández recuerda que la actual plaza de la Trinidad ha sufrido distintos cambios respecto a su diseño de hace 50 años. El bolatoki, que se hallaba pegado a la ladera de Urgull, fue convertido en vestuarios en 1992, con el fin de que los pelotaris tuvieran donde cambiarse tras los entrenamientos y partidos. Según recuerda Fernández, "el bolatoki tenía mucha humedad, que se filtraba de la ladera de Urgull, y se usaba en muy contadas ocasiones. Era un nido de ratas". Finalmente, se transformó en un espacio más práctico al igual que sucedió con la zona central de la plaza, que pasó de ser un probaleku de arrastre de piedras, con un suelo incómodo para cualquier otra actividad, a una cancha lisa en la que los chavales pueden jugar al baloncesto y al fútbol.