uNA de las características que hace única a la Aste Nagusia donostiarra es la cantidad de escenarios mágicos que se pueden encontrar en cualquier recoveco de la ciudad. Espacios que, a lo largo de resto del año, son calles tranquilas, en las que predomina el viene y va de la gente. La emblemática zona del Boulevard se recupera estos días de su transformación durante la Semana Grande, periodo en el que ha acogido a singulares y originales artistas venidos de cualquier parte del mundo para vestir la calle de magia, talento y destreza. El Boulevard se ha convertido, por unos días, en el hermano gemelo de la Rambla barcelonesa y ha hecho posible descubrir a genios que emborrachaban el ambiente de un encanto muy especial.
Un día cualquiera de la pasada semana inauguraban el paseo delante de la Bretxa unos africanos que amenizaban el ambiente a ritmo de sus timbales. Sin darse cuenta, los transeúntes movían alguna parte de su cuerpo al ritmo de la melodía que sonaba.
Un poquito más adelante, unas peculiares peluqueras ofrecían la oportunidad de un cambio de look que en época de fiestas siempre apetece. Venían de Senegal y se muestran felices con el recibimiento de la población donostiarra.
Y si se habla de arte, el flamenco no podía faltar. María, de Granada, y Vanesa de Madrid, son bailaoras y amigas desde hace muchos años. Sin embargo, la distancia hace que no se puedan ver todo lo que quisieran. A Vanessa, que actualmente reside en Oiartzun, se le ocurrió que la Aste Nagusia era una excusa perfecta para reencontrarse con María y decidieron montar un tablao flamenco en mitad del Boulevard: "La verdad que nos va bien, el público donostiarra se muestra muy receptivo con el flamenco. Parece que les gusta y les llama la atención", explicaba María con su acento dulce e inconfundible.
Lejos de hacerse competencia desleal, María confesaba que para coger sitio, los artistas temporales "se ponen de acuerdo". "Nos conocemos todos y no nos tapamos los unos a los otros". Tal y como las bailaoras explicaban, los músicos se colocaban lejos unos de otros para "no taparse", por lo que "antes de colocarse hablaban y decidían donde ponerse cada uno". Cierto es que algunos prefieren "ir por libre" y acudían a primera hora para coger "su sitio" pero son "una minoría", añadía María.
Y el toque deportivo lo puso Juan Zapata en el Boulevard. Directamente desde Chile dejó boquiabierto a más de uno con su dominio del balón y la infinidad de toques que puede hacer sin que la pelota toque el suelo. Este es el tercer año que Zapata ha venido a la Aste Nagusia donostiarra. Dedica los tres meses meses de verano a viajar por Europa con su espectáculo y durante el resto del año lo hace en su tierra. El futbolista lleva más de 20 años realizando funciones en la calle y asegura que "es su gran pasión". "Me ha dado la oportunidad de viajar, he conocido casi toda América y parte de Europa", señalaba el chileno. "Incluso he tenido el privilegio de inaugurar un estadio de fútbol", añadía orgulloso.
Futbolistas, peluqueras, malabaristas, bailaoras, músicos... Todo aquel que sea capaz de robar un gesto de admiración entre el público tiene un hueco reservado en el Boulevard cada mes de agosto durante la Aste Nagusia donostiarra.