LOS vecinos de la calle Aizkorri, en la zona alta de El Antiguo, llevaban mucho tiempo esperando la construcción de un ascensor que se les prometió hace ya seis años y fue inaugurado el pasado 27 de marzo. La llegada de esta solución de transporte vertical no ha dejado indiferente a nadie en el barrio. La mayoría están encantados con el doble elevador que permite salvar 44 metros de desnivel en apenas dos minutos. "Es un lujo", dicen unos. Otros creen que después de semejante inversión, 1,5 millones de euros, al Ayuntamiento le ha faltado esmero a la hora de rematar la obra. Pero también los hay contrarios, sobre todo en el portal 90, donde una pasarela pasa junto a las ventanas de varias viviendas.
Tocan el mismísimo cielo con la llegada del elevador María Jesús y Andrés, que residen en el portal número 83 de la calle Aizkorri, en la zona más alta, a la misma altura del Seminario. Una rampa desde el segundo ascensor les conduce directamente hacia los portales 77, 79, 81 y 83. "Para mí es la gloria. En dos minutos subo desde Benta Berri, porque cuando vuelvo de trabajar, a las ocho de la tarde, esa cuesta me mata", dice ella.
falta de intimidad
Una pasarela indiscreta
"Luego también hay gente que está en contra, más que nada con el segundo ascensor, porque dicen que quita intimidad a estos bloques de aquí (90 y 92)", afirma María Jesús. Una pancarta en un piso alto del portal 90 así lo atestigua: "Odón, la pasarela en tu balcón".
Ander, otro vecino del portal 90, ve con buenos ojos la llegada del doble ascensor, aunque afirma que sólo lo ha utilizado una vez: "Lo veo necesario, porque en el barrio hay mucha gente mayor. Un vecino mío que anda con bastón no puede bajar ni por aquí (apunta hacia una rampa y las escaleras que conectan con la carretera). El ascensor le ha salvado".
El vecino al que se refería Ander es Jesús, de 78 años: "Estoy muy contento. Antes, para bajar hasta abajo, necesitaba que me llevasen la mujer o el hijo y llegaba a la cuesta muy cansado. Ahora llego descansado hasta la avenida de Zarautz y podemos ir a tomar algo al bar de Gerardo, un vecino".
Cristina, de 28 años, y Mikel llevan un año viviendo en el número 83 de Aizkorri y no se consideran usuarios del ascensor, que evitan, pero entienden que "para la mucha gente mayor que vive en la zona viene muy bien y también para los padres que andan con carritos de niños, personas con incapacidad y gente que viene cargada con la compra".
Junto al portal 90, otro vecino lamenta que con el ascensor situado en la zona alta no hayan tenido el mismo esmero que con el que se ve desde Benta Berri. El elevador amarillo de arriba "no está integrado con el entorno", en su opinión, y "además se crean charcos cuando llueve" en las zonas aledañas. "No han rematado bien la obra", protesta.
quejas por uso indebido y vandalismo
Vigilancia y sanciones
Sí hay una coincidencia en todo el barrio: "Los chavales han acaparado el elevador en los primeros días". Jesús afirma que "andan por manadas y ha habido días que no se podía ni subir ni bajar. María Jesús cree que "ahora ha tocado una época en que los chavales han estado de vacaciones y los primeros días han sido asquerosos. El ascensor se ha estropeado tres veces". Para Ander, en cambio, este problema se solucionará en tres meses, "cuando el ascensor deje de ser novedad".
La Alcaldía recibió varias quejas en los primeros días por el uso indebido que le daban algunas personas al ascensor. Desde el Ayuntamiento confirman que la Guardia Municipal ha recibido "instrucciones precisas" para su vigilancia y que se sancionarán conductas que infrinjan la Ordenanza de Civismo.