Leitza. A diferencia de su propietaria, la cerda Igone vive plácidamente en el caserío Arro de Leitza. Sin prisas, nervios ni estrés, la futura reina de la feria de Santo Tomás vive entregada a dos de los placeres más gozosos: comer y dormir. Mientras tanto, su dueña, la joven ganadera Kristina Saralegi, ultima los detalles de la fiesta del 21 de diciembre, día en el que todas las miradas se centrarán en la protagonista de la jornada: su animal.
No es la primera vez que un cuto de Saralegi resulta elegido para la exhibición de la feria más importante de Donostia, ya que las cerdas Korkona, Joxepo, Anbroxi, Afrodita, Jennifer y Zer Dama también se criaron en su caserío Arro. Aun así, la ganadera de 35 años confiesa que "los nervios siempre están ahí".
"Para que todo salga a la perfección", en las fechas previas a Santo Tomas, la leitzarra se preocupa de limpiar, alimentar y cuidar del animal, que ya ha alcanzado los 350 kilos de peso.
Al igual que lo hicieron sus predecesoras, Igone se alimenta de productos naturales como castañas, hierba, cebada y pienso, aunque su propietaria informa de que "lo que realmente le gusta es la hierba, parece vegetariana".
"Por la mañana le abro la puerta del corral para que salga al campo y cuando vuelve por la noche no suele querer comer pienso porque ya se ha llenado con la hierba", argumenta su propietaria.
Repaso a su vida Igone nació hace cinco años en un caserío de Baztan, desde donde fue trasladada a Lei-tza después de que pasase a manos de Saralegi. Desde entonces, ha vivido junto a las otras cinco cerdas de este caserío de Leitzalarrea.
Cuando tuvo que escoger a la futura reina de Santo Tomás, la ganadera no tuvo muchas dudas. "La única condición que nos ponen es que sea un animal grande, así que elegí el cerdo más gordo", recuerda Saralegi.
A simple vista, Igone es muy similar al resto de cutos del caserío, pero tiene unas enormes orejas que la distinguen de sus compañeras. Es tal su tamaño que resulta difícil ver los ojos del animal. Esta peculiaridad podría acarrearle otro estilo de nombre como por ejemplo Dumbo, pero el Ayuntamiento de Donostia, encargado de bautizar al animal, ha preferido Igone. ¿La razón? No ha trascendido, pero no parece que la afectada esté disgustada. Basta con dedicarle un minuto para apreciar su tranquilidad. Sólo falta que el 21 de diciembre continúe así de relajada.