- Fernando Llorente (Iruñea, 26-II-1985) jugará lo que resta de temporada en el Eibar tras alcanzar un acuerdo con el conjunto armero y superar de manera satisfactoria el pertinente reconocimiento médico. Después de no poder ficharle para el Athletic en octubre del año pasado, en lo que fue una secuencia más propia de una película de ciencia ficción, al más puro estilo Hollywood, que de un club de primer nivel, Gaizka Garitano podrá contar por fin con el delantero, que llega libre al club guipuzcoano tras poner fin a su periplo italiano en las filas del Udinese el pasado mes de junio. Onda Vasca adelantó en la mañana de ayer una noticia a todas luces inesperada, que abre un nuevo capítulo en la larga carrera de Llorente, que se estrenará en la Segunda División con el firme objetivo de ayudar al Eibar a conseguir el ascenso a Primera. La lesión de Franchu, que estará un puñado de meses de baja por lesión, ha acelerado la llegada del atacante al equipo armero, que ocupa la segunda posición en la Liga.

El futbolista, que salió del Athletic por la puerta de atrás en 2013, afrontará en el Eibar la que puede ser su última aventura en el mundo del fútbol. No puede pasarse por alto que Fernando Llorente cumplirá 37 años el próximo mes de febrero y que, si bien se puede dar por seguro que ha estado ejercitándose por su cuenta estos últimos meses, disputó su último partido el pasado 23 de mayo. Una falta de rodaje que podría penalizarle en estas primeras semanas en su nuevo equipo, donde se reencontrará con Xabi Etxeita, con quien coincidió en el Athletic entre 2008 y 2010.

Indudablemente, son muchas las incógnitas que rodean a la figura de Llorente, quien, tras poner fin a su etapa en Italia, regresó a Euskal Herria y tendrá la oportunidad de seguir jugando cerca de casa, toda vez que parece haberse asentado en Donostia, de donde es natural su mujer.

Séptimo equipo en ocho años

El Eibar es el séptimo club en el que jugará Llorente desde su abrupta salida del Athletic en el verano de 2013, prácticamente un año después de que el club hiciera público, por boca del entonces presidente Josu Urrutia, que el futbolista no iba a renovar su contrato. La entidad se remitió entonces a la cláusula de 36 millones de euros que figuraba en el acuerdo rubricado por el jugador y el club si este quería salir. No hubo nadie dispuesto a abonar tal cantidad y el 1 de julio de ese mismo año se convirtió en futbolista de la Juventus, donde recaló a coste cero y firmó por cuatro campañas. Completó dos temporadas en el equipo italiano, con el que ganó dos ligas, dos Supercopas y una Copa, y fue finalista de la Champions en 2015. La apuesta de la Juve por Álvaro Morata le cerró las puertas del equipo turinés y su carrera siguió en el Sevilla.

A orillas del Nervión llegó con la carta de libertad y con un contrato de tres años, si bien únicamente defendió los intereses del club andaluz una campaña. Tiempo suficiente para besar el escudo el día de su presentación, meter siete goles en 36 encuentros y conquistar un nuevo título, el la Europa League, competición en la que el Sevilla apeó al Athletic en los cuartos de final. En esa celebración se pudo ver a Llorente eufórico en el vestuario, lo que no sentó nada bien en Bilbao.

Tras un año en el Sevilla, su siguiente destino fue el Swansea galés, donde cuajó una gran temporada a nivel personal, marcando quince goles en la liga y siendo pieza importante en la consecución del objetivo de la salvación. Sus buenos números le permitieron dar el salto al Tottenham, donde comenzó un declive en minutos y rendimiento -salvo algún momento muy puntual- que le ha llevado a jugar ahora en Segunda División.

Cerró su etapa de dos cursos en el conjunto londinense disputando una nueva final de la Liga de Campeones, donde corrió la misma suerte que con la Juventus. Y de Inglaterra regresó a Italia, en esta ocasión al Nápoles. En principio para dos temporadas, pero tras la primera el equipo del sur del país transalpino ya quiso deshacerse de él.

‘affaire’ con el Athletic

Y fue entonces, hace ahora un año, cuando entró en escena el Athletic y se produjo la rocambolesca historia. El vestuario rojiblanco movió ficha, invitando a la dirección deportiva y a la junta directiva a que contactaran con el jugador para tratar su fichaje, ya que el futbolista estaba deseoso por fichar, el Nápoles por quitarse de encima un salario importante y Gaizka Garitano suspiraba por contar con sus servicios a pesar de que en sus últimas temporadas su relación con el gol no había sido muy exitosa.

Se vivió entonces una situación difícil de creer, en la que terminó prevaleciendo la opinión de dos o tres miembros del equipo de gobierno de Aitor Elizegi sobre la figura del propio presidente, de Rafa Alkorta, de la mayoría de la junta y del entrenador. Por si fuera poco, los mensajes contradictorios lanzados en días consecutivos por el director deportivo y el presidente solo echaron más leña al fuego y sirvieron para avivar la llama. En relación al caso Llorente, Elizegi afirmó lo siguiente días atrás: “No estuve a la altura. No di el golpe encima de la mesa cuando se necesitaba. En lo de Llorente podía haber hecho mucho más de lo que hice”.

Llorente, que rechazó a la Sampdoria convencido de que regresaría a Bilbao, aguantó tres meses más en el Nápoles antes de salir a préstamo al Udinese, su último equipo y donde marcó un solo gol en catorce partidos. Ahora, un año después, Garitano ya tiene a Llorente, pero en el Eibar.