abilidad y juegos malabares. Esta ha sido la última frase de Joan Laporta, presidente del Barça, sobre en qué punto están las negociaciones para refichar a Leo Messi. Cada vez que acude a un acto o incluso de guardia en las oficinas del Camp Nou, Laporta sale apresurado de la encrucijada escanciando mayormente monosílabos a la monotemática pregunta de los periodistas. "Paciencia" es la palabra que más repite. Pero en esta fase de tedio informativo los medios de comunicación quieren algo, aunque sean migajas. "Paciencia...".

Lo que todo el mundo da por hecho es que Messi quiere seguir en Catalunya, donde ha vivido 21 de sus 34 años desarrollando una carrera descomunal. Solo hace falta que en los juegos malabares a los que está obligado Laporta para aflojar la masa salarial de la plantilla los bolos no terminen desparramados por el suelo.

Respecto a Florentino Pérez solo hay noticias de un serial de El Confidencial cargado de morbo, de cuando destripó hace quince años a ilustres leyendas del club en conversación informal con un periodista avieso que grabó los exabruptos, intentó su venta y ahora aparecen. Sobre el asunto deportivo lo único que hay es la contratación del central austriaco David Alaba, que llega libre del Bayern de Múnich, y que lleva dos años sin hacer fichajes. Tanta continencia en Florentino Pérez tiene que ver con un secreto a voces, Kylian Mbappé. Después de una temporada frustrante, sin ningún título, sus mejores hombres entrados en años y la resentida marcha de Zinedine Zidane, el Real Madrid necesita dar un golpe de efecto, y se sabe desde hace mucho que el delantero del PSG es el deseado. Se sabe también que concluye su contrato con el club parisino en junio de 2022 y que se resiste a renovar, pese a la jugosa oferta.

En la presentación de sus cuentas del ejercicio 2020/21, el Real Madrid afirma que ha dejado de ganar 300 millones de euros a causa de la pandemia del coronavirus, y aún así ha reducido su deuda neta en 195 millones y cierra el ejercicio con 874.000 euros de superávit. Su patrimonio neto se sitúa en 534 millones de euros, un millón más que en 2020 y 2019, y casi 40 más que en 2018 (495 millones). Es decir, está en buenas condiciones (la reforma del Santiago Bernabéu va al margen, mediante un crédito a 30 años) para afrontar un fichaje de calibre, sobre los 180 millones de euros, según cálculos, por un jugador de 22 años, llamado a ser capital en próxima década, banderín de enganche para renovar la ilusión del madridismo y de gran valor para la mercadotecnia del club. Con todo, ese capital podría tener otro destinatario, el demoledor delantero noruego del Borussia Dortmund Erling Haaland.

Además, el Real Madrid espera llegar a un próximo acuerdo con el Manchester United para el traspaso de Raphaël Varane y se ha desprendido de Sergio Ramos, que tenía una ficha de doce millones netos anuales.

Pese a las buenas relaciones entre clubes, la entidad blanca tiene muy presente la idiosincrasia de Nasser Al-Khelaïfi, el presidente del PSG, quien hace un mes, en una entrevista al diario L'Equipe, enfatizó: "Voy a ser claro. Kylian Mbappé va a seguir a París, nunca vamos a venderle y nunca saldrá libre".

El Barça, en cambio, tan solo necesita retener al mejor futbolista del mundo para que relanzar una economía lastrada por la pandemia, que deja pérdidas de 400 millones y sube la deuda a los 673 millones. Ha trascendido que Messi está dispuesto a rebajarse el sueldo en un 50%.

El problema es que Laporta debe liberar 200 millones de la masa salarial de la plantilla, y entre los juegos malabares se incluye un complejo trueque con el Atlético de Madrid (Griezmann por Saúl Ñíguez); que jugadores como Piqué, Busquets, Jordi Alba o Sergi Roberto acepten una reducción del 40% de su salario; la cesión de Coutinho (el traspaso parece inviable) a un equipo que asuma su ficha y que Umtiti y Pjanic, que cobran muchísimo, acepten la carta de libertad. Además hay que dejar sitio a los nuevos: Agüero, Memphis Depay, Eric García y Emerson.

El club blanco lleva casi dos años sin hacer fichajes, ha soltado lastre y su tesorería está lista para afrontar una operación de envergadura