- Joan Laporta regresó a la presidencia del Barça el pasado 8 de diciembre con el respaldo mayoritario del socio culé, que en época de bajón (crisis económica, crisis institucional, crisis deportiva...) veía en su figura el recuerdo de los buenos tiempos. Han pasado tres meses y el voto de confianza dado al técnico que se encontró, el neerlandés Ronald Koeman, ha quedado difuminado por un final de temporada decepcionante para el hincha azulgrana, que ha puesto en cuestión la validez de una plantilla en fase decadente. Siete de los que perdieron la pasada jornada en el Camp Nou ante el Celta (1-2) participaron en el 2-8 de Lisboa, la histórica paliza que le atizó el Bayern de Múnich en los cuartos de final de la pasada Champions. La noche del martes, en el marco de la Fiesta del Deporte Catalán, Laporta habló sin tapujos de cambios, pero no aún de su alcance, pues la tremenda crisis económica y los largos contratos y altísimas fichas de muchos jugadores hacen casi imposible una limpia radical.

"Dije que al final de temporada valoraría al equipo, en función del juego y los resultados. Se ha ganado la Copa del Rey, estamos muy orgullosos de este éxito, pero nos han eliminado muy pronto de la Champions y se ha perdido la liga incomprensiblemente bajo mi punto de vista. A partir de la próxima semana, veréis una serie de decisiones que se han de tomar", explicó Laporta a los periodistas, para convertir al Barça de nuevo en un equipo capaz de ganar todo.

Los periodistas, no obstante, hace tiempo que hacen sus cábalas, sobre todo respecto a esa fórmula mágica que haga posible el relanzamiento futbolístico del equipo azulgrana, partiendo de una premisa: la renovación de Leo Messi. El presidente, en cambio, ya asume que a varios miembros de la plantilla se les tendrá que dar la carta de libertad, como ya hizo su antecesor en el cargo, Josep Maria Bartomeu, regalando a Ivan Rakitic y Luis Suárez, sin apenas contrapartidas económicas.

La idea es reconstruir el equipo bajo la tutela de Messi y en base a los jóvenes valores, muchos de ellos de La Masía, como Araujo, Mingueza, Dest, De Jong, Pedri, Ilaix, Riqui Puig, Ansu Fati y compañía y algún futbolista más que pueda subir del filial como Nico, Jandro, Konrad o Collado.

La lista de transferibles es larga, aunque con matices. Se les abre la puerta de salida a Neto, Umtiti, Junior, Pjanic, Riqui Puig (en calidad de cedido), Coutinho, Matheus, Griezmann, Braithwaite y Dembélé, a este en caso de que no acepte renovar, ya que concluye contrato en un año y la pretensión es sacar ahora rédito por el irregular delantero galo.

Se pretende la continuidad de vacas sagradas como Piqué, Jordi Alba, Busquets y Sergi Roberto, todos ellos renovados por el anterior presidente, pero siempre y cuando acepten una significativa rebaja salarial.

Tampoco se le otorga mayor recorrido a Koeman, que tiene un año más de contrato, salvo que no se encuentre una alternativa convincente (parece que la opción de Xavi Hernández causa división en el seno de la directiva blaugrana). SegúnRAC 1, Hans-Dieter Flick es el principal candidato para dirigir al Barça la próxima temporada. El técnico alemán fue precisamente el general que dirigió la masacre de Lisboa al frente del Bayern. Flick, que el sábado ante el Augsburgo despedirá su brillante etapa al frente del equipo muniqués antes de ser elevado por Julian Nagelsmann, tiene un acuerdo verbal con la selección germana para después de la Eurocopa, pero aún falta la firma.

Si esto sucede, el Barça deberá de indemnizar a Koeman, además del coste del nuevo entrenador. Más gastos para un club que antes de entrar definitivamente en bancarrota, con una deuda bruta de 1.173 millones de euros, 730 de ellos a corto plazo, parece que se puede tomar un respiro. Según el diario L'Esportiu citando fuentes de la directiva, el club azulgrana ha conseguido un crédito de 500 millones de euros del fondo de inversiones estadounidense Goldman Sachs para refinanciar su deuda.