A André Greipel, el Gorila de Rostock, no le pudo atar nadie. No se le puede enjaular. El alemán, un fortachón, un forzudo de la velocidad, demostró su potencia en la cuarta jornada de la Vuelta a Andalucía, que se resolvió entre velocistas. Tipos fuertes, corajudos, con deje kamikaze. En ese escaparate donde se afilan los codos y los vatios echan chispas, Greipel se mostró despiadado. El germano, tan superior, festejó la victoria diez metros antes tras remontar con suficiencia a Hodeg, Pedersen y Kristoff en el hectómetro final. Ninguno de sus rivales pudo rastrearle ni un ápice. Arrancó y el rebufo se quedó colgando como un signo de interrogación. Ni Hodeg, ni Pedersen, ni Kristoff se pudieron colgar de él. Fue un esprint, pero Greipel llegó escapado, ajeno al resto de velocistas que compartieron pose ajustada. Hacía varios metros que el alemán había pasado por allí. El hueco fue tal que hasta se coló la nostalgia. Enrique Sanz fue séptimo en esa disputa.

A Greipel, que cuenta con 158 victorias en su palmarés, le quedó la alegría. Esa sensación también recorre a Miguel Ángel López. El líder descontó otra etapa para cerrar con triunfo la ronda andaluza tras su coronación este jueves. A Mikel Bizkarra le mordió la mala suerte. El vizcaino, que estuvo con los mejores en la jornada reina de la carrera, padeció un pinchazo cuando restaban cinco kilómetros para la meta. Cobijado en el trabajo de equipo del Euskaltel-Euskadi, minimizó pérdidas en la general, si bien se escurrió un puesto. Bizkarra es noveno. La tercera plaza corresponde a Julen Amezqueta y la sexta a su compañero Jonathan Lastra. El navarro está completando una gran actuación. Amezqueta sigue dando pasos firmes en su desarrollo a falta de que la carrera expire este sábado. En la etapa también ocuparon el escenario Luis Ángel Maté, del Euskaltel-Euskadi, y Ander Okamika, el lekeitiarra del Burgos-BH. Ambos estuvieron presentes en la temprana fuga. Después fue tiempo para Greipel, que solo rivalizó con su sombra.