- Supongo que este año tendrá más ganas que nunca de arrancar.

-Sí, tengo un montón de ganas. Parece que empieza una de mis primeras temporadas en el pelotón, porque siento mucha ilusión. Además, el 2020 terminó para mí un poco antes de lo habitual, a finales de septiembre en el Mundial de Imola, por lo que el invierno se ha hecho especialmente largo. Si a todo esto le añades que las carreras ya han comenzado y que el fin de semana pasado estuve viendo por la tele a mis compañeras en el Omloop Het Nieuwsblad, te puedes imaginar lo mucho que me apetece ponerme un dorsal.

Al hilo de su comentario sobre el pasado curso, le voy a dar dos datos. En 2019 disfrutó de 56 días de competición. En 2020, solo tuvo 22.

-Claro, es que el año pasado vivimos una temporada muy atípica. Recuerdo precisamente que la Strade Bianche fue la primera carrera que se canceló, en marzo (luego se disputaría en agosto). Yo ya estaba en Italia y la suspendieron dos días antes. Hasta verano no volvimos a competir, y la temporada se concentró para mí en apenas un mes y pico. Se pasó todo muy rápido.

¿Qué balance hace de un año tan extraño? Fue séptima en la general del Giro de Italia.

-Yo notaba que estaba muy en forma, tanto en el Giro como después en el Mundial. Tenía un golpe de pedal muy bueno. Pero la temporada acabó ahí, y las cosas hay que afrontarlas tal y como vienen.

Una Strade Bianche para empezar con la nueva campaña. Menuda 'locura', ¿no?

-Comentaba esto mismo hace unos días con varias compañeras, durante una concentración que hicimos en Sierra Nevada. La Strade Bianche es una de las carreras más duras del calendario, una pelea continua. En el kilómetro 20 llega ya el primer tramo de gravilla. Todo el mundo está con fuerza, todas las ciclistas quieren entrar delante. Y la lucha por no perder la posición se convierte ya en una constante durante toda la prueba. Además, también hay que tener en cuenta la dureza en sí misma del recorrido, porque hay subidas muy duras, con pendientes muy pronunciadas.

¿Cuántas veces ha participado en esta carrera?

-Tres (2015, 2016 y 2020).

Anuncian algo de lluvia...

-Lo sé, lo sé. Nunca he corrido la Strade Bianche con agua. Creo que hace tres años, en 2018, sí que llovió, pero aquella edición la vi desde el sofá (risas). Este pasado verano fue todo lo contrario, porque nos pilló una ola de calor y competimos a 45 grados. Además me cogió una caída, quedé cortada, empalmé entre coches... Se hizo durísimo (Ane fue 15ª a seis minutos de la ganadora).

En Siena estrenará temporada y los colores del Bike Exchange (antiguo Mitchelton). ¿Qué tal el cambio de aires?

-Súper bien. Honestamente, tengo que reconocer que al principio sentía cierta incertidumbre. A esta estructura la seguía desde hace años casi desde una posición de admiradora. Y de repente te ves aquí dentro. Antes de la concentración de enero en Oliva (Valencia), tenía esa cosa dentro, pero enseguida vi que todo era y es casi perfecto. Da mucha tranquilidad saber que, ante cualquier problema o duda, hay muchísima gente dispuesta a dar el máximo para ayudarte. Y respecto a las compañeras, qué te voy a contar. Tener al lado a toda una Amanda Spratt también aporta calma: es una líder, pero se trata de una chica muy fácil de llevar.

Por lo que me dice, el principal cambio para usted reside en la dimensión de la estructura.

-Sí. Hablamos de un equipo en el que hay un preparador por cada tres o cuatro corredoras. Además tienes osteópata, varios fisioterapeutas, nutricionista... Si por ejemplo necesitas una suplementación, te ayudan con ella. Y con el asunto del coronavirus, tienes médicos que te fijan días concretos para hacerte pruebas y analíticas. En definitiva, sientes que hay un montón de gente detrás tuyo, preocupada por lograr que ofrezcas tu mejor rendimiento.

La misma Amanda Spratt, Grace Brown, Lucy Kennedy... Van Vleuten ha fichado por el Movistar, pero el nivel en el equipo sigue siendo altísimo. ¿Tendrá oportunidades para lucirse Ane Santesteban?

-Sí, sí. En octubre del año pasado hicimos ya una mini concentración en Girona, hablamos del calendario y lo dejamos todo bastante cerrado. Me dijeron desde el principio que tanto en Ardenas como en el Giro me tocará apoyar a Amanda Spratt, principalmente en los kilómetros finales, junto a Lucy Kennedy. Y que sobre todo en mayo tendré más libertad. Se disputan entonces las carreras de casa, pruebas que se me dan bien y en las que tanto la propia Lucy como yo tendremos nuestros momentos.

Un mayo con Eibar, las clásicas navarras y Durango, pero sin Itzulia...

-Es una pena, porque correr la Itzulia suponía un sueño para mí. La carrera pasa por carreteras en las que he entrenado y competido desde txiki. Espero que el año que viene sí pueda salir adelante.

Es que además se trata de una prueba por etapas, de las que no abundan en el calendario femenino. Y usted siempre destaca que su fuerte reside en la recuperación de un día para otro.

-Las pruebas por etapas no abundan en nuestro calendario y menos aún este año. Para empezar, no ha habido Setmana Valenciana. Bretaña se ha cancelado. Y he leído ahora que hay una carrera de cinco días en los Países Bajos que corre peligro de suspensión. Se trata de competiciones que igual no forman parte del World Tour, pero que para mí son importantes.

¿La Vuelta a Burgos puede significar un buen objetivo?

-Sí. Digamos que tengo un buen aliciente en todo el ciclo ese de mayo: Eibar, la primera de las dos clásicas navarras, Durango y la Vuelta a Burgos. Como decías antes, desde muy pequeña he sentido que me recupero mejor de los esfuerzos que la mayoría de las ciclistas. Y para sacar partido de ello necesito varios días de competición consecutivos.

No habrá Itzulia pero sí habrá Clásica en Donostia, en fechas de Juegos Olímpicos.

-Y el objetivo este año consiste en participar en Tokio. Hay dos plazas en la selección y quiero conseguir una de ellas. Pero bueno, vamos a ver cómo evolucionan las cosas. Está también la incertidumbre de si se hacen los Juegos o no, que parece que sí.

Le escuché en una entrevista reciente que, nada más terminar la carrera olímpica de Río 2016, se vino abajo, acusando toda la presión previa. ¿Se lo va a tomar esta vez con otra filosofía?

-No hace falta, porque la situación actual no tiene nada que ver con aquella. Si ahora la selección española ya tiene dos plazas preasignadas, entonces no contaba con ninguna. Así que el billete lo conseguí a través del ranking individual UCI. Mis opciones pasaron por competir un montón desde enero y conseguir puntos. Así que a eso me dediqué en 2016. Corrí en Argentina, en la República Checa, en Finlandia... Lo corrí todo. Ten en cuenta que mi situación económica y profesional era muy diferente.

Explíqueme esto último.

-Hace cinco años, si no conseguía el billete para los Juegos y no lograba las becas correspondientes, tenía que dejar el ciclismo. Así de claro. Ahora, en cambio, estoy en otra etapa de mi vida. Claro que me gustaría ir a Tokio, porque me queda esa espinita clavada del disgusto que me llevé en Río (fue 47ª tras un año muy exigente). Pero si me quedo fuera porque hay otra ciclista que merece más que yo entrar en la selección, pues adelante.

Nombre. Ane Santesteban González.

Edad. 30 años (12-12-1990).

Municipio. Errenteria.

Equipo. Bike Exchange.

Palmarés. Campeona de España en 2013. Olímpica en Río y ocho veces mundialista.

Trayectoria

"Ya me han dicho que en Ardenas y Giro me tocará trabajar, pero también tendré días para intentar ser protagonista”