A la pregunta de si se identifica con la popular expresión de ITV (de Irun de Toda la Vida), Eki Fanlo (30 años) trata de sortear el tópico con una respuesta elaborada. “No soy un irundarra acérrimo, pero en los últimos años la ciudad ha dado un salto cualitativo. Es una de las grandes desconocidas de Gipuzkoa; para muchos, la frontera se termina en Gaintxurizketa. Cuando la gente de Donostialdea y otros lugares viene a Irun se sorprende de la calidad de vida que tenemos en el Bidasoa. Vivimos tranquilamente y contamos con todos los servicios necesarios a nuestro alrededor. Hay mucha naturaleza, playa…”.
Él vive en un extremo del barrio de Ventas, en unos bloques de viviendas de reciente construcción pegados a la carretera. En esos terrenos estuvo ubicada la emblemática empresa Porcelanas Bidasoa durante 75 años, hasta su cierre en 2009. La autopista está a un paso, lo que a Eki, ingeniero electrónico, le viene de perlas. De lunes a viernes trabaja en la empresa Signalling de Donostia, una filial del Grupo CAF que “diseña y proporciona soluciones integrales de señalización y control ferroviarios”. Como Clark Kent con su disfraz de superhéroe, el fin de semana se pone el traje de árbitro de rugby. Al día siguiente de la charla con el Grupo Noticias deberá ir a Madrid con otros dos compañeros del gremio arbitral. Un viaje relámpago que realiza el sábado 4 de noviembre. Otras veces se desplaza a otras partes de la península, donde toque, y no siempre cerca de Irun: Galicia, Andalucía, la Comunidad Valenciana… “Viajamos por todo el Estado español”, confirma.
“Salvo excepciones, cada vez se respeta más la labor del árbitro. Merece absoluto respeto”
Pocos chavales sueñan con el silbato y las tarjetas. Todos quieren ser Messi, Oyarzabal o Nico Williams. Pero él no tuvo dudas. Con 16 años ya quiso vestirse de negro. Durante un par de años compaginó el arbitraje con su etapa como jugador de rugby, al principio en la primera línea y después ya como ala. Con 30 años es un veterano que lleva nueve temporadas recorriendo los campos de la División de Honor, en la modalidad ‘seven’ o rugby a siete. “Ser árbitro engancha”, reconoce.
Eki habla del arbitraje con la misma pasión que un aficionado puede hablar de su club deportivo favorito. “Tengo la suerte de que en el rugby la figura del árbitro te exige estar dentro del partido e interactuar mucho con los jugadores. Si corro un montón es buena señal: significa que el juego está siendo fluido y todo sale bien. Esos son los mejores partidos”, comenta. ¿También se culpabiliza al colegiado de un mal resultado como muchas veces ocurre en el fútbol? “Salvo excepciones, cada vez se respeta más la labor del árbitro. Merece absoluto respeto”, sentencia.
Oficio amateur
La suya es una actividad que se ejerce desde el amateurismo: los árbitros de rugby no viven de ello, aunque obtienen una contraprestación económica por su trabajo. “Nos pasamos casi todos los fines de semana fuera de casa, así que se agradece que nos paguen”, valora. “Es una ayuda, un incentivo que nos anima a continuar”. A principios de año se celebró la tradicional gala del deporte de Irun en el auditorio Ficoba y, para su sorpresa, el ayuntamiento reconoció su trayectoria como árbitro internacional. Eki Fanlo fue uno de los 18 árbitros que participó en la octava edición de la Copa del Mundo de rugby a siete disputada en septiembre de 2022 en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. “No soy profesional y verme en un contexto de este tipo era una cosa inimaginable cuando empecé a arbitrar”, reconoce. Una década avanzando con la unidad más corta que existe en el mundo del deporte: partido a partido.
Fervor ciclista
Ilusión permanente. Aprecia el ciclismo como un aficionado más y en su tiempo libre también realiza alguna que otra ruta esporádica. “Cuando salgo a la carretera me evado de todo, es un poco una vía de escape”, cuenta.
Futuro. Eki Fanlo se adentra en la treintena, lo que no supone enfilar el túnel de su carrera como colegiado. “Disfruto arbitrando. En el momento en el que entren otros factores daré un paso a un lado para que los que vengan detrás sigan mis pasos”.