Sentarse a tomar un café con Jokin Lizeaga en una terraza de Urnieta y no hablar del terrible accidente que sufrió hace cuatro años y medio en el Maratón de los Pastores de Portudera (Asturias) es inevitable. Por un lado, la historia impactó en su momento por cómo se produjo, por el milagro de que saliera vivo de allí y por su lucidez y sinceridad para narrarla. Por otro, solo los más cercanos a Jokin saben lo mal que lo ha pasado durante este tiempo a raíz de aquel tremendo golpe. Le han diagnosticado una degeneración ósea cuyas consecuencias, para una persona tan joven, no son halagüeñas. Por eso parece más increíble aún que haya sido capaz de ganar un maratón de montaña. Está claro que Jokin se sale de la norma…

Tenía una buena razón para ir al Basajaun Trail, en la sierra de Lokiz (Navarra).

­­Sí, así es. Llevaba ya cuatro años queriendo hacer una visita a Sergio (Aramendia), agradecerle su gesto conmigo en Portudera, y quería hacerlo corriendo. Fue una de las personas que me ayudó cuando me caí al agujero. En verano le dije: Estoy corriendo, igual tengo la opción de acercarme. Corrí tres semanas antes en Ubidea, me fue bien, acabé sin secuelas, y me animé ir a Galdeano.

¿Cómo se encuentra? Hace año y medio, en vísperas del reto que llevó a cabo en Urnieta, contaba que desde el accidente había tenido altibajos tremendos tanto físicos como emocionales.

Igual te miento. No sé qué decir. Hasta ayer estaba muy bien, ahora estoy jodido de una costilla. Te voy a decir bien porque espero que se pase. Me encuentro bien, pero desde junio del año pasado estuve trece meses sin poder correr, ni pasear, estaba de baja y tenía que llevar a los niños al cole en coche porque no podía andar ni 300 metros. He estado jodido, muy dolorido, con degeneraciones óseas en las vértebras, alguna fractura. He estado mal. Corrí en abril del año pasado en Urnieta el reto, en mayo una carrera en Jaén y luego fue todo a peor. En verano de 2021 estaba cojo. Dolores de espalda, de cabeza, de cadera, de plantas de los pies... ha sido un año duro. En junio y julio de este año comencé a sentirme mejor, empecé un tratamiento para intentar fortalecer la espalda y dar un poco de densidad ósea a los huesos, y me fue bien. Empecé andando, paseando, y me animé a correr un poco. Los dolores no han aumentado en estos tres o cuatro meses y me gustaría seguir disfrutando de la naturaleza, del esfuerzo que me supone correr, hacer rápido cimas y esas cosas.

Durante este año y pico ha visitado muchos médicos. ¿Qué le han dicho? ¿Es todo consecuencia de aquel golpe recibido hace cuatro años y medio?

Desde hace cuatro años hago pruebas trimestrales o semestrales en neurología y oftalmología. Ahora también estoy en traumatología y reumatología. En total, cuatro especialistas. Los pronósticos no son muy positivos, la degeneración ósea que tengo puede ir in crescendo. Yo no creo mucho en lo que me dicen. Sí lo relacionan con el estrés postraumático, pero no hay una justificación de la caída con la degeneración de los huesos. La estructura ósea hace cuatro años estaba bien porque soportó una caída de 15 metros, pero ahora no soportaría ni llevar la compra en brazos. Me hicieron dejar el trabajo, me querían dar la incapacidad, no me dejaban agacharme… así he estado. Pero he mejorado mucho. La enfermedad no sé cómo está, pero me he atrevido a hacer lo que me gusta, sin pensar mucho en el futuro, en cómo estaré dentro de dos o tres años. Si sigue esa degeneración probablemente acabaré en silla de ruedas y, si por lo que sea se para, espero seguir haciendo lo que hago. No pienso mucho en el mañana, intento disfrutar del momento, que se dice fácil pero no lo es.

"Fui al Basajaun Trail porque tenía una deuda personal con Sergio; fue una de las personas que me ayudó cuando me caí al agujero, siempre lo tengo en mente"

¿Qué tratamiento sigue?

Sin más, tampoco hay muchas opciones. Me dijeron que la degeneración era parecida a la que podían tener personas de 70 u 80 años, que su estructura ósea es parecida a la mía actual. Aceptar que tu espalda es como la de una señora mayor, siendo deportista... Me dicen que lo que tengo que hacer es dar paseos de un kilómetro. Yo les pregunto si se puede mejorar y me dicen que no, que como mucho mantener. He buscado también en la medicina alternativa, pero no me ha convencido, los pronósticos eran similares. Tomo una pastilla semanal que es un fijador de calcio para intentar mantener esa densidad ósea y no hay mucha más opción: tratamiento y ejercitarme lo menos posible, según ellos.

Lo de ejercitarse poco...

Yo pienso al contrario que ellos, pienso que si el cuerpo se para, se estropea. El cuerpo está preparado para soportar esfuerzos, solo hace falta saber de dónde venimos, de cazar para comer, de hacer kilómetros para poder sobrevivir. El cuerpo humano está preparado para caminar, soportar frío, pesos. Yo pienso en eso, he estudiado eso, soy licenciado en Actividad Física y Deporte. El mejor tratamiento para todas las enfermedades es el deporte, desde problemas cardiovasculares, tensiones altas o diabetes, hasta temas de cabeza. Siempre he intentado hacer ejercicio, cuando no lo he hecho es porque tenía dolores inaguantables.

¿Los médicos ya saben que ha corrido un maratón de montaña?

Me imagino que me echarán la bronca. Estuve en septiembre con el médico y le dije que quería coger el alta para trabajar. No me gusta estar de baja. Estar de baja me hace pasar muchas horas en casa. En septiembre cogí el alta y empecé en un centro en Villabona. Le dije al reumatólogo que estoy haciendo ejercicio y trabajando. Me dijo: Poliki, poliki. Creo que no tenemos el mismo concepto de poliki. Muy saludable no tiene que ser correr un maratón lo más rápido que puedes, lo reconozco, pero es lo que me da ilusión, retos, ganas de vivir. Estamos para disfrutar y ser felices, y si yo la busco ahí, hay que atreverse.

Con todo lo que me ha contado, y va y gana con 3 horas y 51 minutos. ¿Qué es eso: motor, casta?

Sin más. El que hizo segundo, Iñaki Olano, y el tercero, Xabier Zarranz, son buenos corredores, nos conocemos. Yo había apretado en un par de entrenamientos y sabía que estaba bien. Sabía que lo podía hacer bien. Tengo 43 años, pero el rendimiento lo encuentro rápido. Eso es genética, se lo debo a mi madre y mi padre. Me sorprendió ganar, pero no fue una sorpresa rondar o bajar de esas cuatro horas. No es una sorpresa porque mi referencia es de hace cinco años, cuando estaba en el momento óptimo. Lo que más me sorprende es que cinco años después tenga un rendimiento parecido. Te da satisfacción y es un plus. Salir era mucho, acabar también y ganarla un subidón.

¿Qué le dijeron sus rivales?

Ellos igual se sorprendieron más. Con Iñaki tengo relación, soy su entrenador. En verano fui a Pirineos con él, sabe cómo he estado. Qué casta, qué clase, me decía. Hasta el kilómetro 20 o así me costó seguirles, un rato les dejé ir. Me choqué con un árbol porque no veía bien. A partir del kilómetro 20 les cogí y fuimos muy rápido. En la cuarta subida me dijo: Tira, vete a tu ritmo, disfruta. Y seguro que se alegró de que ganase. Me respetan, valoran lo que hago, de eso estoy orgulloso.

Entró en meta con dos de sus hijos.

Estaban Negu e Intza, de ocho y cinco años. La mayor, Lide, de doce años, no estaba. Nunca me habían visto ganar. En Asturias, Negu preguntaba qué pasaba y la pequeña estaba en brazos de su madre. Negu lloró cuando gané. Ves que se alegran los niños, el organizador, el contrario. Es algo de lo que puedes estar orgulloso, es algo que te has ganado. Ser entrenador de Iñaki Olano, o de Aritz Egea cuando era mi contrincante... no me quita el sueño entrenar al que me puede ganar. Y esa relación luego se nota, el que hace segundo se alegra.

Muchos recuerdos y emociones con Sergio. Tenía una deuda que ya ha cumplido.

La deuda era conmigo mismo. Fueron las primeras palabras en euskera que escuché en el agujero. Era amigo mío. Me dio cobijo, apoyo, siempre le tengo en mente. En cuanto iba primero, pensé que esa txapela de ganador era para Sergio. Para mí ha sido grande estar ahí y para él, que yo vaya a Galdeano y que se conozca la carrera es importante. Tengo pendiente volver a estar allí con Sergio más tranquilo y disfrutar de la zona. Me gustó mucho la sierra de Lokiz.

Sobrevivió y ahora gana. Parece de película.

Bueno, la realidad es esa. No me considero un superviviente, pero fue un milagro salir de ese agujero, aguantar esa caída y estar aquí. Después de la carrera me escribió una chica de Urzainqui que tuvo un accidente, ha quedado tocada, ha perdido casi la vista, y consiguió mi teléfono y me llamó. Estuvimos una hora hablando. Si ayuda a ese tipo de gente que está sufriendo como yo a intentar superar sus problemas, bienvenida sea.

Su otra deuda personal es regresar a la Zegama-Aizkorri.

A mí Zegama me lo ha dado todo. Es lo más de las carreras, el subidón que recibes ahí de los aficionados es especial. He podido correr en muchos sitios, pero nada como Zegama. El objetivo es correrla con salud y hacerlo bien. Sancti Spiritu, la entrada al pueblo… me gustaría en mayo estar en Zegama. Sé que será difícil, no sé cómo estaré en unos días o en unos meses, las enfermedades que tengo ahí están, no se van a curar, en cualquier momento saltará el chivato. Lo veo muy lejos. En marzo o abril, si me encuentro bien, me gustaría estar en la salida.

¿Cómo se lleva no saber cómo va a estar dentro de unos días? ¿Le da muchas vueltas a la cabeza?

El miedo existe. Intentas eliminarlo. Hasta ayer estaba súper contento, solo con agujetas, y ahora estoy acojonado por el dolor en la zona costal. No sé qué puede ser. Me duele la hostia, igual se pasa en unos días o igual no puedo correr hasta no sé cuándo. Me gusta sacrificarme, darme una paliza, necesito esa dosis de ejercicio, me hace bien. Si no puedo hacer nada me agobio porque pueden alargarse los malos momentos. Es muy difícil llevarlo, es jodido estar todo el día con dolor. Ni me acuerdo el último día que entrené sin dolor. Cuando estoy bien, intento disfrutar.

Hace cinco años, en su apogeo, ¿qué se planteaba como corredor de montaña? ¿Y ahora?

Pues poca cosa. El rendimiento lo consigo fácil y ni siquiera me sacrificaba. Me cuidaba menos que ahora. No tenía unas aspiraciones de ganar la copa no sé qué. Me gusta correr por el monte, estar en la naturaleza, y me gusta mucho la competición, pero soy buen perdedor, hacer segundo o tercero no me afecta. Me gusta competir, cansarme, la sensación de fatiga, no poder aguantar al que va delante. El resultado no me ha obcecado, y ahora tampoco. Me gustaría correr la Zegama-Aizkorri por la vivencia, quería hacer Galdeano para agradecer a Sergio, que me ayudó. ¿Y de aquí en adelante? Me gustaría competir, nada más.