El barro no es solo bueno para la piel. La campaña de ciclocross, donde el lodo es el hilo conductor de la alfarería de la competición invernal, está adquiriendo cada vez más relevancia como conducto para adentrarse en el asfalto. Con la ruta respirando a modo de una célula durmiente, hibernando a la espera del comienzo del curso, que no abrirá sus ojos hasta finales de enero por estas latitudes, el ciclocross asoma como una alternativa de lo más interesante para sacudir el organismo después del periodo vacacional. Son numerosos los ruteros que compiten en pruebas de ciclocross. A los hermanos Izagirre (Gorka venció el domingo en Abadiño), herederos de la huella que dejó su padre, José Ramón, les seduce la modalidad. El ciclocross también atrae a Jonathan Lastra (Caja Rural), Peio Goikoetxea (Euskaltel-Euskadi), Omar Fraile (Astana) o Iñigo Elosegui (Movistar).

“Hay un repunte del ciclocross porque venimos de un periodo, el de los 2000, en el que el ciclismo no se analizó desde el punto de vista físico. Ahora se han podido definir y estudiar mejor los esfuerzos implicados en una competición y cuáles son los esfuerzos decisivos. El resultado es que se ha entendido que el ciclocross es beneficioso siempre y cuando se gestione bien ese esfuerzo que se hace para luego no fallar en los objetivos principales, que son los de carretera”, explica Aritz Arberas, preparador físico de varios ciclistas profesionales, entre ellos Mikel Landa y Pello Bilbao. “Las dos especialidades pueden convivir y de hecho es recomendable siempre y cuando se haga una buena planificación. Lo que no se puede es trasladar la idea de que si andas bien en ciclocross vas a estar bien en ruta y viceversa”, suma Xabier Muriel, que después de dirigir al Euskadi-Murias y al Caja Rural continúa impartiendo magisterio preparando ciclistas.

Centrados los ciclistas en acumular volumen y fondo durante estas fechas, el estímulo del ciclocross sirve como pértiga para enfocar la carretera con más chispa. “La intensidad del ciclocross es muy beneficiosa para la temporada de carretera. En un periodo de baja actividad, conseguir esfuerzos intensos y cortos ayudan a mantener esa condición e incluso mejorarla”, apunta Arberas, entrenador del Bahrain. “La intensidad que se logra en el ciclocross la empleamos como complemento de la carretera. Lo único que hay que hacer bien es planificar los descansos y darte cuenta de que el ciclocross es un esfuerzo de una hora y la ruta conlleva esfuerzos de varias horas que dentro de sí tiene pequeños esfuerzos, más cortos, de intensidad, durante ese tiempo”, detalla Muriel.

La clave para un buen maridaje entre ambas especialidades es realizar una gestión inteligente de los esfuerzos. El ciclocross no puede manchar el trabajo para la ruta. Se trata de sumar, no de restar. Es un complemento. No sustituye la preparación del curso de carretera. Sirve para enriquecerlo. “Competir en ciclocross es bueno siempre y y cuando se gestione la condición física para que los ciclistas lleguen en sus mejores estados de forma a los objetivos de carretera. Ese es el reto”, considera Arberas.

Muriel también cree que el éxito de la mezcla pasa por saber administrar correctamente los esfuerzos. “El ciclocross está bien para preparar la carretera, son dos modalidades que se mezclan sin problema. El problema de hacer ciclocross no es el hecho de meter dos pruebas por semana, el problema puede venir si te quita tiempo para el trabajo de volumen, tan necesario para la carretera. Si tú haces ciclocross y no quitas del trabajo de fondo y volumen, que es lo que toca ahora, no hay problema”.

UNA BUENA PLANIFICACIÓN

El técnico guipuzcoano insiste en esa idea. “Haciendo una buena planificación sí se puede hacer, pero lo que no se puede hacer es a tope ciclocross, mimando la modalidad, pensando en exclusiva para ella y luego empalmarlo con la carretera y no parar. Si tú planificas los descansos y cuándo hacer cada cosa, se pueden mezclar ambas disciplinas”. Van Aert y Van der Poel, dos primas donnas del ciclocross, estrellas indiscutibles de la carretera, aúnan lo mejor de ambas especialidades. “Van Aert y Van der Poel son el ejemplo perfecto de que se pueden hacer las dos disciplinas, pero ellos tampoco hacen la temporada completa. Gestionan una y otra modalidad”, describe Muriel.

“Una y otra especialidad son complementarias. El ciclocross suma una actividad muy intensa, de una hora, y en la que son necesarios muchos esfuerzos de corta duración. La combinación del ejercicio aeróbico extensivo, con esfuerzos de duración corta, ayuda también a la capacidad y potencia aeróbica. El mayor beneficio viene por ahí”, argumenta Arberas, que enfatiza que “si analizamos cómo se deciden numerosas competiciones en carretera hablamos de esfuerzos intensos con duraciones de un minuto, dos o tres como máximo. Las diferencias se hacen es esfuerzos cortos pero muy intensos”.

Además, la práctica del ciclocross es “muy buena” para adquirir técnica y habilidad sobre la bicicleta. “Rodar por el barro, bajar y subir de la bici, trazar en suelos resbaladizos ayuda a dominar luego la bici. Normalmente, todos los que hacen ciclocross luego bajan muy bien en ruta”, expone Muriel. “La pelea por hacerte un hueco en el pelotón exige un buen manejo de la bici y en eso también ayuda el ciclocross”, destaca Arberas. Los beneficios del barro.