- La novena parada del Campeonato del Mundo de Fórmula 1 ofreció el Gran Premio de la Toscana, tierra de belleza paisajística y cultural que se considera cuna del Renacimiento italiano. Desde luego, fue paraje de renacimiento para la F-1, porque su carrera, en el inédito Mugello, circuito reconocido en MotoGP pero donde los automóviles del Gran Circo van incluso 30 segundos más rápidos por vuelta, renació hasta en tres ocasiones, porque tres salidas hubo que tomar.

Pero nada detiene a Lewis Hamilton, el señor de los récords, el Médici de los números de la F-1. "Ha sido como tres carreras en una", ilustró el británico. Una pena que solo repartió puntos como una, porque de no ser así ya podría olfatear la gloria de su séptima corona, la que tiene más cerca cada domingo de carreras, porque Valtteri Bottas, el único que va a la guerra con la misma arma, el todopoderoso Mercedes, lo intenta y lo vuelve a intentar pero no culmina en su ambición de remontada. "Hay que seguir trabajando", dice el finlandés, voluntarioso aunque no es el David de Miguel Ángel que es Hamilton.

"No me fijo en las estadísticas", suele decir Hamilton, pero no se puede obviar que está llamando a las puertas del reino de Schumacher. Si está a un título de igualar el récord de los siete del Kaiser, también está a una victoria de empatar las 91 del alemán. Se intuye que ocupar el cielo es cuestión de tiempo para Hamilton, que ya aventaja en 55 puntos a Bottas.

Además, todo es más sencillo cuando la escudería más laureada de la memoria de la F-1 alcanza su gran premio número 1.000 y lo hace con raquíticos resultados y un presente desalentador. Ferrari luchó ayer con Williams y liquidó el homenaje con la octava y décima posición de Leclerc y Vettel, respectivamente, en una jornada en la que acabaron la carrera doce coches. No hay situaciones de safety car -entró una vez- o banderas rojas -hubo dos- que brinden oportunidades a la Scuderia.

Todo es más fácil si encima Max Verstappen se sale de la escena a las primeras de cambio. Hundido por un fallo mecánico, tragado por la muchedumbre y además azotado para acabar en la grava de la curva 2, donde también fue a parar Gasly, el sorprendente ganador de la cita anterior. Así se dio paso al coche de seguridad, apenas consumidos unos metros.

El safety car fue diabólico. Al tratar de reanudar la carrera, apagó demasiado tarde las luces que permitían al entonces líder Bottas acelerar. Sucedió que, en esos intentos de mantener los neumáticos y los frenos a la temperatura adecuada, pero ante la necesidad de arrimarse al coche de delante para no perder comba, se generó una montonera a la altura de la recta de meta.

En uno de esos frenazos en la búsqueda de calor, los coches de detrás se empotraron. Efecto dominó. Una escabechina. Carlos Sainz, Magnussen, Giovinazzi, Latifi y Ocon fueron víctimas de la mala gestión del coche de seguridad. Y pudo haber sido mucho peor que los abandonos. El accidente fue espeluznante. Para el madrileño, imán de los infortunios, fue su segundo percance, porque nada más tomar la salida fue tocado y sufrió un trompo.

Tras el desastre, ondeó la bandera roja. Se volvería a salir desde la parrilla. Cuando llegó ese momento se habían cumplido 50 minutos, apenas se había completado media vuelta con posibilidad de competir y sobrevivían trece monoplazas.

Tras esa segunda salida fue cuando Hamilton se cobró el liderato. Nada más relanzarse la carrera. Materializó un adelantamiento genial por el exterior. Bottas quedó sin respuesta. No la tendría hasta que se vio la bandera ajedrezada. Si acaso, pudo haber visto la luz a través del azar. Porque en la vuelta 44 Stroll se fue contra las protecciones -perdió el control de su coche a 300 kilómetros por hora- y asomó inicialmente una propuesta de safety car que finalmente se convertiría en la segunda bandera roja.

En ese lapso entre la decisión de sacar el coche de seguridad y detener la carrera, Bottas se lanzó a cambiar de neumáticos cuando Hamilton no tuvo la oportunidad porque ya había superado la entrada del pit-lane. En una decisión cuestionable, el safety car detuvo a Bottas y dio la oportunidad a Hamilton de completar posteriormente una parada sin ceder la primera plaza. De haber cazado el liderato Bottas no se hubiera dado la justicia poética. Hamilton llegó a construir 8 segundos de ventaja máxima. Subió de los casi dos segundos hasta los ocho nada más decir: "Estos neumáticos no van bien; los traseros están deslizando". Muy de su estilo.

Tras la tercera salida desde las pinturas se presentó un esprint de 13 vueltas. Ricciardo escaló al segundo lugar. Bottas se rehizo para completar el tercer doblete de Mercedes este año.

La emoción se ubicó en la lucha por el tercer peldaño del podio. Ricciardo, Albon y Checo Pérez se fajaron, pero Albon cazó su ansiado primer podio. Detrás, Ferrari se protegía de Russell. Hamilton, con su sexta victoria, hacía rato que en la Toscana se había elevado a las puertas del cielo.

Lance Stroll (Racing Point)

Esteban Ocon (Renault)

Nicholas Latifi (Williams)

Kevin Magnussen (Haas)

Antonio Giovinazzi (Alfa Romeo)

Carlos Sainz (McLaren)

Max Verstappen (Red Bull)

Pierre Gasly (AlphaTauri)

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