Hernani - Domingo por la mañana en Landare. El embarrado campo principal acoge un duelo entre un equipo del Hernani y otro del Getxo. Las instalaciones hernaniarras están prácticamente vacías. Apenas una veintena de espectadores se resguardan de la lluvia intermitente en la tribuna, y muchos de los gritos de los jugadores se escuchan claramente desde la banda. El encuentro no se parece gran cosa a un choque de División de Honor. El ritmo es relativamente tranquilo; las melés no se disputan; y hay placajes que se hacen incluso con suavidad, sin que los entrenadores muestren su enfado. De vez en cuando se oyen risas entre los contendientes, y el buen rollo entre los componentes de los dos equipos es evidente. También hay ganas de ganar, y al final del partido los jugadores del Hernani celebran el triunfo tras haber logrado un ensayo en los últimos minutos. Se han hecho con la victoria en la primera jornada de la liga Bultza de rugby inclusivo. Desde hace unos cinco años, el club tricolor acoge en este equipo a jugadores y jugadoras con diversidad funcional. Su técnico, Jon Insausti, explica que la plantilla integra a personas “con discapacidad intelectual, con discapacidad motora, autismo... Gente que necesita ciertos apoyos para moverse en el día a día”. “Con este equipo, nuestro objetivo es que todas las personas tengan abierta la posibilidad de jugar al rugby, y que un diagnóstico o una etiqueta no sean un limitante para jugar. Jugamos juntos gente con diversidad funcional y sin diversidad, y la idea es ayudarnos unos a otros. No tiene por qué ser las personas sin diversidad las que ayude a la gente con diversidad. Hay gente que lleva cinco años jugando con nosotros y que está muy capacitada para ayudar a personas sin diversidad que son nuevas en el rugby”.

La idea de impulsar este equipo empezó “hace unos cinco años, y esta va a ser la cuarta temporada. Vimos por la prensa que en Vitoria habían sacado un equipo de inclusión. Hernani siempre ha estado muy vinculado a proyectos sociales y pensamos ¿por qué no aquí? Sentíamos que hacía falta, y que era necesario que personas con diversidad funcional tuvieran la oportunidad de entrar” al club. “Jon Zumalabe y yo empezamos a darle vueltas, hablamos con la directiva, le pareció muy bien y estamos aquí desde entonces. La acogida ha sido muy buena y estamos muy a gusto. Ahora mismo estamos unos catorce o quince chavales con diversidad funcional y otros tantos sin diversidad funcional, y todos somos parte del equipo”.

Insausti explica que el rugby inclusivo está pensado “para todo el mundo. En un principio el proyecto estaba enfocado sobre todo a personas con discapacidad intelectual, pero, si somos un equipo inclusivo, tenemos que estar abiertos a todas las personas. Ha venido gente con discapacidad sensorial o discapacidad motriz. Estamos abiertos a chicas y a chicos. Hay gente mayor, gente muy joven... es un equipo para todos. Todo el mundo que viene nos representa un reto, y nuestro reto es darle una ayuda a la persona que lo necesite. Al final, estamos para ayudar y para aprender. La idea es darnos el apoyo que cada uno necesita para poder disfrutar todos juntos”.

El técnico relata que las reglas del rugby inclusivo “son las mismas que en el rugby convencional. Lo único que varía es que las melés son pactadas. No hay limitaciones en cuanto a placajes o rucks, pero sí que intentamos placar a las personas con diversidad funcional de una forma segura para que no se sientan dañados”.

El juego “ahora mismo es más parado que el de un partido de División de Honor, está claro. Tampoco es lo mismo un partido del Mundial que uno de División de Honor. Poco a poco estamos mejorando y estamos haciendo un juego cada vez más dinámico. Los chavales van aprendiendo, van adquiriendo destrezas y se van manejando mejor”.

Un “equipo puente” Insausti considera que el conjunto de rugby inclusivo puede ser “un equipo puente para que luego un jugador se pueda integrar dentro de cualquier equipo del club. Queremos que cada uno tenga la oportunidad jugar, y que en el futuro sea capaz de llegar hasta donde sus capacidades físicas le lleven. Si puede llegar al primer equipo, al primero; si puede llegar al segundo, al segundo, cada uno donde pueda”. Por ejemplo, “en categorías inferiores hay chavales que empezaron con nosotros y ahora están jugando en la escuela, con el equipo sub-10 o sub-12. Esa es la inclusión que finalmente buscamos”.

Liga bultza La liga Bultza está compuesta por los equipos de Hernani, Getxo, Universitario de Bilbao y Gaztedi. El técnico hernaniarra no concede “ninguna importancia a los resultados. El objetivo es pasarlo bien unos con otros y disfrutar juntos”. Eso sí, Insausti recuerda que el equipo se entrena “una vez a la semana; los miércoles a las 17.30 en Landare, haya lluvia, viento, granice o nieve”.

Los jugadores llegan al conjunto hernaniarra gracias a las referencias que les facilitan asociaciones como Gautena -Asociación Guipuzcoana de Autismo-, Atzegi -Asociación Guipuzcoana en favor de las personas con discapacidad intelectual- y Aspace -una entidad que trabaja en el ámbito de la parálisis cerebral-. “Gente que está con ellos nos señalan como una alternativa de ocio”.

El antiguo pilier internacional se ha involucrado a fondo en este equipo: “Estudié educación especial y estoy trabajando en este ámbito después de haber conocido el rugby inclusivo. Desde hace tres años trabajo en Gautena, y desde hace un año, en la Federación Guipuzcoana de Deporte Adaptado”. El rugby inclusivo, no obstante, “no es deporte adaptado. Si lo fuera, por ejemplo, yo no podría jugar”.

El entrenador espera que el ejemplo del Hernani sirva para que otros deportes “se animen a plantear iniciativas como esta y abran las puertas a las personas con diversidad funcional”, aunque este tipo de equipos no es muy común en Gipuzkoa.

Del barro a la sidrería A l término del partido, los jugadores se hicieron el clásico pasillo entre ellos. Quienes pensaban que todavía no estaban lo suficientemente embarrados se zambulleron en los charcos de Landare, tal vez para camuflarse con los que ya tenían las camisetas irreconocibles. Tras pasar por los vestuarios, la jornada se prolongaría aún más con una comida conjunta en una sidrería. La camadería es parte del deporte del balón oval y, tal y como explica Insausti, “este equipo, aparte de para jugar al rugby, también es una oportunidad para socializar. Le damos la misma importancia o más a lo que hacemos fuera del campo”. Entre todos.