Donostia - Las situaciones al límite son un escenario idílico para Oinatz Bengoetxea. Disfruta de la tensión. Con el partido en el alambre, su calidad para desequilibrar los encuentros reluce y encuentra en las jugadas de riesgo un sustento para decantar la balanza a su favor. Ayer, el leitzarra y Julen Martija llegaron igualados al 18-18 con Iker Irribarria y Jon Ander Albisu. Todo por decidir.
En esa fase, los colorados bajaron ligeramente y Bengoetxea no perdonó. Tiró de colmillo e instinto asesino para hacer buenos los huecos dejados por los rivales. Seis tantos de forma consecutiva para lograr la victoria en su estreno en San Mateo y un importante paso hacia la final.
Los dos zagueros fueron los encargados de llevar el peso del encuentro. Lo hicieron con estilos antagónicos. Albisu pegó con mucha violencia y alternó algunos tantos realizados con errores producidos por arriesgar demasiado. Por su parte, Martija estuvo más sólido. La pareja colorada cargó el juego sobre él y supo responder. Cubrió bien la cancha y solo cometió dos errores. Aunque no pudo enseñar la espalda con frecuencia al guardaespaldas de Ataun.
Eso hizo que Bengoetxea tuviera menos protagonismo de lo deseado. La potencia de Irribarria y Albisu obligó al leitzarra a buscarse la vida y sacar el máximo rendimiento a cada pelota que tuvo. Sin embargo, Oinatz no necesita mucho para hacer daño. Conectó poco, pero cuando lo hizo castigó con frecuencia.
Aunque tanto a Bengoetxea como a Martija les costó entrar en el encuentro. Los colorados, con Irribarria como estilete, abrieron una ventaja de cinco tantos en el inicio (6-1).
Los errores de sus rivales dieron vidas a los azules (6-6) y a partir de ahí ambas parejas entraron en un igualado intercambio de golpes, incapaces de destacar ninguna de ellas. Así se llegó al 18 iguales y ahí Bengoetxea tomó la responsabilidad para volar hasta el 22.