Hartos de la propaganda oficial alardeando de estado de derecho, apoyado por los periodistas del pesebre y viendo la ciudadanía la falta de respeto de los políticos españoles a las leyes debatidas en el Parlamento por sus representantes, ante la actitud despectiva de los jueces para que ajusten sus sentencias a las normas de la UE, la despreocupación por la corrupción de los organismos públicos y partidos es tan ostentosa, que la ciudadanía considera al Parlamento un espacio de debate sin valor que sólo sirve para alimentar las tertulias, popularizar al político ocurrente y criticar a los ingenuos.

Cada día salta un caso de corrupción mutua entre PP-Vox y PSOE que es sustituida el día después por otra más grave, con lo que el público hace mofa de la clase política. Es el caso oculto de Montoro que, después de siete años en el congelador repentinamente explota y sustituye a Torre-Pacheco, éste a El Trío de los Chorizos. 

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Además, la Asamblea General de ONU ha sancionado a España por no investigar la denuncia de 6.000 casos de tortura de presos vascos en comisarías. El periodista Iñaki Egaña ha publicado un relato sobre las reuniones celebradas en Suiza y Noruega entre los representantes de ETA y el gobierno español, acusándose mutuamente de incumplimiento de los acuerdos alcanzados. El delegado hispano cortó los reproches mutuos: “No os enteráis de que el Estado, cuando vea peligrar su posición, activará todas las herramientas a su alcance. Todas”.

Como para amedrentar los gallos de la guerra con manifestaciones multitudinarias para que Netanyahu cese el genocidio en Gaza o que Putin decida parar su guerra en Ucrania o Trump sea capaz de pensar. Estos narcisos solo tienen instintos, ladran y rebuznan.