Nervios, rezos, ánimos, mucha tensión y, finalmente, lágrimas. Todo ello en 45 minutos. En la mitad de tiempo de lo que dura un partido de fútbol, el pueblo de San Pedro había sentido ganar la Champions. Su Champions, que, hoy por hoy, es mantenerse en la Liga Eusko Label con sus posibilidades y sus chavales. La familia morada había vivido antes una mañana frenética, propia del último domingo de agosto, la última etapa de la Libia en su camino para eludir el descenso directo de categoría. La trainera morada debía aguantarle un pulso final a Astillero en Boiro y, para la batalla, contaba con un comodín, un punto de seis centésimas de ventaja que acabó resultando decisivo para enviar al bote cántabro a la ARC-1 y obtener un billete para el play-off de la ACT.
Los sanpedrotarras cedieron ayer ante el empuje de los azules, que sacaron todas sus fuerzas en su último aliento de vida, pero pudieron mantener la calma y no ceder más de un puesto de distancia sobre su rival. Como el empate en la general, a 37 puntos -los mismos que firmó el descendido Tirán en 2018-, jugaba a favor de la Libia, el final del viaje de todo un verano desde Euskadi hasta Galicia acabó con final feliz.
Que Boiro dictaría sentencia por la parte baja de la tabla estaba en todos los guiones. Que la pugna por el undécimo puesto sería reñida, también. Lo que no entraba en las quinielas era que la liga se fuera a decidir antes incluso de la disputa de la Bandera de La Concha. Orio es ya virtualmente campeón de la ACT. Tras exhibirse ayer en aguas coruñesas, sólo dos descalificaciones le privarían a la trainera amarilla de levantar por vez primera la Corona Caixabank y, de paso, obtener para el club un doblete histórico en el remo de traineras con la victoria en la competición masculina y en la femenina.
La San Nikolas, sin embargo, no sufrió tanto como la Libia para sellar su objetivo. Y es que la trainera morada no solo tuvo que padecer en el agua, sino también en tierra. La primera tanda de la regata fue compleja, sufrida, pero careció de emoción. Ni comparación con lo visto el sábado. Astillero salió disparada y rápido se labró una ligera ventaja de dos segundos sobre San Pedro. Atrapar a Kaiku, proa de la regata, era el objetivo cántabro. No ser superados por Lekittarra, el de los pasaitarras.
La regata se partió en dos en el largo de vuelta, en un popare de mucha fatiga para los remeros por el fuerte viento que soplaba en la ría, con ráfagas que casi alcanzaron los 30 kilómetros por hora. Allí comenzaron las cábalas y los rezos sanpedrotarras. Con una desventaja de seis segundos, las plegarias moradas pedían que Kaiku se mantuviera firme en cabeza. Y que Lekittarra, sin nada en juego, tampoco se fuera a venir arriba. Las distancias de unos con otros eran de cuatro segundos.
En el último largo se disiparon las dudas y los dos botes vizcainos se alejaron, por delante y por detrás, de la batalla de azules y morados. Sin embargo, cuando cruzó San Pedro la meta, con un único puesto perdido, los abrazos y las felicitaciones quedaban lejos todavía. Astillero, inteligente, se desfondó en el rush final para sacar la mayor ventaja posible sobre la Libia, soñando con que alguna trainera de la tanda intermedia se rezagara pronto y se pudiera colar por medio. La ventaja pasó de los siete segundos en ciaboga a los once en meta. Un solo punto más y el caído sería otro.
jolgorio local Al poco de comenzar la segunda tanda, San Pedro y Astillero ya estaban desembarcando. No querían perderse ni un instante de la que sería, a priori, la tanda decisiva. Quien se descolgara, elevaría las opciones de la San José XV de dar el sorpasso a la Libia. Entre los protagonistas, tres cuadrillas que están dando un nivel excelso en agosto y la trainera local. Cabo da Cruz remaba ayer en casa y, como es habitual en la cita boirense, congregó a todo el pueblo en la orilla de sus aguas. El rojo predominó en el ambiente y eso ayudó, en parte, a San Pedro.
A pesar de ser el bote más flojo de los cuatro en lo que va de año, Cabo salió muy motivado a completar su trabajo. Conocía mejor que nadie el campo de regateo y lo hizo notar a partir del segundo largo, cuando Urdaibai ya había roto la tanda escapando de la persecución de Donostiarra. El bote que entrena Beni Silva entró en una bonita pelea por la tercera posición de la serie con Ondarroa, un hecho que acabó por elevar las diferencias entre ambas embarcaciones respecto al tiempo de Astillero. La Libia resoplaba justo antes de iniciarse el último largo. Allí, la respiración de los morados se pudo cortar por momentos.
Los ocho segundos de renta que tenía la Antiguako Ama, ya superada desde el carril central por Cabo, se evaporaron a la mitad en minuto y medio. Aún quedaban tres minutos y, vista la remontada de Santurtzi del sábado sobre Hondarribia, la incertidumbre volvió a asomar por Boiro. Fue un miedo lógico pero algo efímero. Los de Iñaki Errasti volvieron a tomar ventaja y sólo en los últimos cien metros pudo recortar Astillero distancia. Era demasiado tarde. Tras un año en la elite, en 2020 vuelven a la ARC-1. Kaiku y Lekittarra, por su parte, toman vacaciones. Ya no bogarán en Bermeo y Portugalete.
la txapela, para ugaitz Despejada la incógnita de la permanencia, la tanda de honor de Boiro dilucidó otra realidad: esta liga será para Orio. Aun siendo octavos en las dos últimas jornadas, los aguiluchos serán campeones y lo serán con total merecimiento. Ayer volvieron a demostrar su fortaleza, no sólo física, sino mental. Ganando regatas desde junio, con márgenes de ventaja amplios en la general, un revés podría tocar la confianza de la San Nikolas. Levantar alguna duda, temer a lo desconocido. A cualquiera le podría pasar. Pero no a esta Orio de 2019. Una trainera que, tras ser quinta el sábado en Bueu, levantó la cabeza el domingo en el hotel, desayunó, salió al agua y se exhibió.
Lo hizo, sobre todo, a partir del segundo largo, cuando superó tras la ciaboga a una buena Hondarribia, con muchos cambios en su bote. En la San Nikolas, el cambio más relevante fue la entrada en la popa del veterano Ugaitz Mendizabal, en sustitución de Gorka Aranberri. El patrón de Irura se ganó la txapela del ganador guiando a su trainera en un fenomenal segundo largo hasta la victoria. Los cinco segundos que sacó Orio en popare fueron claves para que, después, los aguiluchos pudieran disfrutar de la parte final de la regata con la certeza de que la séptima victoria del año ya era suya. Y la liga, también. Hondarribia no pudo con el empuje de Zierbena en el último largo y acabó cuarta, con peor tiempo que Urdaibai. Esas centésimas a favor de los txos otorgan más tranquilidad aún al bote amarillo. Fue el respiro final del líder antes de que las pulsaciones se eleven hasta la taquicardia. Faltan tres días?