Orio saca petróleo del primer fin de semana de regatas. En Zierbena, muy cerca de la refinería de Petronor, los aguiluchos obtuvieron lo que se intuye será complicado que suceda con asiduidad este verano: el doblete en un mismo fin de semana. A las primeras de cambio, un vendaval amarillo ha destruido la previsible igualdad en la parte alta de la Liga Eusko Label. En línea y contra el crono, en ría o en mar, las condiciones no han impedido a Gorka Aranberri colocar en la popa de la San Nikolas las dos primeras banderas del campeonato y abrir un pequeño hueco de cuatro puntos en el liderato de la competición.

Además de sus buenas sensaciones, Orio se ha beneficiado este primer fin de semana del baile en el agua -y en los puntos- del grupo cabecero. El aumento del gallinero, en el que ahora habitan hasta seis traineras, ha propiciado que se deparen resultados como el que obtuvo ayer Donostiarra. Tras su sexto puesto en Bilbao, la Torrekua II logró unas horas después vencer en la segunda tanda y pelear hasta el final por la bandera. Tres segundos le separaron al club capitalino de la gloria, pero el segundo puesto obtenido ya pasa a las estadísticas como el mejor resultado de los donostiarras en su breve trayectoria en la ACT.

Por su parte, Hondarribia logró su primer objetivo, mantenerse en la tanda de honor, gracias a firmar su segundo cuarto puesto consecutivo del fin de semana. Y eso que la Ama Guadalupekoa comenzó el domingo liderando la regata desde la calle 1.

La proa de la regata tenía color verde hasta la primera ciaboga. Allí cambió su suerte. La mar de fondo causó estragos al bote hondarribitarra, que comenzó a maniobrar líder y enderezó el rumbo de vuelta último con cuatro segundos de desventaja. En ese primer tramo en popare se decidió tres cuartas partes de la bandera. Lo explicaría tras la regata el patrón aguilucho Aranberri, que desveló a ETB que “un par de olitas” les permitieron “hacer daño”. Pocos patrones aprovechan mejor que el zarauztarra esas olas invisibles.

En esa labor de huida, y mientras Hondarribia trataba de recortar la desventaja, que llegó hasta la media docena de segundos, Aranberri se afanaba en mirar a babor y estribor en busca de las referencias de Zierbena y Santurtzi, que seguían su estela a un bote de distancia. No en vano, el patrón no llevaba ayer en su oreja el habitual pinganillo desde donde recibe las instrucciones de Jon Salsamendi. El entrenador oriotarra quería tener a su bote centrado al 100% en su trabajo y esta era una fórmula que creyó acertada para ello.

La jugada le salió bien al exremero, ya que la San Nikolas, a pesar de no conocer las diferencias que tenían con el mejor tiempo de Donostiarra, mantuvo su liderato sin sobresaltos y se quedó a un segundo y medio de batir el récord del campo de regatas, en posesión de Urdaibai desde 2014.

En segunda posición llegó a meta Zierbena, que dejó atrás en la segunda mitad de la regata a una Santurtzi que fue de más a menos y aguantó la embestida final de Hondarribia. La Ama Guadalupekoa volvió a sufrir en la aproximación a la baliza exterior, pero recuperó segundos y posiciones en la parte final, donde la trainera verde pudo sacar a relucir su remada y potencial.

Esa calle 1 de Zierbena fue la misma por la que sacó petróleo Donostiarra. A pesar de batirse en su tanda con el vigente campeón, Urdaibai, los chicos de Igor Makazaga realizaron una regata muy completa en la que hicieron buenos los presagios que la sitúan como una de las traineras capaces de dar una sorpresa a los tradicionales gallos de la categoría.

La Torrekua II cogió ventaja con la Bou Bizkaia en el segundo largo de la regata, en el que distanció en tres segundos a los txos, renta que dobló posteriormente en la línea de meta.

san pedro, de menos a más La Libia logró en Zierbena cerrar un fin de semana de gran batalla para ellos. Si en la contrarreloj de Bilbao, la trainera morada vio cómo Lekittarra se colaba delante suyo en el último instante, ayer, los sanpedrotarras fueron de menos a más y volvieron a evitar el último puesto remontando en el último largo a Astillero.

El bote cántabro mejoró su rendimiento, pero se le hizo demasiado larga la tanda, que se llevó de calle Cabo, el mejor de los peores, pero, de momento, el peor de los mejores.