En el presente curso, no hace falta mucho para animar a su compañero, el debutante Julen Martija. Ahora, Jokin es el padrino. “Trato de trasmitirle que hay que darlo todo en cada partido. No es necesario, ya que es muy competitivo”, afirma el delantero de Aspe. Después de una liguilla de cuartos de final a favor de corriente, controlada, las semifinales se les complicaron con la derrota en el Atano III ante Olaizola II-Imaz. Todavía hay colchón. Todo pasa por vencer en el Astelena el domingo a Ezkurdia-Zabaleta, un ventarrón de potencia.
Así las cosas, Altuna está disputando su primera liguilla de previa a una final del Parejas. Parece mentira. Con menos de cuatro cursos en el ruedo profesional, el guipuzcoano parece un veterano por cómo habla, por su saber estar y por encajar reveses y victorias. En el palmarés, la txapela del Cuatro y Medio conseguida el pasado 19 de noviembre ante Mikel Urrutikoetxea -un 21-22 delicioso- jalona de lana un futuro por explorar. El presente, entretanto, se le desborda entre los dedos como arena. “Hay que saber desconectar”, revela el artista guipuzcoano. Sigue estudiando. “Tienes que ver los fallos que has hecho, pero estoy aprendiendo que, cuando tienes una derrota muy dura, es en balde estar cuatro días cabizbajo. Eso te condiciona para el siguiente partido. Es mejor centrarte en lo que va a venir”, remacha y agrega que “pase lo que pase, tenemos que pensar que está siendo un buen campeonato. La valoración es buena, pero siempre quieres más”.
Altuna III tuvo que asumir galones en el arranque. “Al principio, Julen estaba nervioso. No sabía cómo iba a responder porque todo cambia mucho: la presión, el material es más exigente... Traté de darle confianza y conseguir los primeros puntos nos ayudó”, recita el amezketarra. Además, la buena relación personal entre ambos es fundamental. “Hablamos mucho durante la semana y valoramos las sensaciones que tenemos. También mantenemos el mismo preparador físico. Él nos ayuda. Es bueno llevarse bien fuera en los momentos complicados”, remarca Jokin.
Después de una txapela “Si no hubiera ganado la txapela del Cuatro y Medio, no sé si habría estado tan bien en este campeonato”, dice con aplomo Altuna III. Cogió la buena ola, ya que el curso ha sido “duro”, con muchos partidos. “Si pierdes, todo lo que viene después lo coges con tristeza. Al llevarte el título, vas muy a gusto al frontón, a disfrutar. Se vio eso en la primera vuelta”, sostiene Jokin, quien remacha que “no me veo mejor pelotari que antes por vencer en el Cuatro y Medio. Al final, el deportista quiere tener un buen palmarés y eso da caché y la gente te ve con más nivel”. La película no ha cambiado demasiado. “La txapela fue importante para mí, porque en 2016 la perdí 22-21 y, este año, haber vuelto a perder la final habría sido un golpe muy duro. Sabía que era un partido muy difícil”, finaliza el amezketarra.