donostia - De regreso en casa, tras “seis meses y medio sin competir, dos de ellos sin entrenar”, Ane Santesteban (Errenteria, 1990) vivía ayer la dulce resaca que han provocado en su cuerpo las cuatro etapas de la Setmana Ciclista Valenciana, su regreso a la competición. “Son días en los que no paras. Luego, cuando todo termina y te relajas, viene el bajón”, relataba ayer la ciclista guipuzcoana, “muy contenta” con las sensaciones experimentadas. “Voy más retrasada que las demás en cuanto a preparación, pero me vi mejor de lo que pensaba”, agrega a un par de semanas de que, el 16 de marzo, se cumpla un año del grave accidente que sufrió durante un entrenamiento.
Dos meses después del percance, ya en mayo, volvió a ponerse un dorsal, en la Bira. Pero quedaba camino por recorrer...
-En julio, tras el Giro, empecé a ver que algo no iba bien. Me empecé a sentir extremadamente cansada. No quieres admitirlo y sigues entrenando. Pero, en realidad, ni entrenas bien ni descansas bien. Llegó un momento, después del Europeo de agosto, en el que dije “hasta aquí”. No tenía sentido seguir de esa manera. Necesitaba una tregua, reposar la cabeza. Y con esto no me refiero a lo psicológico. Me refiero, simplemente, a que era la cabeza lo que tenía dañado, y debía recuperarme. Si te caes y sufres abrasiones, las heridas quedan a la vista. Pero las secuelas de mi accidente no eran tan obvias.
¿Qué síntomas sufría?
-Era un proceso con un orden muy claro. Empezaba con muchísimo cansancio. Después venían dolores de cabeza. Y luego padecía problemas en la vista. Veía borroso, como si hubiese humo o niebla. A la carretera no podía salir así, no me sentía cómoda. Así que entrenaba mucho en el rodillo.
En septiembre anunció que su temporada terminaba, que no iría al Mundial. Y en noviembre regresó a la actividad.
-Empecé muy poco a poco. Tampoco es que me costase. Pero, después de un parón largo, las cosas hay que hacerlas así. Arranqué cogiendo la bici dos días a la semana, compaginándola con salidas al monte, natación... Y luego, en diciembre, empecé a entrenar en la carretera con más asiduidad. Aunque sufrí un contratiempo.
¿Qué ocurrió?
-En Calpe, durante una concentración con el equipo, tuve una tontería de caída. En el instante no le di importancia. Pero pasé momentos duros cuando vi que, a raíz del percance, volvían los síntomas. La recaída me afectó a nivel físico, pero también lo hizo psicológicamente. Parecía que nada tenía sentido, y me llegué a plantear dejar la bicicleta. Es lo que se te pasa por la cabeza cuando ves que, al primer resbalón pequeño, regresan los problemas
¿Con qué perspectivas afrontó el pasado jueves el regreso a la competición?
-Me planté en la salida de la primera etapa de Valencia después de un mes entrenando sin contratiempos. Pero fui con dudas, eso no lo voy a negar. No sabía cómo me iba a encontrar, tras un año con tantos altibajos. Tenía muchísimo miedo. Aunque, al mismo tiempo, me sentía súper emocionada. De camino a la prueba se me saltaban las lágrimas.
En aquella primera etapa pudo ser 28ª, a solo un minuto y medio de la ganadora y llegando a meta en el segundo grupo.
-Pero no ofrecí mi nivel. Como te comentaba ahora, tenía muchísimo miedo. Así que fui en la zona trasera del pelotón, dejando bastante margen de seguridad. Se produjo una caída antes del puerto final, y empecé a subirlo cortada. Mis sensaciones, en cuanto a piernas, decían que podía haber estado perfectamente en el grupo delantero. Las demás etapas, en las que trabajé para mi compañera Marta Bastianelli, sí que me dejan muy contenta.
¿Qué calendario afronta ahora?
-Voy a pasar tres semanas en casa, entrenando. Después correré el Trofeo Alfredo Binda, en Italia. Y luego estaré en las clásicas de las Ardenas. Antes de la Bira, que se corre en mayo, competiré en Luxemburgo.
¿Es la Bira el objetivo de la temporada?
-Sí, uno de los principales objetivos. Siempre me la planteo así, desde que di el salto de la categoría sub’23. Se trata de la única posibilidad de correr ante familia y amigos, en mis carreteras.
Solo tiene contrato con el Ale Cipollini por esta temporada.
-En cuanto sufrí el accidente, el año pasado, se pusieron en contacto conmigo para decirme que estuviera tranquila, y que si quería continuar en el equipo esta campaña tenía las puertas abiertas.
Meses después, el Movistar creó una escuadra femenina...
-Se trata de un paso importante. Y necesario. Las ciclistas estábamos bastante abandonadas en España. Y ahora se abre una puerta grande.
¿Le aporta esa puerta tranquilidad de cara al futuro?
-Sí, está claro. Como en casa no se está en ningún sitio, aunque para mi actual equipo y mis actuales compañeras solo tengo buenas palabras. Estoy encantada, pero más adelante, cuando se acerque el final de la temporada, habrá que valorar las opciones que se presenten.