“Se trata de una disciplina a la que casi nadie se dedica en exclusiva. Al fin y al cabo, son solo cuatro carreras al año”, confiesa con modestia Osoro, quien reconoce, eso sí, que acostumbra a aprovechar esta época de la temporada para preparar los triatlones de invierno. Tiene títulos de España e incluso de Europa en categoría sub’23. Con los mayores ya había logrado dos platas. Y la semana pasada completó el círculo con un oro absoluto, imponiéndose por fin al catalán Joan Freixa. “El año pasado competí en cuatro pruebas y en tres de ellas fui segundo detrás suyo”, explica el eibartarra.

circuito complicado El esquema de los triatlones de invierno es siempre el mismo. En primer lugar, carrera a pie en una población ubicada en la zona baja del valle. Después, ascensión en bicicleta hasta la estación. Y finalmente, tramo de esquí de fondo para decidir la prueba. La víspera de la competición, Osoro lo tuvo difícil para bajar desde el lugar en el que estaba situada la meta. “Hicimos un entrenamiento arriba y para volver hubo que ponerle cadenas al coche. Estaba todo muy nevado”, explica el triatleta guipuzcoano, a quien la situación generó ciertas dudas de cara al tramo ciclista. “En estas carreras se utilizan siempre bicicletas de carretera. Pero la de Ansó es especial. Hay que salir en bicicleta de montaña, porque aquella zona suele estar como estaba la semana pasada, bastante complicada”.

La interrogante residía en qué ruedas utilizar, lisas o con clavos, un factor que podía marcar la diferencia. Y Osoro optó por ser cauteloso: ruedas con clavos. Terminó agradeciéndolo. “En la carrera a pie, de unos siete kilómetros, nos destacamos cinco. Después, en el tramo ciclista, se fue haciendo una segunda selección y nos quedamos solos Freixa y yo”. Eran 19 kilómetros de ascensión, los dos finales sobre un fino manto blanco. “El propio Freixa y el que acabó tercero llevaban ruedas lisas. Pero yo no controlo tanto como ellos, así que mejor salir como salí. Llegamos los dos juntos a la última transición, en la que él me cogió una ventaja de unos 20 segundos. Fui recortándole poco a poco hasta alcanzarle. Y un enganchón suyo a 500 metros de meta me permitió ganar sin un sprint que parecía cantado”.

El título supone gasolina súper para un Osoro que ahora completará la Copa de España de la disciplina antes de centrarse en el calendario estival. El Iron Man de Vitoria, en julio, empieza a asomar en el horizonte. Si hay algo claro es que, hasta su llegada, el eibartarra no va a parar de entrenarse. “Más o menos a mi bola con la bici y la carrera a pie. Y con la ayuda de Ander Romarate en la piscina”.