donostia - La maratón Zegama-Aizkorri cerrará mañana su periodo de preinscripciones con otro aluvión de corredores apuntados. A última hora de ayer la lista superaba los 8.300 nombres y solo hay 225 dorsales disponibles, así que hagan cuentas: toca a una plaza por cada 37 aspirantes.

Una lotería pura y dura porque, un año más, la organización asignará esos preciados 225 dorsales mediante un sorteo que se celebrará el 23 de febrero en el ayuntamiento de Zegama. El resto de plazas, hasta un total de 500, se distribuirán como en años anteriores: 125 dorsales se reservan para los diez corredores que han corrido las 16 ediciones de la carrera y para los mejores tiempos, tanto en hombres como en mujeres, de los dos últimos años; y otros 150 para compromisos de la organización, para corredores locales (todos los zegamarras tiene plaza garantizada), para los abonados al polideportivo del municipio, para las tres plazas que se sortean en la San Silvestre o para las que exige la dirección de la Copa del Mundo.

Pero hay tanta demanda que desborda la oferta. “Nos escriben corredores de todo el mundo. Este año tenemos peticiones de Sudáfrica, Estados Unidos, Argentina... Va a ser la edición más internacional de nuestra historia”, apuntan desde Amezti Mendi Elkartea, organizador de la prueba de 42 kilómetros y un desnivel acumulado de 5.472 metros.

La avalancha de peticiones que recibe la Zegama solo es comparable a la de la clásica cicloturista Quebrantahuesos que se celebra cada mes de junio en Sabiñánigo (Huesca). En esta prueba también la oferta se queda escasa. Este año se registraron 13.317 solicitudes para 7.500 plazas. Casi 6.000 aspirantes se quedaron fuera tras el sorteo que se realizó el 16 de enero. Eso sí, el negocio es el negocio y en el caso de la Quebrantahuesos se abonan cuatro euros por la preinscripción que no se recuperan luego si uno no obtiene uno de los dorsales. En contrapartida, se logra una plaza directa si durante tres años consecutivos no te sonríe la fortuna.

catalanes y extranjeros En la Zegama no se exige importe previo alguno al efectuar la preinscripción. Tampoco se garantiza plaza si no resultas afortunado en el sorteo durante varios años pero sí se premia la perseverancia. Es decir, por cada año que un corredor se apunta a la preinscripción recibe un número. Cuantos más números, más probabilidades de que te toque un dorsal, aunque todo es relativo. “Estadísticamente, hay corredores a los que nunca les va a tocar un dorsal”, afirman desde la organización. Hay corredores que cuentan con hasta diez números. Guipuzcoanos, navarros, vizcainos y alaveses son los más numerosos, si bien en los últimos años ha crecido la presencia de catalanes (supera a la de guipuzcoanos), y madrileños, así como extranjeros. Un programa informático se encarga de asignar los dorsales que tienen premio. Si un preinscrito logra una de las plazas, paga entonces la inscripción (70 euros) y el contador para el sorteo vuelve a cero.

Incluso para aquellos que completan la carrera con un registro notable se ha complicado la posibilidad de tener asegurado un dorsal. Hasta hace unos años, bajar de cinco horas era una garantía para disponer de una plaza directa. Sin embargo, las marcas han mejorado en los dos últimos años y cada vez hay que correr más rápido para repetir al año siguiente sin entrar en la tómbola de la Zegama.

El maratón no absorbe todas la peticiones y tampoco lo hace el kilómetro vertical que se celebra el viernes como aperitivo. Ayer había más de 900 inscritos (200 más que en 2017) para optar a uno de los 150 dorsales que se sortean. Incluso la Zegama junior, para participantes entre 16 y 18 años, ha duplicado el número de inscritos (50, frente a los 25 del año pasado), aunque en este caso no hay sorteo de por medio. Todo un alivio.