zumarraga - Eneko Lizarralde (Bergara, 1993) ha dejado de asomarse a las redes sociales. “Ahí todo el mundo comenta sus entrenamientos. ¿Qué voy a poner yo si apenas toco la bici?”. Mikel Elorza (Azkoitia, 1991) añade, medio en broma medio en serio, que durante semanas como las actuales prefiere no salir a la calle. “La gente siempre te comenta algo. Que a ver si ya he encontrado equipo, que a ver si sigo entrenando... Parece que no hay más temas de los que hablar”. Y Pello Olaberria (Mutiloa, 1994) también prefiere evitar ciertos ambientes. “El otro día me preguntaba mi madre que por qué ya no voy a ver carreras de ciclocross, que si me ha dejado de gustar”. Sigue siendo un gran aficionado, pero acercarse a cualquier prueba implicará tener que aguantar, entre comillas, los mensajes de ánimo y los consejos de quienes integran el mundillo de las dos ruedas. “¿La última? El otro día hubo quien me recomendaba recalificarme a aficionados”. Reunidos en torno a un café, una mañana de un día laborable cualquiera, los tres guipuzcoanos que este invierno han perdido su sitio en el pelotón profesional relatan cómo es la vida después del ciclismo. También podría contarlo un cuarto, Haimar Zubeldia. Pero el usurbildarra lo deja porque quiere. Ellos, obligados.

Sin equipo para 2018

Pello Olaberria conoció, con el verano tocando ya a su fin, que no continuaría esta temporada en el Euskadi Basque Country Murias. Dos meses después, a comienzos de noviembre, anunciaba su retirada con solo 23 años. “Me llamó Fran Contador, el hermano de Alberto, y me dijo que si no seguía corriendo me quería en su proyecto de equipo Continental, como masajista (tiene un título que le permite dedicarse a ello) o, llegado el caso, también como segundo director”. Cuando desde el Murias le comunicaron que prescindían de sus servicios deportivos, se interesaron igualmente por su faceta a pie de camilla. Pero Pello dijo no. “Salí del equipo muy dolido. Y además la oferta del Polartec-Kometa (la escuadra de la Fundación Contador) era bastante mejor. En el Murias habría cobrado por día trabajado, cuando en este proyecto voy a tener contrato fijo”, explica Olaberria sobre una escuadra que en 2018 da el salto al pelotón profesional y que él mismo, de amateur, ya integró en 2014 y 2015. “Solo he firmado por un año, pero el equipo se ha asegurado cinco. Con Alberto Contador e Ivan Basso en el organigrama, se abren muchas puertas. Estoy ilusionado, y me gustaría trabajar ahí más de una temporada”.

Eneko Lizarralde viene de compartir equipo con Olaberria en un 2017 “raro y duro”. Dos accidentes, uno en la Challenge de Mallorca y otro entrenando en Gorla, al lado de casa, lastraron su temporada. “No tuve la opción de correr ni de mostrar lo que llevaba dentro. Pero conservaba la esperanza de que en el equipo valoraran todo lo que había hecho en los años previos. Además, durante el segundo parón, en junio, me comentaron que estuviera tranquilo y que me recuperase con calma. Pude volver a la competición a finales de septiembre. Y fue entonces cuando me dije que, si a esas alturas de la temporada me volvían a colocar un dorsal, raro sería terminar viéndome en la calle. Pero solo unas semanas después, estando de vacaciones, recibí la noticia”. Adiós al Murias.

“Si la gente supiera...”

¿Y Mikel Elorza? El caso del veterano del grupo es distinto, porque hace un año ya se vio obligado a apurar para ser profesional. Terminó en el Amore & Vita italiano, donde solo ha dispuesto de doce días de competición. “Es complicado. Recalas en un equipo pequeño al que las invitaciones para correr llegan a última hora. Te avisan cuatro o cinco días antes y venga, a pelear. Empecé a gusto, pero los ciclistas locales tenían cierta preferencia, y se recurría a los demás para llenar huecos. Fue una bonita experiencia, pero te queda la duda de qué habría pasado compitiendo más. Para lo poco que corrí, pienso que no anduve mal”, explica el azkoitiarra, en ningún caso sorprendido por no continuar en la escuadra.

Con Pello iniciando ya una nueva vida, Eneko y Mikel aguardan, cada vez más escépticos, una llamada que les ofrezca una plaza en el pelotón profesional. “Esperanzas quedan pocas, la verdad. Mi preparador me hablaba el otro día de un opción que puede surgir y de la que, de momento, prefiero no saber mucho. Lo están hablando y a ver qué sale”, explica Lizarralde, cuyas palabras recoge Elorza. “Yo quiero seguir corriendo. He tenido mis posibilidades. Pero lo veo negro, porque no estoy dispuesto a continuar de cualquier manera”. El teléfono de Olaberria también sonó allá por septiembre y octubre. “Pero no me ofrecían buenas condiciones”. No es que estos chicos tengan el morro especialmente fino, ni aspiraciones grandilocuentes. No sueñan con salarios astronómicos. Solo buscan retribuciones dignas. “Si la gente supiera.... Muchos piensan que, por el simple hecho de haber sido corredores profesionales, nos sobra la pasta”.

Pero no. Hay quien que corre gratis. “Y pagando”, añade Mikel Elorza, que narra su reciente experiencia italiana. “Compañeros me explicaban cómo allí había gente que andaba muchísimo y que, sin embargo, no tenía equipo. ¿Qué pasaba? Pues que hay chavales muy desesperados. Eso, y que también los hay con gente dispuesta a apoyarles económicamente, o con patrocinadores. Pagan por correr. Y ciclistas de mayor nivel se quedan fuera”, expone el azkoitiarra, frustrado también por la coyuntura en que él y sus dos compañeros se han quedado sin sitio en el pelotón. “Los tres que estamos en esta mesa tenemos nivel para competir en categoría Continental Profesional con el Murias. Vendieron que querían construir una especie de selección vasca, un proyecto que puedes compaginar con la llegada de dos o tres foráneos. Pero lo cierto es que están trayendo más de esos dos o tres. Cada cual hace lo que quiere con su dinero. Aunque, visto lo visto ahora, de inicio tenían que haber vendido otra cosa. Porque una selección vasca no son”.

Más plazas

Pello Olaberria escucha atento a Elorza, y retoma su discurso de cinco minutos antes, cuando había asegurado sentirse “dolido” con la escuadra que dirige Jon Odriozola. “Creo que cumplí con todos los objetivos que me marcaron. Todavía no me explico los motivos por los que no he renovado. Hubo gente en el equipo que rindió menos”. Eneko Lizarralde, por su parte, tiene sentimientos encontrados. “Mi caso es especial. He estado cinco años seguidos con Jon, primero en el Gipuzkoa de aficionados y luego en el Murias. Ha sido como un padre para mí. Estoy dolido, como es lógico. Pero sigo teniéndole aprecio. Y eso lo hace todo más duro. Suele ocurrir cuando te falla alguien cercano. Mi año fue muy duro, casi me voy al otro barrio... Uno siempre es consciente de que, tarde o temprano, tendrá que colgar la bicicleta. Pero nunca imaginas que todo ocurra así, y menos en un equipo de casa”.

Y es que la situación de Olaberria, Lizarralde y Elorza resulta paradójica, al coincidir en el tiempo con un invierno durante el que los proyectos del propio Murias y la Fundación Euskadi han dado pasos adelante. “Hubo años en los que, por mucho que anduvieras, tenías muy difícil encontrar un equipo en profesionales. Ahora contamos con dos posibilidades en Euskadi, y eso es bueno”, reconoce el propio Elorza pese a sus críticas previas. “La verdad es que el panorama tiene buena pinta, si no hay disputas entre los dos equipos”, añade Eneko Lizarralde, quien nunca tuvo la opción de bajar a la estructura de Mikel Landa. “Hicieron las cosas bien y, para cuando me quedé en el paro, ya tenían todo el equipo completo”.

Mirando al futuro

Pello Olaberria confiesa que aún pasa momentos “de envidia” cuando convive con los jóvenes corredores del Polartec-Kometa, pero se felicita de seguir vinculado al ciclismo. “Es lo que quería”. Elorza, por su parte, ya ha tenido alguna oportunidad para empezar a trabajar, en empleos ajenos a su deporte. “Todavía no me veo. Voy a apurar para seguir siendo ciclista. Pero si termina tocando, tocará”. Y Lizarralde, con título universitario de ingeniería, comparte esta postura. “Yo no había enfocado mi vida a ejercer desde los 24 años, trabajando horas y horas diarias en una oficina. Aunque también soy consciente de que algo habrá que buscar si termino retirándome”. Mikel todavía sale a la carretera a menudo para entrenarse, mientras Eneko mata el gusanillo con escapadas al monte y al gimnasio. No es lo mismo. “Mi madre anda asustada con lo poco que como. ¡Pero si no hago nada! No me pongas más, le digo”. El anecdotario da mucho de sí conforme la charla va concluyendo, y los tres coinciden si se trata de caprichos culinarios. “Estando en activo todo supone una tentación. Pero, ahora que apenas entrenamos, esas mismas cosas ya no te llaman en exceso”. Algún que otro teléfono ha sonado durante la entrevista. Nada importante. Enero avanza hacia su ecuador, y Eneko y Mikel siguen sin equipo. Pello ni lo espera. Cada uno se marcha a su casa. Dan la hora de comer. Pero el hambre ya no aprieta tanto. Es la vida tras el ciclismo.

Tres años en profesionales. Coincidió con Jon Odriozola durante sus dos últimos años en aficionados, en el Gipuzkoa. Pasó a profesionales de la mano del oñatiarra y Murias, donde ha militado durante tres campañas desde 2015.

101

Su currículum incluye 101 días de competición en categoría profesional. Ciclista batallador y habitual en las fugas, se adjudicó la general de las metas volantes en la Vuelta a Burgos de 2016.

Su 2017. Vivió una temporada marcada por dos accidentes, el segundo al esquivar un camión mientras entrenaba. Solo pudo competir 21 días.

“Cuando me hicieron reaparecer en septiembre tras la caída, pensé que sería raro irme a la calle”

eneko lizarralde

Bergara (1993)

Una temporada en Italia. Destacó en aficionados en las filas del Goierriko Ampo, ganando etapas en Galicia, León y Lleida. Debutó en profesionales en 2017, de la mano del Amore & Vita italiano, compitiendo sobre todo durante los primeros meses de la temporada.

12

Ha competido doce días en profesionales, todos en 2017, el último en la segunda etapa del Tour de Utah (el pasado 1 de agosto), en la que se retiró.

Su 2017. Pese a militar en un equipo italiano, apenas corrió en el país transalpino. Sus directores le utilizaron principalmente en pruebas del calendario internacional.

“Quiero seguir corriendo y he tenido mis opciones, pero no me ofrecían condiciones dignas”

mikel elorza

Azkoitia (1991)

Dos campañas en la élite. Dio el salto a profesionales en 2016 tras dos campañas en la Fundación Contador. Tras un período de dos temporadas en la élite con el Murias, regresa a su anterior equipo, ahora para ejercer de masajista y segundo director.

101

En dos años como profesional, Olaberria calca la cifra de días de competición que ha firmado Lizarralde en tres temporadas, 101. Se recuerda su papel en la Challenge de Mallorca de 2017, en la que integró una fuga por jornada.

Su 2017. Fue muy utilizado por el Murias, ante la plaga de lesiones y bajas que sufrió el equipo.

“Estoy dolido con el Murias. Sigo sin explicarme por qué no me renovaron el contrato”

pello olaberria

Mutiloa (1994)