usurbil - A eso de la una menos cuarto de la tarde, Haimar Zubeldia decía sentir “orgullo” ante todo lo que estaba viviendo en su Usurbil natal. Los actos de reconocimiento a 20 años de carrera profesional en el pelotón ciclista habían arrancado el miércoles: exposición, charla, un coloquio... Un compendio de festejos que parecían culminar con unas guindas tan multitudinarias como apropiadas. A primera hora de ayer sábado, el excorredor se subió a lomos de su bicicleta de montaña, disciplina en la que se está prodigando tras su retirada en junio, para subir al Andatza acompañado de un buen número de seguidores. Después, a media mañana, dio una vuelta más pequeña, seguido en esta ocasión por los más txikis.
Nada más completar el animado circuito, el usurbildarra, tan buen profesional como modesto y discreto, parecía combinar el mencionado “orgullo” con cierto alivio. Los homenajes ya habían terminado. O eso creía él. Pero no había llegado aún el momento de disfrutar en torno a una mesa de sidrería. La plaza del municipio guipuzcoano albergó una serie de reconocimientos, encadenados unos y otros, que sorprendieron y agradaron a partes iguales a Zubeldia. El exciclista pasó de orgulloso a abrumado, en el buen sentido de la palabra.
Haimar disputó su última carrera como profesional el 29 de julio, con motivo de la Clásica San Sebastián. Había anunciado su retirada solo doce días antes, durante la jornada de descanso del Tour. Y hasta el domingo 23 compitió en las carreteras galas. Todo ello, traducido a efectos prácticos, dejó a los suyos sin casi margen de maniobra de cara a organizar homenajes como el ayer tributado. Su peña reaccionó lo suficientemente rápido como para organizar un viaje a los Campos Elíseos, y para agasajar al de Usurbil en el Boulevard donostiarra. Pero el plato fuerte se sirvió ayer, 18 de noviembre.
No faltó nada ni nadie. Familiares. Amigos. Compañeros, con su inseparable Markel Irizar a la cabeza. Sorpresas. Bertsos. Y una organización que cuidó hasta el más mínimo detalle para diseñar una jornada a imagen y semejanza de su protagonista: sencilla, discreta, completa y emotiva. Haimar, orgullo de Usurbil.