La de Johann Trollmann es una de las millones de historias cercenadas por el régimen nazi. La mayoría anónimas, ocultas entre tantas otras. Alguna más conocida, como la de este boxeador nacido el 27 de diciembre de 1907 en Wilsche y que estaba llamado a ser uno de los grandes de su deporte. Sin embargo, su condición de sinti -nombre que recibe una de las poblaciones gitanas que en su momento ocupaban países como Alemania- le hizo ser apartado. Marginado. Muchos años después, el escritor italiano Dario Fo (fallecido el 13 de octubre del pasado año) la recordó en el libro El campeón prohibido, publicado por Siruela.
Con apenas ocho años, el pequeño Johann Trollmann acompaña a un amigo a un entrenamiento de boxeo en Hannover, donde reside, y quedó entusiasmado. Tanto, que al día siguiente se apunta al gimnasio y pronto empieza a impresionar por sus maneras. La conversación entre sus dos profesores menos de dos semanas después de empezar así lo demuestra. “¿Cómo es posible que un chiquillo de ocho años, después de solo diez días de entrenamientos, demuestre tantas cualidades?”, pregunta uno. “Lo único que le he enseñado estos días ha sido lo de siempre: la posición, algunos movimientos para esquivar al rival... Exhibe una técnica de boxeo completamente fuera de lo normal”, responde el otro.
sin juegos olímpicos Con apenas doce años, acude a un campeonato de promesas de la Baja Sajonia y logra la plata. “Tienes madera de campeón”, le revela en ese momento su profesor, según se puede leer en el libro. En 1925, con 18 años, disputa un campeonato amateur cuyos ganadores irían a los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928. Trollmann gana en su categoría pero, a la hora de elegir al representante alemán para la cita olímpica, la Unión Pugilística Nacionalsocialista escoge a un boxeador de Hamburgo, Walter Cunow. En la reunión en la que se debe decidir a los representantes germanos en Amsterdam, se pone sobre la mesa su condición de gitano. “Se preguntan si un sinti puede representar al gran Reich alemán en los Juegos”, escribe Dario Fo.
Tras la decepción de no ser escogido para los Juegos por motivos extradeportivos, en 1929 decide hacerse profesional. Su figura ya es muy conocida en Alemania, le llaman Rukeli, que viene a significar algo así como árbol fuerte o robusto, y es un ídolo, sobre todo entre las mujeres. Su estilo llama la atención, porque se basa en una extraordinaria movilidad de piernas con la que logra zafarse de los ataques de sus rivales. El autor del libro se pregunta si ese estilo proviene de sus raíces sinti, un pueblo que muestra gran entusiasmo por la música y el baile. Sus tres primeros combates como profesional se saldan con victoria y conoce a Olga, una camarera con quien luego se casaría.
corona arrebatada Mientras, el 30 de enero de 1933 Adolf Hitler presta juramento como canciller del Reich, lo que complica la situación de los no arios en Alemania. Poco después se le impide pelear a un boxeador judío, Erich Seelig, y en junio de ese mismo año Johann Trollmann disputa el campeonato alemán de pesos medios ante Adolf Witt. La superioridad de Rukeli sobre su rival es evidente y en un momento del combate Georg Radamm, presidente de la federación alemana, se lleva la corona del ganador mientras pelean. Después de doce asaltos deciden que no hay ganador. “Es mejor un nulo que la victoria de un gitano saltarín”, dice Radamm a los árbitros. Se forma tal escándalo entre el público que al final le declaran ganador. Sin embargo, ocho días después los periódicos se hacen eco de una nota de la federación: “El combate se declara no evaluable a causa del insuficiente rendimiento de ambos boxeadores. El título de campeón de Alemania de los pesos semipesados se le retira al boxeador Johann Trollmann”.
La Unión Pugilística Nacionalsocialista lo justifica diciendo que su estilo “no es aceptable” y le ofrece la oportunidad de volver a boxear, eso sí, al estilo alemán, sin utilizar su movimiento de piernas. “Me han arrebatado el título sin una razón deportiva, solo porque soy de raza sinti”, se lamenta, según escribe Dario Fo. “Y ahora tengo que aprender a boxear como un alemán, como un ario, quieto en el ring, cuando es precisamente mi estilo lo que me permite ganar”.
La pelea es el 17 de julio de 1933 y Trollmann se presenta al combate contra Gustav Eder con el pelo teñido de rubio y el cuerpo y la cara rociados con polvos de talco, ante el estupor general. “Habéis querido que pelee como un ario”, les dice a los jueces, que le responden: “Recuerda bien cómo tienes que luchar, como un alemán, o estás acabado”. Sin poder bailar, Trollmann no es el mismo y en el intercambio de golpes, pierde. A partir de ahí no se le permite pelear más y se limita a combates clandestinos, pero en mayo de 1934 le quitan la licencia.
al campo de concentración Es el fin como boxeador para Trollmann, que un año después se casa con Olga, con quien tiene una niña. Sin embargo, la persecución a los sinti es ya total. Se ve obligado a divorciarse de su mujer para que ella y su hija estén a salvo y en 1942 es trasladado al campo de concentración de Neuengamme, en el norte de Alemania. Un comandante lo reconoce y le obliga a boxear con otros guardias. Sin embargo, Trollmann está débil y encaja golpes en los entrenamientos.
Enfermo por una diarrea de la que no se cura y por los golpes recibidos, le llevan a otro campo de concentración, Wittenberg. Allí uno de los jefes, Emil Cornelius, también lo reconoce. Combaten un domingo por la mañana y Trollmann lo derriba. Días más tarde está trabajando, cargando fardos de heno, y Cornelius, humillado por su derrota a manos de un sinti, se le acerca por detrás “blandiendo un bastón y primero lo golpea en la cabeza y después otra vez en la cabeza y en todo el cuerpo”, acabando con su vida el 9 de febrero de 1943. Es el triste final del boxeador que pudo reinar y el régimen nazi se lo impidió.
EL CAMPEÓN PROHIBIDO
Autor: Dario Fo
Editorial Siruela
176 páginas