Hacer las cosas bien no siempre tiene premio. Hubo un tiempo reciente en el que la falta de equipos y estructuras profesionales no garantizaba dar el salto al pelotón profesional a los ciclistas que despuntaban en Euskadi. Pero la aparición del Murias, escuadra a la que ahora se une la Fundación Euskadi, ha cambiado el panorama vasco. Lo ha hecho hasta el punto de que a nadie le ha pillado por sorpresa que los guipuzcoanos Iker Azkarate y Mikel Alonso, ganadores en 2017 de Euskaldun y Lehendakari respectivamente, vayan a correr el año que viene en la elite con los colores del conjunto apadrinado por Mikel Landa.
El joven urnietarra (21 años recién cumplidos), ya manifestaba hace unas semanas en este periódico su ilusión por continuar en la estructura y aprovechar el paso adelante que esta protagonizará en 2018. Y Azkarate (Lazkao, 1994) se felicita ahora de que su “esperanza” se haya traducido en una realidad. “Estaba una tarde viendo una carrera por televisión y de repente sonó el teléfono. Me llamó el propio Mikel Landa para explicarme el proyecto y proponerme formar parte de él. Que fuera él quien se puso en contacto conmigo es algo que me llenó”, recuerda el vencedor de la general del Torneo Euskaldun, a quien en su todavía equipo, el Caja Rural amateur, ya habían advertido de que no iba a dar el salto con la escuadra profesional de los navarros.
una apuesta fuerte “Con la temporada que me ha salido, pensaba que tenía muchas opciones de que llegara la oportunidad. Pero, a mis 23 años, también me había hecho a la idea de colgar la bici si no surgía nada”, comenta Azkarate, que vivía centrado únicamente en el ciclismo. “Terminé en la ikastola y empecé a trabajar con el aita en la carpintería. Pero de eso hace ya un tiempo. Últimamente he estado enfocado solo al ciclismo”, relata el lazkaotarra, cuya dedicación no ha tardado en dar sus frutos. “Ganar el Euskaldun exige estar ahí toda la temporada. Arrancas en Zumaia en invierno y terminas en septiembre en Alsasua. Hay que ser regular y yo lo he sido”.
Azkarate afronta con ambición su primera campaña en el pelotón profesional, en el que ya ha competido en calidad de staggiare con el Caja Rural. “No te creas”, dice preguntado por el nivel de la elite. “Ahí todo el mundo tiene dos brazos y dos piernas. En el Gran Premio Agostinho de Portugal, por ejemplo, hice una 17ª plaza en la etapa reina, con muy buenas sensaciones”. La cosa cambia, en cualquier caso, cuando hay equipos del World Tour de por medio. “Ahí sí que se corre. Mucho y desde el principio. Aquellos están cinco puntos por encima”, recuerda el escalador guipuzcoano, que en 2016 estuvo en la London Ride Classic, codo a codo con Boonen o Froome.
Concluida la campaña hace ya más de dos semanas (con triunfos en Irun y Berriatua además de la general del Lehendakari), el lazkaotarra ha ido bajando poco a poco el pistón de los entrenamientos hasta iniciar durante estos días su descanso previo al arranque de la pretemporada. Todo ha ido como la seda, a excepción de un virus que le afectó en verano. “No recuperaba. Salía a entrenar muy fatigado. Hasta que me hicieron unas pruebas y me lo detectaron todo. Tuve que andar un poco más tranquilo para volver a adquirir un buen estado de forma, de cara a las últimas carreras del año”. El resultado en las mismas supuso la confirmación de la victoria en el Lehendakari, y la transición perfecta hacia un 2018 ilusionante.