donostia - Los aficionados esperaban impacientes la llegada de las regatas en mar abierto y, una vez más, el campo de regateo donostiarra no defraudó a nadie. El numeroso público que ayer se agolpó en las inmediaciones del Paseo Nuevo pudo observar las primeras empopadas de la temporada en una jornada que consolidó a Orio como una de las traineras favoritas para llevarse las victorias. Los aguiluchos sumaron su segundo triunfo del curso manejándose a las mil maravillas en las movidas aguas de la bahía. Para ello, Jon Salsamendi alineó a una renovada tripulación que contó con los pesos pesados de la plantilla amarilla; a diferencia del sábado, Xabier Arregi, Alexander Esteban, Jon Albizu, Josu Indo y Jon Agirrezabala sí bogaron ayer, dotando a Orio de unos vatios que les fueron necesarios en los largos de ida.
Los oriotarras llegaban a Donostia con la misión de revertir el discreto quinto puesto de la víspera, y lo hicieron de un modo espectacular. La San Nikolas bogó en la segunda tanda junto a Cabo, San Pedro y un sorprendente Ondarroa que, brilló una jornada más logrando un cuarto puesto que no entraba en sus planes. El trabajo de Jon Iriondo a las riendas de la Antiguako Ama está surtiendo efecto de tal manera que los ondarroarras son quintos en la clasificación general. Ayer demostraron su valía al aguantar en el primer largo las embestidas de un intratable Orio que marcó el mejor registro entre los doce botes que se dieron cita en Donostia.
El equipo amarillo comenzó a labrar su victoria en los primeros compases. Los patroneados por Gorka Aranberri salieron a un ritmo de 43 paladas por minuto, el más bajo entre los cuatro botes de la serie, y pusieron rumbo a las balizas exteriores redondeando bien cada una de las paladas, lo que les sirvió para conseguir una remada continuada sin que las olas de proa les hicieran mella. Una vez virado el bote, los oriotarras aprovecharon la marcada ola de la primera calle para volar hacia las balizas interiores. Los oriotarras repitieron la jugada en la segunda mitad de la regata, ganando con autoridad su tanda aventajando en 38 y 54 segundos a Ondarroa y San Pedro -que terminó la regata con el trinque roto-, respectivamente, y en más de un minuto a un flojo Cabo.
Esfuerzo baldío Tras la exhibición oriotarra, estaba por ver lo que podía dar de sí la tanda de honor, pero ni Hondarribia ni Urdaibai pudieron derribar el buen registro amarillo. Ambos fueron cabeza de regata en distintos momentos de la serie, mejorando los tiempos de Orio, pero al final no pudieron llevarse la victoria.
No obstante, los dos primeros botes de la general hicieron disfrutar a los aficionados con su pugna. En el primer largo, los bermeotarras enseñaron la popa a los guipuzcoanos, pero los verdes dieron la vuelta a la situación nada más salir de la primera ciaboga. Ioseba Amunarriz viró rápido la trainera con la ayuda de unos remeros que nivelaron bien el bote. Eso hizo que la Ama Guadalupekoa empopase la primera ola que le llegó, dejando atrás a un Urdaibai que fue incapaz de reaccionar a la primera. Luego sí, los bermeotarras nivelaron la serie con tres empopadas seguidas que les acercaron a los hondarribiarras, alcanzado la segunda boya casi a la par.
De ahí en adelante, los dirigidos por Joseba Fernández metieron una marcha más haciendo valer una mayor fuerza bruta, y ganaron terreno respecto a los verdes llegando a la última ciaboga seis segundos por delante. Una diferencia que se agrandó con el paso de los minutos y que fue de cinco segundos en la línea de meta. Por detrás de ellos, un discreto Kaiku que se conformó con el sexto puesto y un Zierbena que decepcionó siendo penúltimo por segunda vez en cuatro regatas.
En la primera tanda, un digno San Juan se sacó la espina de la víspera ganando con holgura su tanda por delante de un Tirán asombroso. Los de Moaña quedaron en un meritorio octavo puesto que no hace justicia con el nivel exhibido. Los gallegos comandaban su tanda en la primera ciaboga, cuando queriendo cerrar rápido la maniobra arriesgaron mucho dejando poco espacio entre el bote y la baliza. Fue entonces cuando una ola les arrastró, propiciando así una enganchada que tiró por la borda un gran trabajo que les haría estar unos puestos más arriba en la clasificación final.