Donostia - Invocó con descaro Oinatz en Tolosa al genio y al ingenio -características ambas que cosen su repertorio de manista acunado en las faldas de una montaña llamada pelota, amamantado en los recovecos de un juego que no guarda secretos para él-, para aferrarse al Parejas y tumbar a los guipuzcoanos Irribarria y Rezusta -los gigantes del campeonato, a los que también derrotaron en la primera vuelta-, por un dedo. Una apuesta cruda. Saltó la banca en Tolosa. Bengoetxea, mago y estajanovista, se sacó un gancho de la chistera repleto de fe y de valentía -desde el cuadro cuatro únicamente se cruza los dedos para cantar bingo- y alcanzar un islote llamado esperanza. “Teníamos que arriesgar”, estableció el delantero. Bengoetxea y Larunbe respiran. Hay vida tras lograr el cuarto triunfo. Allí refugió el leitzarra su remate, sideral por la distancia, que derrocó a los gobernantes de un torneo enredado al máximo, una maraña de lana salvo para el campeón manomanista y el dinamitero de Bergara, que silban desde la atalaya del torneo a la espera de certificar su entrada a semifinales con una victoria.
Oinatz, rebelde con causa, improvisador y pizpireto, rescató el errático inicio de Larunbe, para construir una remontada mezclando coraje y su inconfundible manual de estilo que le sitúa en el centro del escenario. Desde allí irrumpió su capacidad para la inventiva y su abrazo amigo para serenar a Larunbe, que se enderezó a tiempo empujado por el ímpetu de Oinatz, siempre a toque de corneta. El duelo nació torcido para Bengoetxea y Larunbe, atropellados por el arranque explosivo de Irribarria y Rezusta, que tomaron vuelo con un 6-1 y un 9-3. En ese tramo el galdakoztarra acumuló cuatro errores. Los vatios que descarga la mastodóntica pegada de Irribarria y Rezusta apergaminaron al vizcaino hasta el meridiano. Entonces roló el viento, con el 12-6. La tormenta perfecta.
Serenado Larunbe, que logró aliviar la presión de Rezusta, Bengoetxea dio rienda suelta a su catálogo e Irribarria y Rezusta se fueron encasquillando. La cascada se fue secando. Se endureció el debate, que se acercó a las distancias cortas, donde mejor se guía Oinatz, siempre dispuesto a descargar su talento e introducir la duda en sus rivales. Partió en cinco ocasiones a sacar del txoko al ancho para incomodar a Rezusta.
En el vis a vis con Irribarria, el leitzarra sacó la lijadora. Entró el duelo en otra dimensión. Los nervios apelmazaron a Irribarria y Rezusta, a los que dieron caza Oinatz y Larunbe en el 19º cartón. Se adelantaron hasta el 21-19 pero un sotamano de Irribarria y una dejada bajo chapa de Bengoetxea VI dejaron el duelo para el pestañeo final. Oinatz continuó con el discurso de los genios. Frotó la lámpara y cerró los ojos. A todo o nada. Un genio. Un deseo: todo.