Donostia - Dice Mikel Aierbe que la idea de abandonar la práctica profesional de la pala está “muy meditada”. El zaguero de Zarautz, un auténtico competidor, palista de garra, se despide junto a uno de sus mejores amigos en la empresa, Esteban Gaubeka, ante Erik Zubiri e Imanol Ibáñez.

Se retira el sábado de la pala profesional, ¿por qué dice adiós?

-Ha sido un proceso muy pensado. Ha sido un cúmulo de todo. Voy a hacer cuarenta años y jugar en la élite de la pala tiene una exigencia. Tienes que dar un nivel. Además, la ilusión y la motivación han bajado y yo no me he visto a tanto nivel como otros años. Es un cúmulo de cosas. Por otro lado, está mi vida personal. Es el momento ideal. Es el fin de una etapa.

Comenzó su carrera deportiva en el frontón del Club Deportivo en Bilbao en las navidades de 2002. ¿Con qué sabor de boca se queda?

-Me quedo con un regusto positivo después de todo lo que nos ha pasado. Hemos vivido cuatro empresas, el cierre del frontón, el cambio de frontón largo al corto, la eliminación de los corredores? Aun así, en general, ha sido una etapa positiva.

Continué.

-Personalmente, viví además dos operaciones en la muñeca, que eran complicadas y salí para adelante. No hay que olvidar las txapelas del Mundial de Parejas con Esteban Gaubeka, la Liga y el Open Internacional con Fusto contra Gaubeka e Imanol. Fueron momentos muy especiales.

¿De su carrera se queda con esos títulos o ha habido otros aspectos de su vida deportiva que le han llenado más?

-Mis comienzos en el Deportivo también fueron muy bonitos. Gané consecutivamente los dos Individuales de Segunda y dos de Parejas de Segunda. Fue prometedor, pero mis últimos años de Innpala, con los triunfos del Mundial de 2013, la Liga de 2014 y el Open de 2015, han sido los mejores.

¿Y en lo personal?

-Tengo grandes amigos. Hemos pasado buenos ratos en el frontón.

Quedará su sello competitivo.

-Ese ha sido mi ADN. Nunca he sido ni técnico ni pegador. He sido un palista que lo he dado todo tanto entrenando como jugando. Era un contrincante difícil por el ritmo y por la intensidad que le ponía.

Incluso, jugó de delantero en la última época con Innpala.

-Soy muy salsero. No quería quedarme con la espina de no haberlo intentado, pero fue muy tarde. Fue con 36 años. No me arrepiento de nada, pero fue duro. Visto ahora mismo, y aunque yo soy de probarlo casi todo, mi sitio está atrás.

Ha vivido cuatro generaciones de pelotaris en estos catorce años, ¿quién es el mejor palista que ha visto?

-Pablo Fusto. Para mí, quizás sea decir mucho, está en el ramillete de los tres mejores de la historia. También está Esteban Gaubeka, con el que ha sido una maravilla jugar.

Con el delantero vizcaino ha vivido momentos muy importantes en su carrera, ¿no?

-Con Esteban me une un trato personal muy bueno. Somos parecidos en la cancha. Hemos disfrutado mucho y nos hemos enfadado también. Con el que más te quieres, más te enfadas. Junto a Esteban he disfrutado un montón. Sin embargo, con Fusto me he llevado muy bien fuera de la cancha, pero dentro nos ha costado siempre compenetrarnos.

Gaubeka y usted son dos palistas de raza. Muy viscerales.

-Ha sido muy bonito. Con solo mirarnos sabíamos qué teníamos que hacer y si había que apretar o no. Eso ha sido una gozada. Ese feeling no lo he tenido con nadie. Somos temperamentales y sabemos cuándo gritar o apretar. Aun así, ha habido días en los que nos hemos pasado de rosca, nos hemos ido a casa sin hablarnos y nos hemos llamado para pedir disculpas. Eso es bonito. Es señal de que hay confianza. Hemos formado una pareja difícil de ganar y muy poderosa.

Se despide con él.

-Lógicamente. Es la persona idónea y jugamos, además, en su pueblo. Armintza siempre me ha hecho sentir como en casa y les agradezco a todos, desde el club de pelota al Ayuntamiento, que vayan a despedirme. Quitando el Deportivo o el Bizkaia, ha sido el sitio en el que más querido me he sentido. Armintza tiene un carácter más familiar.

¿Habrá nervios el sábado?

-Voy con la intención de que sea una fiesta, disfrutemos, nos peguemos una buena sudada y salga un día bonito. No sé si tendré nervios, pero pienso que no. Eso sí, viviré momentos emotivos.

¿Qué es lo que más echará de menos cuando se retire del campo profesional?

-El vestuario y el cachondeo de los entrenamientos. Llevo muchos años. Algunos hemos hecho mucha amistad y confianza. Seguiré en contacto con mis compañeros y trataré de mantener a mis amigos.

¿Dejará la pelota?

-Me gusta mucho jugar a pala. Intentaré montar una cuadrilla para seguir haciendo partidos entre semana. Quiero que se convierta en un hobby. Ahora, quiero disfrutar de la pala corta, porque la pala es muy dura con cuarenta años. Ha llegado el momento en el que disfruto más entrenando que compitiendo, porque existe una gran responsabilidad. No me hace falta vestirme de blanco para salir a disfrutar.

¿Cómo estaba la pala cuando debutó y cómo está actualmente?

-Cuando entré también decían que la pala estaba en crisis y me voy y sigue igual. Antes era distinto, éramos un cuadro más amplio, había más festivales y más movimiento. Ahora, estamos diez en plantilla y disputamos partidos semanales. El ritmo de competición ha bajado un montón. El nivel deportivo, eso sí, se mantiene. Cuando se reduce el cuadro, el nivel sube.

¿Alguna espinita?

-Ninguna.