donostia - El Giro es la carrera fetiche de Beñat Intxausti. Su romance rosa, el que nunca le falla. En esta edición, las cosas no empezaron bien para el ciclista del Movistar. El calor en La Spezia le dejó fuera de juego, tocado, sin opciones de optar a la general. Pero Intxausti tiene muchas balas en la recámara. Si falla en un objetivo apunta a otro. Y ayer acertó de lleno en la diana. A la primera oportunidad, el zornotzarra consiguió la victoria en el Campitello Maeste. A lo grande. A lo campeón. Beñat entró en la fuga inicial, supo aprovechar el momento para lanzar el mazazo definitivo y fue el primero en coronar un exigente puerto reservado para los más grandes. No en vano, entre sus vencedores se encuentran leyendas del ciclismo como Bernard Hinault o Franco Chioccioli, entre otros. Lista de grandes nombres entre los que figurará desde ahora Beñat Intxausti. Además, la jornada tuvo un sabor especial para el ciclismo de Euskadi. Mikel Landa completó el doblete vasco. El alavés se quedó a solo veinte segundos, con la miel en los labios. Su golpe al manillar a la hora de cruzar la meta mostró su enfado, su ira por perder la ocasión de coronarse en una grande. Los cantos de gloria fueron para su antiguo compañero en Euskaltel Euskadi, pero eso no apaciguó al del Astana. Ser segundo nunca gusta y a un luchador como Landa menos, que pese a su disgusto ayudó a colaborar en la fiesta del ciclismo vasco.

Nada más sonar las primeras trompetas de guerra, Intxausti se lanzó presto a la batalla. Las escapadas se sucedieron una tras otra y Beñat entró en todas. Era el día marcado en rojo en el calendario y no se podía escapar. Al final, el zornotzarra consiguió entrar en la fuga definitiva junto a Betancur, Pellizotti, Bongiorno, Samoilau, Reichenbach, Niemec, Finetto, Danielson, Zakarin y Vandewalle, a falta de todavía 120 kilómetros para la meta. Por delante de todos ellos, Sven Kruijswijk lideró la carrera en solitario, en busca de realizar una jornada épica. El holandés coronó en primer lugar el Forca d’Acero, pero su aventura terminó en la siguiente bajada cuando fue engullido por un pequeño grupo de perseguidores que habían saltado a su caza. Por detrás, Intxausti aguardó su momento y dejó que sus compañeros del día marcaran el ritmo para llevarle poco a poco hacia los puestos de cabeza. Sangre fría antes de la dentellada letal.

El Campitello Matese esperó a los ciclistas con su alta figura amenazante. Un puerto de trece kilómetros, con pendientes de hasta el 12%. Kruijswijk dejó atrás a Betancur y Vandewalle. Otra muestra de valentía del ciclista holandés. Incisivo hasta el final y siempre dispuesto a dar espectáculo, pero demasiado impulsivo. La precipitación le jugó una mala pasada y en las rampas finales sus fuerzas comenzaron a menguar, las piernas ya no funcionaban y los perseguidores cada vez estaban más cerca, entre ellos, Intxausti, con el cuchillo entre los dientes.

Los fugados fueron cediendo uno a uno ante la dureza del Campitello Maeste. Kruijswijk sufrió a cada pedalada y, por detrás, Intxausti mostró su versión más astuta. Lejos de mostrar su fortaleza, el zornotzarra pareció que se quedó en más de una ocasión, mientras Reichenbach lo llevó poco a poco hasta la cabeza de carrera. Una vez liderando la prueba, el ciclista del Movistar sacó todas sus fuerzas guardadas y lanzó un ataque letal, imposible de responder por sus adversarios. Directo hacia la victoria, directo a alargar su romance en la Corsa Rosa. Júbilo total en la llegada y una victoria que hace que, una vez más, Intxausti sonría en el Giro pese a que su inicio no había sido nada prometedor.

landa vence a los ‘gallos’ Mientras Intxausti viajó a toda velocidad a por la victoria de etapa. Las principales espadas se enzarzaron en una batalla en busca de arañarse unos cuantos segundos de cara a la general. Fabio Aru, con la valentía de la juventud por bandera, abrió la veda, pero su ataque fue respondido por todos los favoritos, entre ellos, un Alberto Contador que dio muestras de haberse recuperado bien de su lesión en el hombro al subir el puerto con su característica alegre pedalada. Golpe sin éxito. Mucho ruido y pocas nueces. Pero en el fragor de la batalla, en la constante vigilancia de los gallos, Landa aprovechó su figura de secundario para saltar en solitario. El alavés, con muy buenas piernas, no tardó en lograr las primeras rentas y fue superando a todos los fugados. Kruijswijk, Betancur, Vandewalle y compañía vieron como una flecha azul les superó, sin que pudieran ni siquiera soñar con engancharse a su rueda. Todos los adversarios cayeron. Todos menos Intxausti, que dejó a Landa sin su primera victoria en una de las grandes.

Ion Izagirre, por su parte, corrió con el grupo de los líderes y tan solo cedió diez segundo respecto a los Contador, Aru, Porte y compañía. El ormaiztegiarra fue undécimo y es vigésimo en la general.

Los ciclistas afrontan hoy una etapa sobre un terreno montañoso de 215 kilómetros.