Donostia - Ahora que aparece en lontananza, quizás, una final entre Brasil y Argentina, hay que recordar la última vez que las dos grandes selecciones de Sudamérica se enfrentaron en un Mundial. Fue en los octavos de final de Italia’90 en un partido polémico, cercano a la leyenda urbana, aunque teniendo en cuenta a algunos personajes en él involucrados, cualquier cosa resulta verosímil. La mala primera fase de Argentina le llevó a pasar solo como uno de los mejores terceros de grupo mientras que Brasil había pasado con pleno de triunfos, aunque sin alardes. El gran duelo quedó así servido en Turín, donde el ambiente era muy hostil hacia la albiceleste.

Con el balón en juego, la selección que dirigía Sebastiao Lazaroni se mostró muy superior. Durante la primera parte, generó fútbol y ocasiones para golear, pero entre Goycoechea y los palos detuvieron a los delanteros brasileños. Brasil dominaba el partido ante una Argentina ramplona, pero poco antes del descanso, en una pausa del juego para atender a Maradona, se produjo un episodio que nunca se ha aclarado del todo. Cuando los jugadores acudieron a hidratarse, alguien del banquillo argentino ofreció a Branco un botellín de agua que, supuestamente, contenía algún tipo de sustancia tranquilizante o somnífera.

El truco hizo efecto en el lateral izquierdo de Brasil, que vivió el resto del partido entre obnubilado y flojo, aunque alguien lo advirtió y ningún jugador más cayó en el engaño urdido, seguramente, por Carlos Bilardo. Argentina encontró ahí una manera de igualar las fuerzas y, aunque su juego siguió siendo muy pobre, contaba con Maradona. Así, en el minuto 81, el astro enganchó un balón en el centro del campo, sorteó en su carrera a cuatro brasileños y casi a punto de perder el balón, se inventó un pase genial con la derecha a la espalda de la defensa que dejó a Caniggia solo ante Taffarel.

El rubio delantero, otro tipo peculiar, no falló y completó una de las grandes acciones individuales de la historia, de esas que quedan en el recuerdo. La canarinha, cansada ya de fallar tantas ocasiones, no tuvo tiempo de reaccionar y quedó fuera del Mundial de forma muy injusta. “Una sola intervención de Maradona ha dejado a Brasil fuera de combate”, resumieron las crónicas. Del agua envenenada nunca más se supo. La FIFA, pese a algunas evidencias, no entró en juzgar el episodio. El propio Maradona ha admitido que ocurrió, aunque sus testimonios tengan que ser escuchados con todas las reservas. Pero los seguidores argentinos lo tienen claro. “Nunca nos vamos a olvidar que el Diego los gambeteó, el Cani los vacunó, están llorando desde Italia hasta hoy”, andan cantando estos días por las calles de Brasil.