EL Torneo de las Seis Naciones no solo ofrece los mejores partidos de rugby entre selecciones del Hemisferio Norte, sino que la mayor parte de sus encuentros están impregnados de una rivalidad secular que convierte las gradas de los estadios en otro espectáculo paralelo. El pasado sábado, por ejemplo, Inglaterra y Escocia se disputaron la Copa Calcuta, una de las competiciones internacionales más antiguas del mundo. El trofeo que mide al XV de la Rosa y al XV del Cardo se ha puesto en juego en 119 ocasiones desde que, por primera vez, las dos selecciones se midieran en tierras escocesas en 1879. Sin embargo, es muy posible que un testigo de aquel primer partido hubiera tenido serias dudas al identificar ese deporte con el rugby actual. A lo largo de su historia, el reglamento no ha dejado de evolucionar con dos grandes objetivos: proteger el bienestar de los jugadores y favorecer el espectáculo. Con este último propósito el valor del ensayo ha ido creciendo a lo largo del tiempo desde que hace 190 años surgiera la idea del rugby.

El master MBA de gestión de entidades deportivas para Unisport del presidente de la Federación Vasca, Iñaki Laskurain, recoge algunos de estos cambios.

El nacimiento

La mano de William Webb Ellis

Juegos semejantes al rugby se venían practicando por todo el mundo desde tiempos inmemoriales, pero el origen moderno del juego tiene una fecha más concreta. En 1823, un alumno de la escuela de la localidad inglesa de Rugby llamado William Webb Ellis cogió el balón con las manos durante un partido de fútbol y corrió hasta detrás de la línea de meta de gol del equipo contrario. Había anotado el primer ensayo. En aquella época el fútbol permitía coger el balón con las manos, pero solo para dejarlo caer y chutar hacia adelante. Esta genial infracción del reglamento del fútbol fue acogida con entusiasmo por sus compañeros, y así surgió la idea del nuevo juego.

ruptura

Fútbol y rugby

El deporte nacido en Rugby no tuvo un desarrollo rápido. Hasta 1845 no se escribieron las primeras normas, y hasta 1863 no hubo una reunión de delegados de los colegios para uniformar los reglamentos de cada centro. La aparición de esta normativa supuso la separación definitiva entre el fútbol y el rugby football. Curiosamente, entre las reglas que causaron este divorcio está la posibilidad de patear en la espinilla al contrario mientras no estuviera agarrado (hacking). Hasta 1895, además, no se marcaron las diferencias entre rugby union (a XV) o rugby league (a XIII), aunque para entonces ya se disputaban partidos internacionales y ya se había sembrado el embrión del actual torneo de las Seis Naciones. Más que por divergencias acerca del reglamento, esta secesión se produjo por las discrepancias en torno al carácter amateur de los jugadores. El rugby a XIII, más arraigado en la clase obrera del norte de Inglaterra, era partidario de una cierta profesionalización, mientras que los defensores del rugby union, provenientes principalmente de las clases altas del sur del país, creían ciegamente en el carácter amateur del deporte. De hecho, tuvo que transcurrir un siglo para que la federación internacional de rugby -rugby union- permitiera la profesionalización de los jugadores.

puntuación

El ensayo, de un punto a cinco

Mucho ha cambiado la forma de jugar al rugby desde aquella inspiradora acción de William Webb Ellis hace 190 años. La melé se ha transformado para proteger a los delanteros; la touche, tras añadírsele el pasillo entre jugadores, se ha hecho más espectacular con la opción de elevar a un saltador. También han evolucionado las normas sobre el fuera de juego o sobre dónde y cómo realizar un saque de lateral tras patear fuera un balón. La evolución del valor del ensayo no ha cambiado las reglas, pero sí la forma de jugar. El aumento del valor de las marcas ha tratado de fomentar la forma más vistosa de puntuar en el rugby. En sus inicios, el ensayo solo valía un punto. De hecho, su nombre en inglés -try, intento- alude a que daba derecho a intentar una patada a portería, que por entonces valía el doble que el propio ensayo.

En 1871, las primeras leyes de la federación inglesa despreciaban las marcas y fijaban que un partido se decidía tan solo por el número de patadas convertidas, que entonces eran los drops y las transformaciones. Cuatro años más tarde se decidió que tres ensayos equivaliesen a una patada acertada, pero después se estableció que el número de marcas solo serviría para decidir un partido en caso de igualdad en las patadas. En 1877, si se transformaba un ensayo, solo se sumaba el valor de la transformación (2 puntos, y no 1+2). En 1886, con al menos seis ediciones de la Copa Calcuta disputadas, se establece que hay que contabilizar todos los tipos de puntuación para ganar un partido: el ensayo otorgaba un punto; la transformación, dos, y el drop, tres. Desde entonces, también apareció la posibilidad de chutar a palos tras una infracción grave -el golpe de castigo-, o tras la petición de un mark por parte del rival -una opción ya suprimida-. Los puntos concedidos a cada acción fueron variando según el tiempo y la vigencia de una normativa u otra. El valor de la marca también fue creciendo en dos y tres puntos, pero el gran cambio no se produjo hasta 1971, cuando el ensayo se consagró como la acción clave en el rugby y se convirtió en el método de puntuación más valioso, con cuatro puntos. En 1992, se reforzó esta idea y su valor aumentó hasta los cinco puntos. Otra manera de fomentar el aumento del número de marcas en los partidos ha sido la aparición de los bonus ofensivos en diferentes ligas, que otorga un punto extra a los equipos que lograsen cuatro ensayos, en algunos casos, o que vencieran por cuatro ensayos más que el contrario, en otros. En la actualidad, se sigue debatiendo si hay que incrementar la importancia de la forma más vistosa de puntuar del rugby, aunque sea reduciendo el valor de las patadas. Tras 190 años, el deporte del balón oval sigue persiguiendo el ensayo.