donostia. Soltero y sin hijos, Zulaika ejerció de mecánico "de camiones" y forjador, pero lleva año y medio dedicado solo al remo: "Debo encontrar un trabajo, porque esto no es para siempre", asume. Sin tener que trabajar, la resaca de ayer tras la celebración fue más llevadera.
¿Se alargó la noche del domingo?
Sí. Ya sabes cómo suelen ser estas celebraciones: empiezas bien pero no sabes cómo acabarás. Eran fiestas de Bermeo, y la noche fue larga, sí.
¿Se puede decir la hora de retirada?
Los primeros se irían sobre las dos de la madrugada, y alguno esta mañana (por ayer) andaba por ahí.
¿Había ganas de celebración?
¡Muchas ganas! Había mucha tensión dentro del equipo, y en La Concha nos salió todo tan redondo, que la celebración fue una liberación.
¿Con qué detalle se queda?
Con el recibimiento en Bermeo. El pueblo este año se ha volcado mucho con la trainera, y es de agradecer.
¿Fue similar al del año pasado, con la primera 'Concha' de Urdaibai?
Quizá este año parecía un poco más caliente. La gente sabe cómo lo estábamos pasando, y nos ha arropado.
En ese clima el éxito se saborea más.
A nadie le gustan los comentarios que ha habido este año, muchos de ellos sacados de contexto. La Concha era una forma de reivindicarnos, demostrar que remamos mucho y que, al igual que el año pasado, nos merecíamos la victoria.
Su primera 'Concha' le llegó en 2010, con 41 años. ¿Fue más especial?
La primera es especial, pero esta ha sido una reivindicación como equipo, porque se habían puesto en duda muchas cosas.
Entre domingo y domingo, fueron muy cautos en sus declaraciones, pero no dudaban de que tenían la bandera en el bolsillo.
Sabíamos que si no mediaba un error muy grave o un accidente, la bandera iría a Bermeo. Afrontamos la regata con la idea de ganar la tanda de honor, para dejar claro que la ventaja del primer día no fue una casualidad, fruto solo del vendaval, sino porque remamos mucho.
¿La Concha la empezaron a ganar en Portugalete, cuando tras su descalificación el entrenador solo piensa ya en llegar a tope a Donostia?
Sí. Entonces ya nos dejó claro que no iba a jugar al gato y al ratón, y que iba a preparar La Concha. Le ha salido muy bien.
Francisco comenzó entonces con las rotaciones, algo que no toda la plantilla lo entendió igual, porque suponía renunciar a banderas...
Es que cuando eres un equipo ganador, te da pena saber que puedes andar mejor pero que por las rotaciones se te escapan algunas banderas. Cuando te quedas cerca de ganar, piensas que podíamos haber sacado una cuadrilla más potente, pero...
¡Cualquiera se lo reprocha ahora!
¡Claro! (risas). Se lo jugó a una carta, y le salió bien. Así que, ¡un campeón!
En la clasificatoria, se quedó fuera junto a otros tres titulares, y tuvieron sus dudas...
Decidió dejarnos fuera tras echar mano de su famosa calculadora (risas). Lo tenía todo calculado, pero yo al principio no lo vi tan claro
¿Se apuró?
Es que estábamos cogiendo tiempos y a los dos minutos íbamos a la par con Orio. Se lo dijimos, pero él estaba muy tranquilo.
¿Tenían claro el equipo titular?
Sí. Llevábamos tres semanas entrenando juntos, pero en la liga rotaba a cuatro o cinco remeros. Con lo bien que habíamos remado entre semana, en la regata se notaban los cambios. Había algún remero, como en la regata de Castro, que solo tenía una hora de trainera, porque se había pasado la semana en el ergómetro.
¿Cómo se convive con esa realidad?
Es de admirar el comportamiento de la gente que se ha quedado fuera, porque son remeros muy buenos que han sabido estar ahí.
Hablamos de gente como Ojeda o Mañas, que son suplentes cuando en 2010 ganaron en La Concha.
Eso es. Ya te puedes imaginar lo duro que es eso. Remaban igual de bien que el año pasado, pero como en la trainera solo caben trece, tuvieron la mala suerte de que les tocó a ellos quedarse fuera.
Y llegó el primer domingo. ¿Fue la regata perfecta?
Sí. Sabíamos que habíamos sido afortunados con el sorteo de calles, pero lo que no esperábamos es que íbamos a hacer el largo de vuelta que hicimos. El patrón hizo un trabajo muy bueno, empopamos todo y la regata fue redonda, algo que eché en falta que se reconociera. Se habló de la calle, la calle, pero para hacer un 8:54 a la vuelta hay que remar mucho. El reloj no miente.
Se subrayó la labor de Gorka Aranberri, pero Iker Zabala apuntó que la clave fue que en el largo de ida el proel les ordenó levantar el pie porque estaban metiendo agua.
Fue a falta de dos minutos para la ciaboga. Nos entraron dos olas, y les dije que tuviésemos cuidado porque si nos entraba una tercera ola no íbamos a poder hacer nada a la vuelta. Veía a Kaiku con problemas, unos diez segundos por detrás, y hubo un momento que me apuré porque aunque vayas muy bien, una ola te puede romper todo.
¿Fue uno de los días que más ha disfrutado como remero?
A la vuelta, sí. ¡Cómo iba el bote! Todo era coger, coger y coger olas. Esa sensación de velocidad sobre las olas es lo que más gusta al remero. Este año no ha habido muchas opciones, porque más que en mar parecía que remábamos en ría.
El segundo domingo, el sorteo de calles les volvió a sonreír.
Si hubiésemos tenido que elegir la calle, habríamos cogido la que nos tocó, la tres. Eso ya nos dio más confianza. Sabíamos que Kaiku saldría a romper la regata, pero todo nos salió muy bien.
¿Le tenían ganas a Kaiku?
Ganas le tienes al que viene por detrás, sea quien sea. Más que a Kaiku, le teníamos ganas a Korta (risas).
¿Qué opina de él?
Habla demasiado. Como entrenador, nadie le puede discutir nada. Seguramente será el mejor que hay, pero con sus declaraciones de este año ha hecho mucho daño al remo. Creo que habló por impotencia, porque le dolió mucho perder, y se metió en una vorágine de hablar y hablar de la que luego no se sabe salir.
¿Cómo es José Manuel Francisco?
Muy exigente. Te pide siempre el 100% para sacar lo mejor de ti. Nadie regala nada y es muy duro.
¿En el trato también es duro?
Al remero lo trata bien, es respetuoso. Pero como es tan duro, a veces puede saturar.
Le habrá tomado la medida...
¿La medida? Sí, hago siempre lo que él dice y así no hay problema (risas).
Aún les quedan dos regatas de liga.
Intentaremos ganar en casa y en Portugalete. Sobre todo, intentaremos disfrutar y acabar bien la liga.
José Manuel Monje dijo el domingo que temía la acogida que Bermeo dispensaría a Kaiku.
No habrá ningún problema. La gente de Bermeo es muy noble. Si no les provocan, estarán tranquilos.
¿Y en 2012, qué?
Primero descansar y ya veremos qué hago. Tengo muchas dudas. La edad también para adelante.
¿Tiene más dudas que otros años o son las típicas del final de campaña?
Creo que son las típicas.
Así que seguirá... y en Urdaibai.
(Risas). Sí, de seguir lo haré en Urdaibai.
Podría ser el padre de algún compañero de la 'Bou Bizkaia'...
¡Eso me dice Kolunga! (risas). Pero lo llevo bien. En el deporte, eres un equipo y la edad solo importa porque te pone algunas limitaciones. Pero, al final, lo que importa es que seas bueno, regular o malo.
De farra, ¿les sigue a los jóvenes?
Ahí voy, ahí voy (risas). Pero el cuerpo no aguanta como antes, ni en las juergas ni en los entrenamientos. La clave es saber dónde quieres llegar, y entrenar con más cabeza, con más cuidado, sin hacer burradas. Con 24 años, el cuerpo recuperaba más rápido, pero ahora tiras de la experiencia que no tenías entonces.
Todo empezó en Deba, con 14 años.
Sí, en cadetes. Tenía un primo, Ramón Beitia, que entrenaba y mi hermano José Ignacio también había empezado a remar, y me animaron a empezar en bateles.
Ni pensaría seguir hoy en activo.
Para nada. Nunca sabes lo que te va a deparar la vida. Entonces el remo era un simple hobbie, pero con los años me fui aficionando.
Su primera trainera fue Zarautz.
Como en bateles y trainerillas competíamos contra ellos, nos llamaron a mi hermano y a mí para la trainera. Luego fuimos a Zumaia, con Luxia (Luis Mari Olasagasti). Después Tito Mancilla nos llevó a Ondarroa, y ganamos el Campeonato de España de trainerillas. Por temas laborales, dejé el remo dos años, hasta que mi hermano empezó de entrenador en Ondarroa y me convenció para volver (1999). ¡Y hasta hoy!
Regresó dos años a Zumaia, luego pasó tres en Urdaibai, otros dos en Zumaia y desde 2007 sigue en Bermeo. ¿Por qué esas alternancias?
Porque me ponía metas de dos o tres años para trabajar la trainera, y de repente el bloque se rompía y había que empezar otra vez. Me di cuenta de que para conseguir algo había que ir a un equipo grande, y me vine a Bermeo, con Patxi Bilbao.
Si no estuviera en un equipo ganador, quizá habría colgado el remo.
Seguramente.
Cuando se fue a Urdaibai en 2002, fue uno de los primeros fichajes...
Sí, por entonces se empezó a fichar...
¡Ha cambiado mucho el remo!
Sí, pero los fichajes se dan en todos los sitios. Cuando estaba en Zarautz ya se oían cosas de fichajes. Pero era por cantidades mucho más pequeñas y solo a algún remero. Pero ahora si un equipo quiere pelear por las banderas, debe fichar. Poco a poco se debe ir profesionalizando. Si no, es muy complicado...
Que se lo digan a Orio.
Ahí lo tienes. Un club de cantera que económicamente no ha andado boyante, se le escaparon algunos remeros, y ha bajado a la ARC.
Ha bogado en Deba, Zumaia y Zarautz, pero no siguió hasta Orio.
Una vez creo que me dijeron algo, pero no es un club que me haya gustado especialmente (risas). Siempre he sido más de estar en clubes pequeños y es bonito ganar la primera bandera, como sucedió a Urdaibai en 2010. Para sumar la 50 o la 51, no me tira tanto.
Pero Urdaibai, como equipo, ahora está por encima de Orio.
Sí, pero como estructura es un club pequeño, muy modesto. Hay cuatro personas en el club y un entrenador que mueve todo. Pero se vuelcan en la trainera. No tienen nada más.
En Gipuzkoa hay otra filosofía. ¿Cómo lo ve como guipuzcoano?
Todos los clubes quieren trabajar la cantera, también en Bermeo, pero hay que poder. Aquí no pasa como en Orio u Hondarribia, donde los chavales quieren remar. En Bermeo hay muy pocas fichas de cadetes y juveniles. Con la cantera, Urdaibai no tendría un gran equipo. No al menos a corto plazo. Trabajar la cantera cuesta mucho. Es más fácil fichar (risas). En todos los deportes se ficha.
El remero ahora tiene cara, nombre y apellidos, cuando antes pasaba desapercibido en la trainera.
Los medios de comunicación, sobre todo la televisión, ha influido mucho. Antes la gente te preguntaba en la calle si habías remado, pero ahora te preguntan qué tal la regata de ayer. Eso es algo de agradecer. Aunque al remero, como al resto de deportista, casi no se le tiene en consideración a la hora de tomar decisiones.
¿Qué entrenador le ha marcado?
Luxia. Sabía poner el bote muy bien y hacía remar a la gente muy bien.
¿Y se quedaría con un remero?
El que va todos los días conmigo en el coche (Alain Kolunga). Es un fenómeno, muy fuerte. Pese a lo grande que es, es muy técnico. Se nota que ha remado desde chaval.
¿Queman tantas horas de coche?
Sí, pero hay que tomarlo con filosofía. Ahora lo llevo mejor, porque llevo año y medio sin trabajar, desde que cerró el taller, y quedamos para ir a entrenar a las cinco y cuarto y a las once de la noche estoy en casa. Antes, cuando tenía el turno de noche, a las diez entraba a trabajar y dormía por la mañana. Cuando estaba de mañanas, llegaba de entrenar a las once de la noche y me levantaba a las cinco. Trabajar en la forja sí que era duro.
¿No trabajaba por la tarde?
No, me arreglaba con un compañero de Mendaro, Ibidi. Me cambiaba todos los turnos para poder entrenar.
Zulaika busca más el anonimato...
Intento huir de las entrevistas, la tele... Prefiero pasar desapercibido...
En la trainera es imposible, pues solo hay un proel a bordo.
(Risas). Ahí no tengo problemas.
Ahora tiene el culo pelado, pero ¿se lleva bien la presión de la ciaboga?
Al principio sí pesaba más. La primera vez que fui de proel fue en Elantxobe. Luxia me puso ahí, y ya me dijo que no me iba a quitar de ahí.
Quien se quita es Francisco...
Sí. Parece que no seguirá y vendrá Juan Mari Etxabe, con el que ya coincidí un año en Urdaibai. Me llevaba bien, y espero que siga así (risas).
¿Ve difícil que Urdaibai pueda mantener su bloque actual?
Creo que sí. Aunque quizá sea el cansancio de final de temporada, y los que ahora dudan deciden continuar.
¿Ha quemado mucho este año?
Más que otros, sin duda.
¿Cómo finalizará el 'caso Urdaibai'?
Creo que bien. No hay nada como para que no acabe bien.
Para acabar, defíname a sus compañeros guipuzcoanos: Portularrume.
¿Paorra? Muy buen remero, siente el bote. Bersaitz Azkue es muy fuerte para su peso. Miguel Ángel Millares es muy técnico. Gorka Aranberri es un gran patrón, sobre todo en mar, y luego estoy yo, un peleón (risas).