Cuando la victoria es un delicioso trámite
Urdaibai no da opción a Kaiku y repite su victoria de 2010, la segunda de su historia La 'Bou Bizkaia' asomó su proa en el minuto 4 y su renta de 33 segundos hizo el resto; la Donostiarra sella la cuarta plaza
Donostia. La Bandera de La Concha deja detalles en cada esquina. También en el nuevo rincón que se suma a su historia, la terraza sobre los sotos, el escenario que acogió la entrega de premios a las tripulaciones ganadoras, Urdaibai y Galicia. Descolgado de sus remeros, que ya celebraban en la explanada su segunda victoria consecutiva, se acercaba a la fiesta un pletórico Gorka Aranberri, cuando entre el público emergió un grito: "Aupa Gorka, zorionak!". Era la voz de Juan Carlos Fontán, patrón de San Pedro que subió cuatro Conchas a bordo de la Libia (1989, 1991, 1993 y 1994), y sabía apreciar lo que cuesta la primera. El zarauztarra se giró, alzó los brazos, eternizó su sonrisa, tensó sus músculos y se zambulló en una celebración en la que acabó manteado por los suyos.
Había sido el artífice del éxito txo, fraguado el primer domingo. Lo de ayer fue un mero trámite que acabó casi al amanecer: en cuanto se vio que la mar se había tragado los partes meteorológicos y las anunciadas olas de dos más de dos metros sobre las que Kaiku acunaba sus sueños de remontada. La quimera de la Bizkaitarra se terminó de ahogar tras el sorteo de calles, que tendió una alfombra roja a la Bou Bizkaia por el tercer andén, mientras a los de Sestao les deparaba el primero. El mismo que les condenó una semana antes.
Quizá porque no remaba la Libia -como se esperaba, Astillero no recibió el visto bueno para salir-, San Pedro, el santo, el patrón de Sestao, no se dio una vuelta por el sorteo, que estiró aún más los ya de por sí interminables 33 segundos de renta con los que partía Urdaibai, que al final casi se duplican. José Luis Korta, que apostó por la trainera vieja, entregó ahí ya la cuchara al desembarcar tres titulares, los marcas Carlos Rodríguez y Benito San Martín y el contramarca de babor, Javier Pérez; sustituidos por Beñat Astelarra, Eder Durán y Diego Hermo.
Kaiku, sin fe Sin la tensión ni la fe necesarias para buscar la proeza, los verdinegros acabaron anímicamente tocados, en la cuarta plaza de la jornada, tras Hondarribia y Tirán, que cuajaron una titánica pugna en la primera tanda, a la que quiso pero no pudo sumarse San Juan, aunque lo intentó con raza y orgullo.
La tanda de honor, que completaron Pedreña y la Donostiarra, no deparó grandes emociones. Se las había llevado la galerna de hace una semana. La Marina de Cudeyo no encontró una recompensa por la que pelear, y la Torrekua llevaba su premio a bordo desde el primer domingo.
Pese a los 33 segundos en contra, pese a la calle uno y pese a los cambios, Kaiku salió con ganas de pelea. Se arremangó para soltar otra descarga de vatios en una txanpa inicial a 52 paladas por minuto, pero Urdaibai aguantó el envite con más temple y solo un segundo por detrás. Asier Zurinaga llevó su bote todo lo que pudo a la calle dos, la de la Donostiarra, para evitar las incómodas olas que escupe el Paseo Nuevo. A un ritmo de 39 paladas, los verdinegros trataron de abrir brecha, pero Urdaibai, con una remada más pausada y profunda, a 36-37 paladas, era una lapa. Pasados tres minutos, la diferencia de un segundo seguía inamovible.
Pero se llegó a Santa Clara, de nuevo una isla afortunada para Urdaibai. Ayer no había vendaval del que cobijarse, pero sí unas olas muy ricas para saborear, especialmente cuando todo lo que has tenido en contra durante meses de pronto se te pone de cara. Ahí, Gorka Aranberri -solo 24 años, igual que Lur Uribarren, el patrón que se quedó en tierra pero celebró el éxito como si hubiera empujado él solito la Bou Bizkaia- volvió a sacar su manual, bien secundado por una tripulación de lujo. Los bermeotarras se equipararon con los de Sestao, y al minuto cinco ya estaban por delante. Era solo un segundo, pero la mente de Kaiku no se detuvo en ello, sino que dejó que su subconsciente hiciera la terrible suma: 34 segundos. Y ahí casi se acabó la regata.
Con 700 metros hasta la baliza, aún solo había tres segundos entre Urdaibai y Kaiku. Pedreña cedía nueve y la Donostiarra, 25. Pero la Bizkaitarra fue cediendo segundos según regresaba a la calle uno. Llegó a retrasarse en ocho (que en su moral se traducían en 41), pero viraron a solo seis.
El único riesgo de Urdaibai era ciabogar por estribor, algo imposible con las bases metálicas que en La Concha sostienen la baliza. Y lejos de eso, bordó una maniobra que abrió un largo de vuelta al que Aranberri no quiso poner fin.
Al llegar a puntas, el zarauztarra soltó su trainera para que las pequeñas vagas la fueron guiando hacia las calles 1-2, y anticipó la celebración. Uno a uno, fue nombrando y animando a sus remeros. Se estrenaba como campeón de La Concha, y con todo un largo para el éxtasis. Un lujazo.
Todo lo contrario que Kaiku, que muy pronto se vio en la calle cero, sin olas que coger ni ambición por la que seguir en pie. La Donostiarra, arrodillada durante el segundo largo, no tocó la lona y besó el cielo, pues se defendió con dignidad.
Hondarribia, de bandera La calidad de la primera tanda hizo maldecir la galerna. La regata de Hondarribia -Mikel Orbañanos repitió el equipo del primer día- y Tirán no era merecedora de acabar a tres minutos de la bandera. Tampoco San Juan, pese a que ayer no brilló. Igor Makazaga apretó las clavijas de su barco, pero este empezó a crujir a partir del sexto minuto, en el que empezó a mandar Hondarribia.
En el segundo largo, la Ruly no dio tregua a una Ama Guadalupekoa que es una máquina de precisión: se ajusta a sus 35-36 paladas, y no se mueve de ahí hasta la txanpa final, en la que a 38 paladas finiquitó el segundo mejor registro, a 19 segundos de Urdaibai, que hizo de su victoria un delicioso trámite.
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