La última lección del 'Maestro Zen'
Phil Jackson, técnico más laureado de la historia de la NBA, dice adiós a los banquillos con once anillos
CUando vio que todo había acabado no pudo evitar una sonrisa, ese característico gesto suyo entre irónico y guasón. Sonrió en la adversidad como si de los tiempos gloriosos se tratara, como en aquellas jornadas triunfales de los once anillos de campeón, seis en los Chicago Bulls con Michael Jordan y cinco en Los Angeles Lakers con Kobe Bryant, las ruedas de prensa repletas de ocurrencias y frases para la reflexión que hacían las delicias de los periodistas o los tiempos pretéritos en los que los ejecutivos de la NBA desconfiaban de su carácter librepensador -en una temprana autobiografía publicada cuando aún era jugador narró sus experiencias con el LSD- y se vio obligado a dar sus primeros pasos en los banquillos en equipos portorriqueños como los Piratas de Quebradillas y los Gallitos de Isabella o en la CBA, época de la que data una de sus anécdotas más glosadas, cuando siendo aún un técnico anónimo respondió que era "traficante de esclavos", después de que un agente de aduanas le parara en la frontera con Canadá al volante de una furgoneta en la que viajaba con sus doce jugadores, todos ellos de raza negra.
"Ha sido una carrera maravillosa". Así resumió en la noche del domingo sus 21 temporadas en los banquillos de la NBA Phil Jackson (17-9-1945; Deer Lodge, Montana), el técnico más laureado en la historia de la Liga, después de que sus Lakers fueran barridos, contra todo pronóstico, por Dallas Mavericks en las semifinales de la Conferencia Oeste. Él, que había retrasado un año su retiro dorado a su rancho de Montana, donde acostumbra a completar maratonianas jornadas de meditación, en busca de su decimosegundo anillo -"observé la salida y la puesta del sol varias veces. Entonces lo decidí: regreso. Recibí un mensaje del cielo que decía: Phil, tienes que regresar y cumplir la profecía; sabes que doce es un número sagrado y once no lo es", reconoció el pasado verano- vio interrumpido su sueño de retirarse como campeón, pero tampoco exteriorizó una profunda tristeza, probablemente consciente de que hacía ya meses que el rumbo de su equipo no era el deseado. Cuando uno cuenta con 1.640 victorias en su hoja de servicios ve venir esas cosas.
Como buen triunfador, Jackson cuenta con un buen puñado de detractores que intentan restar mérito a sus logros. Esgrimen que siempre tuvo una gran estrella sobre la que edificar sus equipos -Jordan, Kobe y Shaquille-, que llegó en el momento óptimo tanto a los Bulls como a los Lakers, cuando ambas franquicias contaban ya con plantillas preparadas para el asalto al título. No les falta razón, pero en el otro lado de la balanza habría que destacar que nadie ha sabido manejar tan bien como él esos egos superlativos. "No es fácil entrenar a estrellas, pero él consigue que crean en la filosofía de grupo", afirma Jerry Krause, el hombre que le fichó en 1987 como técnico asistente para los Bulls y que dos años después le dio la alternativa en sustitución de Doug Collins. "Siempre trataba a todos igual", añade Randy Brown, uno de sus expupilos. "Eso hacía que todos los jugadores quisiéramos jugar para él. Es firme y justo, un gran maestro y un excelente motivador. Siempre supo cómo pulsar el botón adecuado y cuándo hacerlo. Además, es un gran motivador, incluso desde el silencio". Así debe ser, no en vano durante su carrera ha sabido tutelar y sacar su mejor rendimiento a dos de los tipos más volcánicos de la historia de la NBA: Dennis Rodman y Ron Artest.
El 'Maestro Zen' Desde su bautismo de guerra como técnico jefe, -anteriormente tuvo una buena carrera de trece años como jugador en la que ganó dos anillos, aunque en el primero no participó por una lesión de espalda- Jackson basó todo su juego en el famoso triángulo ofensivo diseñado por Tex Winter, su mano derecha, pero su rasgo diferenciador residió siempre en sus peculiares técnicas motivacionales. Apodado Maestro Zen después de que reconociera en sus comienzos que su libro de referencia es Zen y el Arte del Mantenimiento de Motocicletas, best-seller de Robert Pirsig que fue rechazado por 121 editoriales antes de ver la luz, el técnico nunca ha ocultado ser un defensor de la filosofía oriental, las enseñanzas de la tribu Lakota y su aplicación al mundo de la canasta. Una de sus preocupaciones ha sido siempre proveer de libros motivacionales a sus jugadores en las largas giras que acostumbra a haber en la NBA, aunque no siempre ha tenido éxito debido al avance de la cultura audiovisual.
Entre sus triquiñuelas motivacionales hay dos que aún se recuerdan. En el play-off de 2000, en los días previos al enfrentamiento de los Lakers contra Sacramento, mostró a sus jugadores un vídeo en el que intercaló imágenes del base Jason Chocolate Blanco Williams con otras del personaje de Edward Norton, de cabeza rapada y con una esvástica tatuada en el pecho, en American History X; fotogramas del técnico Rick Adelman con otras de Adolf Hitler. Un año después rizó el rizo. Sabedor de que debía jugar la final contra los Philadelphia Sixers de Allen Iverson, echó un vistazo a su plantilla y se dio cuenta de que uno de sus pupilos, Tyronn Lue, tenía la misma constitución física que The Answer, además de un peinado y unos tatuajes similares. Ni corto ni perezoso, Jackson ordenó a Lue lucir en los entrenamientos una venda compresora en el brazo idéntica a la de Iverson para que sus compañeros se acostumbraran a tenerle delante. La táctica le salió perfecta.
Entre sus peculiaridades también figura su costumbre de no entrar los días de partido al vestuario hasta que falta menos de un minuto de que el balón sea lanzado al aire o su manía de no cortar las malas rachas de sus equipos con tiempos muertos. "Lo hace porque no quiere que los jugadores dependan completamente de él, pues considera que de esa manera no evolucionan. Su apuesta es dejar que sean ellos los que solucionen las situaciones de crisis y lo cierto es que funciona", declaró hace años Johnny Bach, uno de sus asistentes.
El colectivo siempre ha sido clave para un hombre que debió vencer una timidez casi enfermiza -en su autobiografía reconoce que de niño temía incluso pedir permiso para ir al baño cuando no estaba en su casa- para convertirse en un líder que ha sido capaz de parchear duros enfrentamientos con algunos de sus pupilos -en uno de sus libros llegó a decir que Kobe Bryant era "imposible de entrenar", pero luego ambos ganaron dos anillos más juntos-. Su actual pareja, Jeanie Buss, hija del propietario de los Lakers y exchica Playboy, apunta que "para entender a Phil hay que tener claro que él considera que va a la guerra con sus jugadores. Ha estudiado a los grandes generales de la historia y sus estrategias militares. Para él, sus jugadores son los soldados con los que comparte trinchera y les defenderá hasta la muerte".
Con su cadera muy maltrecha y sus 65 años, ha decidido dejar los banquillos, aunque muchos le ven volviendo pronto, quizás a New York Knicks. "Se tomará un descanso, pero no sé cuánto tiempo se puede estar en Montana meditando, fumando peyote o haciendo lo que sea que haga", dijo Rick Carlisle, técnico de Dallas, tras eliminarle. "El peyote no se fuma", le respondió Jackson, irónico y socarrón. Sonriente.