Donostia. Más vale tarde que nunca. Después de tres meses y medio de sufrimiento, repletos de decepciones de todos los colores, el Lagun Aro GBC se resarció a lo grande logrando una de las victorias más contundentes del curso y empequeñeciendo a un Unicaja que venía crecido (90-67). Fue una gran victoria que, aunque no sirva para gran cosa en términos clasificatorios, sirvió para dar una alegría a una afición que realmente la necesitaba. Illumbe volvió a vibrar con una actuación muy completa de los hombres de Laso: fuertes, intensos, acertados… no faltó de nada a una tarde-noche que no prometía gran cosa y que se convirtió en una fiesta.
Hacía tiempo que el Lagun Aro no se empleaba con tanto entusiasmo. En las últimas cuatro derrotas había transmitido cierta dejadez y desgana, pero ayer fue todo lo contrario. Los jugadores de Laso demostraron que les queda orgullo, que no se les ha olvidado jugar ni ganar, y arrollaron a uno de los grandes de la ACB, logrando la victoria más abultada de la temporada. El GBC de ayer recordó al que había enamorado en los primeros compases del curso, cuando coqueteó con los puestos altos de la tabla e hizo soñar a su gente. Luego llegó la fatídica racha de solo dos triunfos en 16 victorias. La pregunta es: ¿Por qué han esperado hasta la jornada 29 para jugar así de bien y volver a ilusionar a su gente? Por desgracia, ninguna respuesta será satisfactoria, así que lo mejor será disfrutar de lo presenciado ayer.
La victoria la guió un colosal Andy Panko, que hizo de todo y todo bien. El alero metió puntos desde todos los lados, forzó faltas, asistió, reboteó, defendió… Hizo un grandísimo esfuerzo ofensivo y defensivo y cuajó un partido digno de MVP. El público se lo agradeció con una atronadora ovación cuando fue sustituido a tres minutos del final. En su difícil situación de las últimas semanas, el Lagun Aro necesitaba un líder y Panko ha adoptado ese rol. Su liderazgo se tradujo ayer por fin en triunfo, con lo que el americano estará doblemente contento.
Pero un partido no lo gana un solo jugador, y Panko estuvo perfectamente rodeado por varios compañeros. Javi Salgado se lució anotando y asistiendo, como en sus mejores tiempos. La defensa del Unicaja no pudo pararlo y manejó el ritmo del partido a su antojo. Si el base juega así, las opciones de victoria se multiplican. Tampoco faltó a su cita con el aro Jimmy Baron Jr., que volvió a mostrarse infalible desde más allá de 6,75, con seis lanzamientos y cinco aciertos. La cuarta pata en la que se sustentó la excelente actuación ofensiva del Lagun Aro fue Domen Lorbek, bastante entonado en las últimas jornadas y sumando puntos importantes.
Además de contar con cuatro jugadores en estado de gracia, el Lagun Aro corrigió los problemas crónicos que le estaban lastrando en las últimas jornadas: el rebote y las pérdidas de balón. Ayer, el equipo de Laso dominó el rebote y solo permitió al Unicaja capturar siete rechaces ofensivos, con lo cual apenas permitió segunda opciones a los malagueños y se permitió manejar los tiempos del choque. Además, perdió nueve balones, muchos menos de los habituales. Especialmente importante fue que entre los dos bases, Salgado y Uriz, repartieron diez asistencias y únicamente perdieron dos balones. Un balance positivo que hizo que casi todos los ataques acabaran en tiro y que el Unicaja apenas pudiera correr.
Tercer cuarto redondo Tras unos primeros minutos de intercambio de golpes, el Lagun Aro empezó a romper el partido en los últimos instantes del segundo cuarto con un parcial de 8-2 que le dio una confortable ventaja al descanso (46-38) y acabó por destrozarlo con un extraordinario tercer cuarto. El equipo de Laso salió encendido de vestuarios y logró un parcial de 13-2 en apenas tres minutos y medio repletos de acierto. Fueron los clásicos momentos en los que entra absolutamente todo: dos triples de Panko, un 2+1 de Salgado... Chus Mateo pidió un tiempo muerto con 59-40 para capear el temporal, pero nada ni nadie podía parar al Lagun Aro ayer. Por si había dudas, Baron y Panko metieron dos triples más y Panko siguió anotando para que la diferencia subiera hasta los 23 puntos (73-50). La renta se mantuvo hasta el final porque los últimos minutos, con todo decidido, solo sirvieron para que la afición disfrutara de esa fiesta sorpresa.
La victoria tuvo un doble valor: primero, sirvió para calmar el ambiente, porque la afición recibió a Pablo Laso con tímidos silbidos y quién sabe cómo podría haber acabado la cosa si hubiera llegado otra derrota. Y segundo, evitó sustos clasificatorios, porque al descanso se supo que Granada y Menorca habían ganado. Afortunadamente, ambos siguen muy lejos.