Donostia. El objetivo ineludible era ganar y el Lagun Aro lo cumplió. Se deshizo del Menorca por un ajustado 77-72, rompió su racha de siete derrotas consecutivas y abrió una considerable brecha sobre la zona de descenso que marca precisamente el conjunto menorquín, deteniendo así una cuesta abajo que por momentos pareció interminable. Punto. Poco más, quizás nada, puede rescatarse del partido vivido ayer en el San Sebastián Arena. Porque el Lagun Aro estuvo a punto de liarla bien liada y de tirar por la borda una ventaja de quince puntos en el minuto 23 (53-38) ante un equipo muy, muy flojo al que dio vida de forma absurda. El desastre total estuvo muy cerca de consumarse, porque perder ayer no habría tenido otro calificativo, pero un par de acciones clave de Lorbek y Panko y la inconsistencia visitante en la recta final hicieron que la victoria se quedara en casa. Menos mal.

Este Lagun Aro no está para muchos trotes. No nos engañemos, ganar al Menorca en casa no es para lanzar las campanas al vuelo. Es simplemente lo mínimo exigible, porque la diferencia entre ambas plantillas es enorme. Si contra el Alicante y el Fuenlabrada el equipo de Laso jugó mal, ayer sus prestaciones no fueron mucho mejores. Solo que ayudaron las limitaciones del rival. El Menorca es un equipo sin banquillo y con un quinteto en el que el base lleva varias semanas renqueante por una lesión y el escolta no anota. Pero, a pesar de todo, estuvo a punto de ganar en el San Sebastián Arena cuando iba perdiendo por 53-38 en el minuto 23. Llegó a empatar en el último cuarto. El pabellón empezó a temblar. Ahora resulta que a los jugadores les pesaba la tensión del partido. Contra el Alicante fue un día tonto, contra el CAI y el Fuenlabrada la defensa fue de risa, contra el Cajasol no funcionó el ataque... Siempre hay algo. Y el número de derrotas va aumentando. Eso sí, todos están muy tranquilos y el equipo entrena muy bien.

¿A qué juega el Lagun Aro? Premio para el que sepa la respuesta. Cuando entraron los triples de Tskitishvili y Baron -dos por cabeza- en el segundo cuarto, todo iba sobre ruedas. El Menorca no apretaba nada y los puntos iban cayendo por su propio peso. Hasta 46 metieron los de Laso al descanso. Se intuía un día muy plácido, y más cuando Baron metió su tercer triple del día y aumentó la renta a quince puntos (53-38) en los primeros compases del tercer acto. El partido parecía más que decidido y el día iba para fiesta. Era el momento de recuperar sensaciones y dar una alegría a la afición, que escuchó la llamada de jugadores y técnicos y acudió en buen número al pabellón.

Mucho miedo Pero Baron empezó a fallar sus tiros de tres en el tercer cuarto y el cortocircuito fue total. Una zona del Menorca fue suficiente para que el Lagun Aro se desintegrara y nadie supiera qué hacer, ni los jugadores ni Laso. A todos les entró el canguelo y la victoria corrió serio peligro. El ataque empezó a atascarse y el Menorca poco a poco fue recortando la diferencia. Un triple de Radenovic que puso el 54-48 encendió las alarmas y Laso pidió un tiempo muerto que debería haber solicitado antes. No mejoró el escenario y el Menorca siguió a lo suyo, defendiendo de manera apañada y buscando tranquilamente sus opciones en ataque. Hasta que llegó e empatar a 59, a 61 y a 63. Increíble. El partido se había convertido en un cara o cruz. El limitado Menorca estaba poniendo contra las cuerdas a un Lagun Aro que había desperdiciado quince puntos de renta. Un triple de Lorbek, que hasta entonces había hecho muy poco, fue decisivo. El Menorca no se rindió y siguió apretando, por lo que el partido llegó muy vivo al último minuto (71-69). Panko tomó la responsabilidad. Falló en su penetración, pero palmeó su propio lanzamiento y prácticamente selló la victoria (73-69) que Tskitishvili confirmó desde la línea de personal.

Un sufrimiento excesivo. El Lagun Aro no es ni la cuarta parte de ese equipo que ilusionó en el principio de temporada y ayer solventó la papeleta por el ínfimo nivel de su rival, el Menorca, como el del Granada o el Manresa, tres equipos muy por debajo de lo que se espera de una liga como la ACB, tres equipos que salen a paliza por semana, prácticamente. Por eso la permanencia va a estar tan barata. Con media salvación en el bolsillo, ¿qué nos va a ofrecer el equipo de Laso de aquí a final de temporada? Puede que la victoria devuelva a los jugadores la confianza y se pueda ver todavía buen baloncesto, pero corre el riesgo de ser una segunda vuelta sosa, gris y sin más ambición que sumar tres o cuatro victorias más para salvar la papeleta. Está en manos de jugadores y técnicos ser ambiciosos o conformarse con hacer un final de liga apañado. La segunda opción sería muy triste.