mano campeonato de parejas de la lep.m

Un paseo al patíbulo

Aritz lasa-Merino II22

Titín III-Pascual21

Duración 84 minutos y 29 de juego real.

Saques 3 de Titín III.

Pelotazos 646 pelotazos.

Tantos en juego 9 de Aritz Lasa, 1 de Merino II y 10 de Titín III.

Errores: 4 de Aritz Lasa, 4 de Merino II, 6 de Titín III y 6 de Pascual.

Marcador: 1-1, 7-2, 8-2, 12-3, 13-3, 13-4, 14-10, 14-11, 15-14, 15-15, 16-17, 17-18, 18-18, 18-19, 19-21 y 22-21.

Incidencias: Media entrada en el frontón Javier Adarraga de Logroño.

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igor g. vico

donostia. Un paso, otro paso, cabeza gacha, mirada perdida en el suelo, voces disolutas en la grada, unos ojos se clavan en su nuca, otro paso, un largo camino, una marcha menos, pies pesados, manos lentas, como las del púgil a punto de ser noqueado, palabras insuficientes, un camino hacia el patíbulo. La marcha sinuosa, lenta, sin convicción, determina las ganas. Pocas. Insuficientes. Las que quitan, las que dan. Iñigo Pascual, de azul, con la cabeza gacha, testa dirección al piso, reclamaba su parte del cielo antes de iniciarse el choque. Ese trozo de paraíso labrado en la primera jornada del Parejas. Desbrozaba su mirada el cuero, lo analizaba antes de iniciar la contienda, en la que todo cambiaría para el zaguero de Abárzuza, que afrontaría, desde su primer error, una letanía de disgustos que destrozaron la fama alcanzada en su primer choque del campeonato.

No es David Merino el manista golpeador que se reconoce en otros como Aritz Begino o Aitor Zubieta. El zaguero de Villar de Torre es algo diferente. Plasticidad, velocidad, pulmones, sangre y otras cualidades que han aflorado durante todo el verano, pero que quizá aún están por pulir -solamente tiene 20 años-. Aun así, sin el dominio que da el golpeo, ayer, en el Adarraga de Logroño, arropado por los suyos, el zaguero enseñó en todo momento la matrícula a su rival. Y es que Pascual, en ocasiones desequilibrante, mostró su lado más desequilibrado, su versión más oscura. Titín, mientras, pasado y presente en la delantera pese a estar a punto de alcanzar las 42 primaveras, se desesperaba con su desencajado compañero, que no disimulaba su malestar. Con el luminoso apuntalando de clavos el ataud azul, Iñigo no gozaba de pelota. Aritz Lasa, sustituto de Irujo, mientras tanto, aprovechaba su falta de mordiente.

Rondaba una renta de once tantos para el lado colorado, con el navarro sin gozar y sin apenas inquietar, cuando el delantero de Tricio cogió el toro por los cuernos. Con el 9-2, una falta de entendimiento en el seno de la pareja azul, desembocó en que Titín se agarrara un enfado de magnitud bíblica. Gritó, gesticuló y acabó en el vestuario. Fue esa reacción, de rabia, de coraje, que posteriormente fue recibida con pitos en una cancha muy proclive al delantero riojano, con la que el manista adoptó una nueva posición en el frontón. Titín retrocedió para quitarle pelotas a su compañero, al que pocas veces se dirigió, que comenzó a afinar el punto de mira, aunque fue incapaz durante todo el encuentro de matar el cuero. Este hecho, unido a la disolución de David Merino en los cuadros largos colorados, dislocó el encuentro hacia la delantera, donde el caracolero, enredando, logró la igualada. Impensable.

Sin embargo, la victoria para los azules ya estaba hipotecada por los fallos iniciales y la dura remontada. Asimismo, los colorados, con todo por delante, administraron sus fuerzas de manera más efectiva y, pese a que el zaguero de Villar de Torre fue cayendo en rendimiento fruto del esfuerzo realizado, la pareja se fue agarrando a la victoria como pudo hasta que sellaron con el agua al cuello una tacada salvadora. Mientras, Titín clavaba sus ojos en las paredes y susurraba. Iñigo Pascual, entonces, daba un paso, otro paso, cabeza gacha, mirada perdida en el suelo. Hasta el patíbulo.

David Merino sumó ayer su primera victoria en el Parejas. Foto: iñaki porto