PARA muchos niños, pilotar una moto a 151 kilómetros por hora o brillar en los circuitos de motociclismo no es más que un sueño. Para Andoitz Bonilla, en cambio, esos retos ya están superados. Este beasaindarra, que cumplió diez años en septiembre, tiene un palmarés notable en su categoría, y ahora ya tiene en mente nuevos trazados en los que probar fortuna a más velocidad. De momento, sólo aspira a seguir divirtiéndose, aunque sus ojos se iluminan al hablar del Mundial. Eso sí, para él y su familia, cada competición sigue siendo una aventura. Frente a los extraños, Andoitz no tiene el desparpajo que muestra en los circuitos y se muestra más reservado. Su padre, Raúl, le ayuda a relatar la historia de una de las promesas más jóvenes del motociclismo vasco.
los inicios
Tres motos y ocho años después
Raúl recuerda que Andoitz comenzó a correr en moto con nueve años, pero el joven piloto le corrige enseguida: "¡No! Fue con ocho. Cumplí nueve en una carrera". Eso fue el año pasado, pero parece haber pasado ya una eternidad para ambos. Raúl explica que empezaron la temporada "muy tarde. No entrenábamos mucho y no sabíamos mucho, ni él ni yo. Ahora éste está zumbando a algunos pilotos que el año pasado le daban una paliza de la leche. Ya se pone de pie cuando entra en meta, todo chulo".
Este año, el piloto beasaindarra ya ha disputado unas quince carreras entre los campeonatos de Castilla y León, de Catalunya y de la Zona Norte. En este último torneo, ha ganado siete de las nueve pruebas en las que ha competido. Es segundo en la general y ganará el título si queda por delante del primer clasificado en la última carrera, dentro de unos días. "Ha estado dos meses sin competir por una caída y se ha perdido varias carreras. Si no, ya sería campeón", explica Raúl.
El padre de Andoitz reconoce ser "muy aficionado" a las motos. "Siempre he tenido motos, y he corrido motocross. No era muy bueno, ni tampoco tenía dinero para eso. A mi mujer siempre le he dicho que quería motos". Raúl no tardó en intentar transmitir su pasión a su hijo mayor: "Le compré una moto de batería, y el crío con eso no andaba. Luego, una pequeña de cross. Ni tocarla. Luego le compré una de 50 centímetros cúbicos cuando tenía seis años, una KTM. Fuimos a algún circuito de motocross y me decía Aita, que las motos no me gustan. Le puse ruedas de carretera y anduvo algo, pero nada. Vendí la moto nueva, no andaría más de dos horas. Me dije Voy a comprarle una última moto. Y empezó con ésa y le gustó. Ahora sí, lo que le encanta es derrapar con la supermotard" -una montura que combina la moto de carretera y la de motocross-. "Hace unos derrapes súper guapos. Pero la moto azul es para competir, y ésa para divertirse", explica el piloto.
Andoitz confiesa que, más que la propia velocidad, lo que más le gusta es "competir". "Y las frenadas, que hasta la mano le duela frenando. Suele ir tumbado y medio tocando el suelo", añade Raúl.
Las caídas no han mermado la afición de Andoitz. Su padre explica que "en las carreras no se cae mucho, pero entrenando se mete cada leñazo…. Pero no se enfada. Nunca llora cuando se cae. Luego le pones la moto y va igual". La caída más grave de Andoitz le hizo estar dos meses con una escayola. Raúl relata que "en una carrera no llevamos calentadores para los neumáticos. En una de las mangas se me olvidó decirle que calentara los neumáticos y en la primera vuelta se cayó de la moto, y al hospital". En otro circuito, un fallo mecánico le provocó otra caída: "La madre siempre viene a los circuitos pero nunca ve la carrera. Casualidad, aquel día miró y…. vaya bronca nos cayó".
La lluvia tampoco le amilana: "Va muy rápido. En un circuito, en seco cogió una media de 86 km/h, y en lluvia, 79".
En tres campeonatos
Mecánico sobre la marcha
Andoitz ha participado en carreras de los campeonatos de la Zona Norte, Castilla y León y Catalunya, y ha rodado en circuitos como Alcañiz, Alcarrás, Mora de Ebro, Castellolí, Valladolid o Miranda de Ebro, su favorito, "porque tiene subidas y bajadas y hay curvas". En Euskal Herria no hay trazados adecuados para este tipo de competiciones, ya que ni siquiera Los Arcos se adecua a las características de estas carreras, y los pilotos no abundan. Raúl explica que cada fin de semana "toca tragar kilómetros, a veces desde el viernes. Cuatro horas para ir y cuatro para volver. Vamos con la autocaravana y el carro, porque hay que llevar de todo: compresores, las ruedas y las dos motos. Dormir, te dejan dormir allí, se portan bien. Tienes tus duchas y tus baños".
El campeonato catalán es el más exigente. Hay unos 32 pilotos en su categoría, mientras que en los demás torneos suelen correr juntos las motos de 70, 80 y 125 centímetros cúbicos. En Castilla y León, por ejemplo, suelen competir juntos. Raúl relata que "los mayores se pican un montón. Empiezan a mirar para atrás y se ponen nerviosos, y éstos sólo miran para adelante. "Éste no se conforma con los de 70, éste va a lo suyo, y que disfrute".
El padre del joven piloto asegura que en Catalunya "gastan una burrada. Tienen sus mecánicos y todo, como los equipos profesionales. Entrenan los viernes, llevan la moto al box, la desmontan entera y la vuelven a montar. Se pueden pagar ocho mil euros en las seis carreras del campeonato. Me parece absurdo gastarse tanto en un chaval de diez años. Cuanto tenga unos quince, si viene bueno, vale, pero si no... En la Zona Norte pagas dos mil euros por seis carreras, pero sin mecánicos ni nada". Para hacer frente a parte de los gastos, Andoitz cuenta ya con el patrocinio del ayuntamiento de Beasain, construcciones Apain, Rótulos Vicente, Teilatugain, y EHAFF.
Los chavales de entre siete y ocho años montan en motos de 50 centímetros cúbicos, aunque varios de los pilotos que hoy en día compiten en el Mundial comenzaron a andar en moto mucho antes. Los chicos de entre nueve y diez años pilotan motos de 70. A partir de diez años ya es posible conducir motos de 80, y, con doce ya se puede manejar una de 125. Raúl explica que "las de 80 ya se pueden poner a 180 kilómetros por hora en circuitos grandes". Andoitz, de momento, maneja una montura de 70 centímetros cúbicos, "pero la potencia está limitada a 18 caballos. La moto tiene 21 ó 22, y tengo que rebajarlos a ojo". Así, Raúl ha tenido que formarse como mecánico sobre la marcha para acondicionar la moto: "Al principio no tenía ni idea". Andoitz, sin embargo, no está muy de acuerdo con su progresión, y afirma que su padre "es un buen mecánico en el mundo al revés".
probador
A 151 kilómetros por hora
El récord de velocidad de Andoitz Bonilla alcanza los 151 kilómetros por hora. Fue dentro del Campeonato Motostudent de hace unas semanas, en el que varias universidades compitieron con sus prototipos. La Escuela Universitaria Politécnica eligió a Andoitz por sorteo para pilotar su moto, y el beasaindarra mejoró las mejores expectativas. Raúl recuerda que "al principio se quedaron mirando al crío, vieron que acababa de cumplir diez años la semana anterior y se miraron de una manera…. Pero luego, cuando le vieron correr, se quedaron más tranquilos". Andoitz, por su parte, contribuyó a modificar los reglajes de la moto para que sacara todo su potencial, y daba recomendaciones a los mecánicos. El beasaindarra se lo tomó con la misma naturalidad con la que compite: "Me sale así".
La moto de Andoitz marcó los mejores tiempos de la competición, pero tras un problema con los monitores de los tiempos, en una polémica decisión, la escudería guipuzcoana se quedó fuera del podio.
el futuro
Dispuesto a "dar guerra"
En el futuro más inmediato, Andoitz prevé concluir el campeonato de la Zona Norte, y su padre espera también "ganar alguna carrera del campeonato catalán". El 5 de diciembre desean correr en Cheste. Al piloto se le iluminan los ojos con la opción de competir en un circuito del Mundial, y reconoce que le gustaría correr allí.
Raúl explica que la prueba se disputaría con motos "de 80 centímetros cúbicos. Ya tiene edad, pero en la licencia todavía figura como alevín. Hemos logrado una moto de segunda mano que está muy bien. En el campeonato de Motostudent conocimos a Igor Amado, del taller Supertrack, y me va a ayudar con ella. La temporada que viene será más dura. Queremos hacer el campeonato del Mediterráneo de 80 c.c., que son cinco o seis carreras, y el catalán de 70. Si le dejan correr con los mayores, igual también hace algunas carreras en supermotard, pero lo suyo es la velocidad".
Andoitz escucha expectante los planes de su padre sobre las próximas carreras, y se muestra con ganas de subir de categoría "para dar un poco de guerra a los mayores".