Pasaia. La cita es en Pasai Donibane. A las seis de una tarde tórrida. Gabi llega puntual desde San Pedro. Amarra la zodiac, y enseguida recibe saludos. En 2003 remó en Koxtape, y no parecen olvidarlo en la margen rosa. Ese año coincidió con Igor, al que le cuesta más atravesar la Plaza Santiago. Le paran en varias mesas de las terrazas: se acerca La Concha, y todo sanjuandarra quiere aportar su aliento. En el agua, varios niños combaten la canícula al sugerente grito de "¡échanos una moneda!". La escena es como las de antaño, cuando San Juan y San Pedro caldeaban el remo. Sólo la presencia de Álvaro de Marichalar y su moto acuática nos abofetea y nos devuelve al presente. A una charla en el Club Deportivo Yola.

¿Arrancamos con la liga o con La Concha?

Igor Makazaga: Por donde tú nos quieras llevar...

Por donde tengan la cabeza...

I.M.: En La Concha. Eso, seguro.

Gabi Larrinaga: La mayoría, cuando en la liga se ha visto en su sitio, trató de hacerlo bien en Zarautz porque es una bandera importante, pero luego todo el mundo está pensando en el 2 de septiembre. Yo lo llevo haciendo desde el 16 de agosto.

I.M.: Nosotros, igual. En agosto, a los chavales ya les metimos en la cabeza La Concha, lo que no significa que entregues el resto de las regatas. La Concha la veo por encima de la liga, y todo va enfocado hacia ella.

San Juan tiene muy asentada su tercera plaza liguera; San Pedro se juega aún la octava, una meta quizá más mediática al estar Kaiku en el ajo...

G.L.: Como dices, es más mediático. Nuestro objetivo era mantenernos, que lo hemos logrado, y en enero me daba igual ser octavo o décimo. Ahora nos hemos colocado octavos, pero no me vuelvo loco porque detrás vengan Hondarribia y Kaiku. La liga te pone en su sitio, porque son la consecuencia de un montón de regatas. No voy a hacer nada especial este fin de semana por ser octavos.

I.M.: Nosotros, a ver... Pero tenemos diferencia por arriba y por abajo.

Año tras año vivimos La Concha más igualada, ¿vuelve a resultar así?

G.L.: Yo no recuerdo ningún año en el que haya habido diez embarcaciones, y no sé cómo estarán las de la ARC, en condiciones de entrar entre los siete. Unos tienen más posibilidades, como Koxtape, Orio o Urdaibai, pero Hondarribia está noveno y es campeón de Gipuzkoa. Seguro que los doce entrenadores de la ACT hacemos una quiniela diferente.

I.M.: Es un dato objetivo: los diez primeros de la liga, en algún momento, han demostrado tener capacidad para estar entre los siete, pero algunos lo han demostrado con más asiduidad. Año a año, el nivel medio sube. No sé si ganar es cada vez más caro, porque siempre es difícil, pero está claro que entrar entre los siete está cada vez más caro. A nadie sorprenderá que entre cualquiera de los diez primeros. Habrá siete alegrías y tres disgustos muy gordos.

San Juan, sin opción en 2009, se llevaría un varapalo si no entra este año.

I.M.: Para nosotros es el primer año en mucho tiempo en el que nos autoexigimos entrar, algo que no nos lo planteábamos a principios de año. Nosotros queríamos mantenernos y disfrutar. Pero todo nos ha ido mejor, y ahora nos exigimos otros objetivos. Y estar en La Concha, por primera vez en varios años, es uno de ellos.

San Pedro, en cambio, era un valor firme en 2009, y ahora, tras las bajas sufridas, necesita rendir como cuando ha sido tercera o cuarta...

G.L.: En enero ni hablábamos de La Concha. Pero hemos hecho alguna regata maja, con un par de terceros puestos, un cuarto... Y, como dice Igor, te autoexiges y te ilusionas con esa posibilidad, con tener algo de suerte y colarnos ahí. La Concha es una gozada, y estos días, si no estás incluso obsesionado, no vas bien, porque hay que tener un punto de locura para pensar en La Concha.

Gabi remó varios años en Donosti Arraun, sin sufrir en la clasificatoria.

G.L.: Está claro. Soy donostiarra, pero me ha tocado remar más eliminatorias en otros clubes que con Arraun. Es una regata del Ayuntamiento de Donostia, que pone el condicionante de que siempre reme una trainera donostiarra, y punto.

I.M.: Ese debate es absurdo, y más cuando, este año, la propia ACT aprobó, con los únicos votos en contra de San Pedro y San Juan, los cupos territoriales para que, por ejemplo, siempre haya una gallega. En el fondo, es la misma idea que en La Concha, y la ACT la aprobó por mayoría. Ese día, yo aluciné. Llamé a mi presidente y me dijo que habíamos votado en contra y me quedé más tranquilo. Ahora no tenemos argumentos para protestar lo de La Concha.

¿Hasta qué punto esa mejoría del nivel medio de las traineras es fruto de la exigencia propia de la liga?

I.M.: Creo que es más porque cada año se hacen mejor las cosas: los clubes trabajan mejor y los remeros son más deportistas. Hace quince o veinte años, sobre todo en clubes como San Juan o San Pedro, había remeros de los que toda la vida habían estado en un bote, desde que empezaron con el txintxorro. Remaban bien, pero no tenían la conciencia de deportista. Ahora al remero se le exige ser un deportista de elite. Y a partir de ahí, se mejora el nivel medio. Quien rema bien pero no tiene una genética ni una conciencia de deportista de elite, se queda fuera.

G.L.: Ahora prima el aspecto físico. La técnica sigue siendo importante, pero, como dice Igor, la mayor diferencia es que hace quince años tenías un tío que remaba bien, y ya te valía. Ahora necesitas gente con motor, un tío con unas condiciones físicas que si le pules un poco, te va a valer para un montón de años. Además, para cada sitio de la trainera buscas un remero específico. Se ha buscado ese tipo de gente, y las traineras ahora van mucho más rápido.

I.M.: Ha habido mejora en el materia, pero el mayor cambio es físico.

G.L.: En los clubes ves portentos: un tío con unas analíticas impresionantes, que da unos valores de la leche y pesa cinco kilos menos que tú. Ahí te rindes a la evidencia.

En varios botes son los treintañeros los que empujan, ¿llegan chavales?

(Los dos saltan: Sí, sí, sí, sí).

I.M.: Hay que hacer un currelo. Hay que tener en cuenta que el nivel cada vez es mayor. Me pasa a mí: tengo una plantilla de 18 tíos, y tengo dos o tres remeros que he usado menos de lo que me habría gustado. ¿Qué pasa? Que empiezas a andar mejor de lo que esperabas, la exigencia es mayor, te empiezan a no valer algunos resultados... Y al final, a algunos remeros jóvenes no les puedes dar las oportunidades que tú quisieras. El nivel es muy alto y quizá a los jóvenes les cuesta entrar un poco más. Por ello, habría que trabajar más en categorías inferiores, con más horas de entrenamiento de mayor calidad.

G.L.: Y hace falta gente cualificada para enseñar. Al final, estás formando personas desde infantil o cadete. Si de un grupo de ocho o diez infantiles cuatro llegan a senior, está bien. Y los entrenamientos que se hagan por el camino son muy importantes.

I.M.: Arriba hay tal nivel, que la gente no puede llegar de cualquier modo. Por eso es importante el papel de las segundas traineras. Nosotros no hemos podido sacarla, pero es donde se curte la gente joven, que tiene más medios para trabajar que los que tuvimos nosotros con 14 años.

¿Un remero cómo termina de técnico? ¿Por inquietud personal o llega un día en que alguien debe ponerse?

I.M.: ¿Que cómo termina? ¿Se puede decir que hasta los huevos? (Risas).

G.L.: A medida que pasan los años, por la experiencia adquirida, el entrenador te va preguntando cosas, tú opinas... Todos tienen dentro del bote un remero de confianza que, a menudo, acaba entrenando. Además, si uno lleva el remo dentro, que es una forma de vida, como otros llevan el surf, sabes que vas a ser remero siempre y llega un día en que te ves con un cronómetro en una mano y en la otra un montón de papeles y un teléfono que te fusila a llamadas.

I.M.: En los últimos años, en San Juan y San Pedro, el entrenador se ha buscado en casa. Es algo que te va absorbiendo, absorbiendo, y se jodió. En otros clubes hay otra filosofía. Pero ser entrenador exige mucho. Un remero acaba el entrenamiento o la regata y desconecta. Pero un entrenador lo es las 24 horas.

G.L.: En nuestro caso no hay festivos. El domingo por la tarde, te das una vuelta con la chavala o la mujer, y medio cerebro lo tienes bloqueado pensando en la regata de ese día para ver dónde puedes restar cinco segundos. Y te vas a la cama con ese rollo.

¿Y en quién se apoyan para descubrir si una floja regata se debió a las cargas de trabajo, a un mal día del equipo, a las medidas, a una calle peor, a un aire inoportuno...?

G.L.: Hay un montón de factores externos que desvirtúan el resultado, y muchas veces no sabes si has metido la pata con las medidas, si los dos cambios hechos te han costado diez segundos, si la calle... El trabajo de preparadores y médicos está ahí, pero un entrenador se guía mucho por las sensaciones que va captando al bote. De hecho, una de las mayores mejoras de los últimos años es que en muchos equipos el entrenador va dentro del bote. Si es capaz de palpar esos detalles, mejorará el rendimiento del bote. Hay otras cosas que no las ves desde dentro. En muchos entrenamientos la mitad vas remando y la otra mitad en la fueraborda para poder ver.

Etxabe o Korta dejaron el remo y siguen entrenando. ¿Será su caso?

I.M.: Yo siempre me decía que un día dejaría de remar pero seguiría vinculado al remo, porque no sé hacer otra cosa. Lo que pasa es que ahora tengo la mayor implicación de mi vida, y es posible que un día lo deje todo. Al menos, durante un tiempo.

En el remo está de moda hablar de "picos" de forma, pero yo eso lo concibo en deportes individuales. En un equipo de 13, 15 ó 20 personas...

I.M.: Ésa es la historia. En el remo eso es imposible. En el remo, tú te tienes que acercar lo máximo posible a una situación ideal sabiendo que nunca la vas a conseguir. Como bien dices, piensa lo difícil que es en un deporte individual llevar un tío en un momento determinado a una forma determinada. Eso, multiplicado por trece o por veinte, es imposible.

G.L.: Y más aún con el tipo de competición que tenemos. Comenzamos a pegarnos en la liga el 3 de julio y va a llegar septiembre y ahí seguimos. Que venga el preparador que sea a planificar eso. Es una locura. Al final, intentas que el equipo te aguante más o menos bien toda la liga.

¿Un remero podrá vivir de esto?

I.M.: Yo soy muy pesimista. A todos nos gustaría vivir de esto. Pero mientras los clubes dependan tanto de dinero público, que directa o indirectamente puede ser el 75-80%, es difícil. No es fácil llegar al patrocinador privado, y más hoy. Si no se da con otros modos de financiación, esto no crecerá. Incluso, quizás estamos inflando demasiado todo esto.

G.L.: ¡Estamos por encima de nuestras posibilidades!

I.M.: Eso es, estamos por encima. Y si los clubes no somos capaces de conseguir patrocinios más fuertes...

G.L.: Hay muchos clubes que cierran el ejercicio perdiendo, y el año que viene vives con la soga al cuello hasta que todo hace crack. Y al final viene otro presidente con energía para intentar salir para arriba.

I.M.: No se puede hablar ni de pseudoprofesionalización. Porque si se pidiera un mínimo de seriedad, todo esto se cae. Quien tenga un contrato como Dios manda, que lo muestre.

Pero toda filosofía es válida: la del talonario y el trabajo desde abajo.

G.L.: Cada club debe saber de dónde viene y adónde va. Un club modesto, si entra en la política de fichajes de Kaiku o Urdaibai, un año le puede salir bien, y al siguiente hacer un agujero. Es un riesgo muy grande.

I.M.: Los cupos tratan de frenar las desigualdades entre los clubes, porque algunos manejan mucho dinero. Habrá más formas de lograrlo, pero...

¿Ven algún bote ganando a Kaiku?

I.M.: El Urdaibai del último fin de semana es quizá el único que podría.

G.L.: Kaiku saca esos trece remeros en citas muy puntuales y su mentalidad cambia porque se saben superiores y se crecen. Pero algún día alguien les ganará. Tenlo claro.

I.M.: Es normal que salgan de favoritos: ese caché se lo han ganado en el agua. Pero, no sé si este año o el que viene, alguien les ganará. El día que no ganen, titubearán un poco y perderán parte de esa confianza de saber que cada vez que salen ganan. El jueves de La Concha puede ser clave. Ese día ya nadie se guarda dos remeros y todo el mundo va a tope. Si Orio, Urdaibai o Castro les gana el jueves, pueden perder confianza.

G.L.: O si no ganan con el margen que esperan, los demás se pueden ir arriba. Incluso ser segundos en la ciaboga les puede tambalear. Hasta ahora no dan pie a eso, porque hacen unos primeros largos fortísimos.

Para acabar, San Juan y San Pedro. ¿Se ha perdido aquella rivalidad?

G.L.: Se ha perdido la rivalidad de 1993, 91, 89, 88... Pero sigue habiendo.

I.M.: Se perdió con la escisión (Koxtape y Donibaneko), porque entonces el rival estaba en casa. Ahora se está recuperando, sobre todo los jóvenes.

G.L.: Es buena para los dos clubes.

I.M.: Está claro. Egoístamente, nos interesa que el vecino ande bien, pero siempre un peor que tú. Porque eso te incita, te motiva y te obliga.

G.L.: Te ayuda a mejorar hasta la calidad de los entrenamientos, porque ves entrenar a los vecinos y vigilas lo que hacen y ellos te vigilan a ti.

I.M.: Es hasta bonito. Toda la vida ha existido eso. Mi abuelo y mi padre fueron remeros, me han contado mil batallas de ese pique. Ahora lo ves en nuestros hijos, que al llegar a casa te preguntan qué has hecho tú y luego qué ha hecho San Pedro. Y, como padre, no has alimentado esa rivalidad, o crees no haberla alimentado, pero está ahí y lo viven así. Recuerdo de txiki ir con mi abuelo a San Pedro, y siempre volvíamos con una bolsa llena de lo que te daban andando por los viveros. La rivalidad con San Pedro quedaba en las batallitas.

G.L.: Será una de las rivalidades más bonitas que ha habido en el remo. Cuando yo era cadete, iba a las regatas y ahí estaba el ambiente entre San Pedro y San Juan. Y ha habido Conchas espectaculares entre ambas.

Con tanto fichaje, ¿se ha perdido el amor por los colores?

I.M.: No. Gabi tiene remeros de estos cerrados siempre con San Pedro. Nosotros, también. En días como La Concha, es más notorio lo que les pone a los remeros sus colores.

G.L.: Y en las regatas de casa, también. Y se agradece, porque hay equipos tan impersonales...

I.M.: Y en los dos lados ves que son los jóvenes del equipo los que más interiorizados tienen los colores. Y eso contagia y es muy chulo.

La última para Gabi: como donostiarra, ¿cómo ve la trainera unificada?

G.L.: Han pasado tres años, y es difícil subir a la ACT. Es la liga de los doce locos, y cuesta mucho entrar ahí. La ARC cada vez tiene más nivel: Santurtzi, Isuntza, Zierbena, Camargo... tienen equipos espectaculares. Juntar una cuadrilla de garantías, con remeros propios y buenos, no es fácil. Hace falta tiempo y suerte para entrar en el play-off y que el último de la ACT esté más bajo.