Getxo. Por los alrededores del stand de meta situado en frente del muelle de Arriluze aguardaba de pie, con gesto decepcionado, Koldo Fernández de Larrea. El sprinter de Euskaltel-Euskadi esperaba la llamada del speaker para recoger su premio en el podio del Circuito de Getxo, una carrera en la que ya alzó los brazos el año pasado. No recogió el alavés el trofeo del vencedor. Tuvo que consolarse con ser el mejor vasco en la rápida llegada de Arriluze. El premio era poco reconocimiento para el gran trabajo que sus compañeros realizaron durante toda la jornada. No pudo Koldo levantar los brazos en una temporada que, de momento, se le va en blanco, pese a sus "buenas piernas". El sprinter de Euskaltel, noveno, quedó lejos de Francisco José Pacheco (Xacobeo-Galicia), el ciclista con nombre de torero famoso. Puede que el manchego no haya llegado aún al oído del aficionado, pero amasa un palmarés de doce victorias, la mayoría obtenidas durante su periplo portugués en el Barbot.
El guión se olía ya desde la salida. La llegada masiva en Arriluze estaba en todas las quinielas de los aficionados que se apostaban en las cunetas de la clásica getxotarra, el circuito urbano que organiza la Sociedad Ciclista Punta Galea. Así pues, no varió el final de una carrera que bien pudo tener otro desenlace. Y es que gracias a la fuga del día, la dosis de emoción estuvo presente en la segunda parte de la carrera.
Daniel Díaz, sin complejos Hacia el ecuador de la prueba, una escapada -más bien un corte- de hasta 39 corredores sobrevivía desde el kilómetro 56 con más de un minuto de ventaja sobre un pelotón comandado por Euskaltel-Euskadi. En la fuga viajaban representantes de todos los equipos, entre los que estaban Luis León Sánchez, ganador el sábado de la Clásica de San Sebastián, o Daniel Díaz, el joven debutante del Footon-Servetto, que comenzaba con buen pie su andadura profesional al ganar el premio de la montaña.
Por detrás, Euskaltel-Euskadi, que contaba con dos unidades infiltradas en el grupo delantero, apostó por Koldo Fernández de Larrea, su baza de cara al sprint. Lo suyo le costó, ya que la gran cantidad de corredores que componían el grupo delantero -entre ellos cinco del Caja Rural- daban lugar a una batalla en la que las fuerzas estuvieron muy igualadas. Al menos hasta el último tercio de la carrera.
A poco más de 60 kilómetros, dentro de la octava vuelta, comenzaron los ataques en cabeza de carrera, reduciendo la escapada a tan sólo 11 corredores: Luis León Sánchez (Caisse d"Epargne), Nibali (Liquigas), Piemontesi (Androni), Chuzdha y Reig (Caja Rural), Berthou (Carmiooro), Gutiérrez Palacios y Walker (Footon), Izagirre (Orbea), Chacón (Heraklion), Rossi (Flaminia). Los más fuertes, sin duda. Pero fue el principio del fin. Las fuerzas comenzaron a escasear en la fuga, mientras por detrás Euskaltel encontraba a su mejor aliado en el Xacobeo-Galicia, con el que unió fuerzas para reducir la ventaja con los de cabeza. Así, la esperanza de que una escapada llegara a meta se fue esfumando durante la penúltima vuelta, afrontando el último paso con tan sólo 20 segundos de ventaja. No había nada que hacer, aunque lo siguieron intentando. Oleg Chuzda, que acabó llevandose el premio a la combatividad, lo intentó primero y, poco más tarde, Luis León Sánchez y David Gutiérrez Palacios trataron de dar la campanada.
Koldo pierde su sitio Sin fuerzas, ni organización por delante, el pelotón engullía a los valientes. El final al sprint estaba cantado. Euskaltel-Euskadi, desgastado tras un gran trabajo, perdió su posición en cabeza, dejando la responsabilidad de lanzar el sprint en manos de Xacobeo y Liquigas. Por Zugazarte asomaba fuerte el equipo gallego, que guardaba a Pacheco. Un ganador poco conocido, pero con instinto ganador al fin y al cabo. El velocista de Valdepeñas imponía su punta de velocidad sobre Andrea Piechele (Carmiooro) y Manuel Antón (Burgos-Monumental).
El manchego, tras un año en blanco para él y para su equipo, justificaba así la apuesta de Álvaro Pino cuando lo fichó del Contempolis-Ampo, argumentándose en un palmarés engordado en las carreteras lusas. Koldo, por su parte, perdía posiciones en una llegada en la que, cerrado y con la meta encima, el alavés no tuvo tiempo de remontar. Se quedó lejos, muy lejos.