Reims. El Tour volvió a Francia y volvió a ser el Tour. El Tour y su clásica primera semana, no la locura holandesa del viento, no la sierra de las Ardenas, no la tortura inhumana del pavés. El Tour y el calor, la asfixia, el aliento del infierno, el agua como el pis, los brazos tostados, sudorosos. El Tour volvió a ser íntegramente francés y los ciclistas respiraron aliviados mientras se relamían las heridas de la batalla de Arenberg y las tumbaban al sol para que cicatricen antes de que lleguen los Alpes, que ya asoman en el horizonte. El pelotón corrió de Cambrai a Reims entre las viñas del Sauvignon, las perlas del champagne que riega el éxito, las burbujas del glamour que acaparaba ayer Rama Yade, la ministra de Deportes francesa. El Tour recuperó el pulso habitual, dejó atrás el miedo y lo celebró con una etapa de manual: una escapada quimérica y un pelotón canino.
En la fuga se infiltraron dos vascos, Iban Mayoz e Iñaki Isasi. El primero, un peleas que se fajó en el Giro como un bravo y aprovecha cada oportunidad que le concede la vida como si fuese la última; el segundo, algo así como un hidalgo en bicicleta, porte y señorío, un placer de ciclista. Ambos dieron aire a sus equipos. Al Footon-Servetto tan escondidito, tan de puntillas en el Tour, sin nombres, sin el protagonismo habitual que Matxin lucía en otro tiempo. A Euskaltel-Euskadi, metido en un bucle de la desdicha, en una dinámica catastrofista que el Tour convierte en vía crucis sólo porque es el Tour, lo más grande, para lo bueno y para lo malo, cosido a caídas, con todos sus ciclistas, salvo Samuel, el jefe, algo es algo. Así iba la etapa, con el grupo de Mayoz e Isasi zumbándole sin remisión porque el pelotón no les concedió nada, ni la esperanza. Sólo cuatro minutos de ventaja. Luego empezó a tirar del hilo. Sin brusquedad. Tan suave que ni se notó.
Bajo el sol movían las piernas los ciclistas. Bajo el sol, los labios, Armstrong y Kloden, dos sonrisas enigmáticas después de la derrota, Basso, el viejo e indescifrable Sastre. Y al fondo de la larga hilera asomaba Amets Txurruka, 56 kilos de ciclista forrado de vendas, triturado por una caída desafortunada en el pavés cuando su única misión ese día era eso, no caerse, no poner en riesgo la maltrecha clavícula que en abril se había partido en la Vuelta al País Vasco. La clavícula fue lo primero que tocó el suelo. Se partió de la misma. Amets, líder de la montaña, no pudo seguir. En meta le consoló ama, que no está en el Tour, por lo que eran los médicos los que le ajustaban una de las vendas para que regresase al pelotón y siguiese disfrutando del sol.
Corría a su encuentro detrás de un coche, aprovechando su estela para reintegrarse. Por eso no vio el bache en el que se metió su rueda delantera. Un golpe violento que apartó las dos manos del manillar, le golpeó el pecho y le mandó directo al suelo. Cayó sobre la clavícula. La maltrecha. La de la Vuelta al País Vasco. Una pesadilla.
Cuando se levantó su cara era un poema. Su cuerpo, un saco de gimnasio. Tenía golpes por todos lados. Pero se subió a la bicicleta. Amets no conoce la palabra rendición. Lo hizo una vez, cuando de niño sacó su bicicleta y quiso subir la cuesta que queda al lado de casa. No pudo. Se bajó y regresó apenado. Al día siguiente volvió y la subió. Ayer regresó al pelotón y se refugió en la cola, encogido como un ovillo, dolorido. Así hizo 122 kilómetros. Tres horas con el sol mordisqueándole las heridas. Casi toda la etapa con el dedo del viento hurgando, malmetiendo. Cuando llegó a Reims se metió en el autobús y rompió a llorar. De impotencia. "Hice lo imposible por llegar bien al Tour. Me he sacrificado y ahora llega esto". Siguió lagrimeando en la ducha. Y en la ambulancia que se lo llevó después a una clínica privada de Reims, donde le hicieron placas que, efectivamente, mostraban una línea de rotura en el mismo lugar. Por eso, porque al ser en el mismo sitio podía tratarse de la misma fractura, las placas viajaron a Bilbao, a la consulta de Xabier Azores, el médico que trató la recuperación anterior del vizcaino, que confirmó la nueva rotura que aparta a Amets del Tour, la carrera con la que mantiene un idilio especial. Subió al podio como el más combativo del Tour 2007 y ha rondado la victoria en varias ocasiones. Este año le ha traicionado.
Sobre las 19.30 horas volvía Txurruka al hotel de Euskaltel, a las afueras de Reims. "Tengo un bajón grande, importante. Es que es la hostia. Lucho para preparar un objetivo, llego bien y luego…". La voz agrietada de nuevo. Para entonces, Alessandro Petacchi se había tomado su segundo trago de champagne en este Tour después de que el pelotón cazara a los fugados y se lanzase un sprint que le dejó el HTC-Columbia a Cavendish a huevo pero que éste dejó escapar, principalmente, porque sus piernas no son las mismas que el año pasado.
1º Alessandro Petacchi (Lampre) 3h34:55
2º Julian Dean (Garmin) m. t.
3º Edvald Boasson Hagen (Sky) m. t.
GENERAL
1º F. Cancellara (Saxo Bank) 18h28:55
2º Geraint Thomas (Sky) a 23"
3º Cadel Evans (BMC Racing) a 39"
La etapa de hoy, 5ª: Épernai-Montargis, 187,5 kms. Eurosport (14.18 horas); Teledeporte (14.30 h.); ETB 1 (14.30 h.).