El renovado Asier, inopinado semifinalista del Manomanista, es una dejada en plena persecución de Barriola que de alguna manera le impulsó a la antesala de la final. La jugada del goizuetarra, que quebró con esa deliciosa jugada el remonte de Abel en el Labrit de Pamplona, escenifica la transformación de Olaizola I, un pelotari de aspecto errante, frágil ante cualquier jirón de la fatalidad, con tendencia al desplome en las luchas individuales. "Se derrumbaba con facilidad. Se venía abajo demasiado fácil, como si no creyera en sus posibilidades", descubre Roberto García Ariño, técnico de Asegarce. Recupera de su memoria el preparador vizcaíno un doloroso pasaje que convenció al goizuetarra de que debía tener más fe en sí mismo para crecer y expandirse. Fue en la pasada edición del Cuatro y Medio, cuando dominaba con claridad por 21-17 a Titín en Balmaseda. Sucedió que Asier no fue capaz de cerrar el duelo a su favor y perdió por la mínima esperando a que el riojano se pegará un tiro en el pie. No lo hizo. "Aquel día en el vestuario se le vio muy tocado. Se dio cuenta de que tuvo el partido en su mano, que podía haber hecho algo bonito en el campeonato, pero que no supo terminarlo porque no acabó el tanto. Se le encogió el brazo en los momentos decisivos. Así es muy difícil ganar. Sólo dominando y sufriendo es complicado llevarse le victoria", desgrana Roberto García Ariño.
El episodio de Balmaseda redecoró el interior del goizuetarra en las luchas individuales. El mal trago activó a otro Asier, distinto, con más filo. "Se dio cuenta de que para ganar esa clase de partidos hay que hacer tantos. Que en momentos puntuales hay que jugársela como hizo el sábado contra Barriola. Si no hubiera tomado ese riesgo, el partido se le hubiera complicado muchísimo. Tuvo la tranquilidad suficiente para tirar la dejada. Le salió muy bien, en eso tuvo suerte, pero lo que se debe valorar es el gesto en sí, el tener la valentía de hacerlo", describe el técnico de Asegarce, convencido de que Asier ha dado un paso al frente en el modo de encarar los partidos: "Ahora se le ve más tranquilo, no tiene tanta precipitación en la cancha. Está mejor que antes y ha ganado en saber estar".
más poso Al delantero de Goizueta se le vislumbra mayor aplomo porque, según García Ariño, "confía más en sus posibilidades" y, sobre todo, destaca el técnico, "explota más y mejor sus virtudes que antes y en lo posible tapa sus carencias, mientras que antes sus puntos débiles llegaban a obsesionarle de tal manera que le hacían ponerse nervioso". Aprecia la mejoría el vizcaíno no sólo en el aspecto mental de Asier, sino también en el juego y en el posicionamiento del goizuetarra en el frontón, como si se gobernara con más eficiencia en las coordenadas que propone el espacio para sacar mayor partido a su extraordinaria derecha. "Sabe que con la derecha abre mucho hueco y se coloca mejor en la cancha para poderla utilizar al máximo, para sacarle rendimiento. A pelotas que antes entraba de zurda, ahora lo hace con la derecha, aunque en ocasiones tenga que forzar el gesto", argumenta Roberto García Ariño.
Concreta el vizcaíno que el avance de Asier es cuestión de varios factores. "Tocando una sola tecla no haces nada, pero, cuando se tocan varias como es debido, la melodía suena y eso es lo que ocurre con Asier. Además de ganar en confianza, de jugar más tranquilo, de explotar mejor sus virtudes y de no estar tan pendiente de sus defectos, el hecho de que la pasa sea falta también le ha ayudado porque su mayor problema era el resto". A pesar de la indudable progresión de Olaizola I, Ariño enfatiza que "lo que ha hecho está muy bien, pero eso ya es pasado y tiene que dar un paso más. El pasado en el deporte no sirve para nada, sólo es historia".
Roberto García Ariño considera que Olaizola I "tiene más confianza en sí mismo y no está tan pendiente de sus fallos"