donostia. Cuando más dudas había sobre el equipo tras caer con estrépito en Canarias y cuando más dramática podía tornarse la clasificación teniendo en cuenta la dureza de las próximas jornadas, Ricardo Uriz acudió al rescate de un Lagun Aro GBC que parecía estar en caída libre y que ayer remontó el vuelo con una victoria de mérito ante el DKV Joventut (78-70). El capitán, siempre un ejemplo de trabajo, honradez y sacrificio por el equipo, jugó ayer el partido de su vida en la ACB y fue el indiscutible protagonista de un triunfo que vale su peso en oro y que puede suponer media salvación, vistas las dificultades que están teniendo tanto el Xacobeo como el Alicante, los dos grandes rivales en la lucha por la permanencia, para sumar.
La interminable racha negativa en la que estaba inmerso el Lagun Aro, culminada con una triste actuación hace ocho días que provocó el enfado público -por primera vez en la temporada- del presidente, Gorka Ramoneda, obligaba a Pablo Laso a tomar decisiones. Algo había que cambiar, porque no podía dejar que el equipo languideciera de esa manera. Y el técnico vitoriano cambió. Puso en liza un quinteto formado por Uriz, Detrick, Panko, Hopkins y Doblas. Es decir, apostó por la defensa, el equilibrio y el sacrificio por encima del talento, pero la inconstancia, de Sergio, Barbour o Ignerski. Laso arriesgó buscando una reacción en su equipo. Si le hubiera salido mal, quizás se habría quedado ya sin argumentos de cara al tramo final de la temporada. Pero acertó de lleno. Chapeau para él. Al César lo que es del César.
Con Sergio, Barbour o Ignerski en el banco -quién lo hubiera dicho a principios de temporada- un nombre propio sobresalió: Ricardo Uriz. El capitán no ha parado de crecer como jugador desde que llegó al GBC allá por 2005, cuando el equipo estaba aún en LEB 2 y él tenía que hacerse un nombre en la elite del basket. Parece la Prehistoria. El navarro tiene ahora 30 años y en las últimas semanas se ha consolidado como un buen base de ACB. Lo suyo le ha costado. Sin ir más lejos, durante la primera vuelta de esta temporada se quedó sin jugar tres partidos, a la sombra de Sergio y Rai. De secundario a protagonista. La historia de superación del capitán, siempre trabajando como el que más, siempre haciendo equipo, sin quejarse de situaciones personales injustas, es ejemplar.
Laso ha tardado más de media liga en dar a Uriz el papel que merece. En los últimos cinco partidos se ha convertido en el base titular, ya que, de los tres organizadores, es el más completo. Ayer cuajó su mejor partido como jugador ACB. Metió 18 puntos, repartió nueve asistencias y robó dos balones. Además, dominó el ritmo del choque y vio el juego con una claridad sorprendente. El problema es que su crecimiento ha hecho que la importancia de Sergio decaiga tanto que ayer ni siquiera jugó. Un lujo que puede acabar acusando el equipo.
El caso es que, bajo la batuta de Uriz, el Lagun Aro saltó a la cancha muy concentrado, haciendo una labor defensiva muy seria y anotando con bastante regularidad. El baloncesto no engaña. Todo está unido. Es difícil atacar bien si se defiende mal y viceversa. El Lagun Aro cumplió en todas las facetas del juego. Perdió menos balones que de costumbre (13) y dio más asistencias de lo habitual (18). Además, hizo un excelente 10/19 en triples. Es decir, atacó con seguridad y confianza, y seleccionó mejor sus tiros desde 6,25, donde en los últimos meses estaba promediando un 28% de acierto.
detrick y barbour Todo vino desde una defensa consistente que hizo que el Lagun Aro fuera siempre por delante en el marcador. En esa labor, además de Uriz, brilló Jason Detrick, que durante muchos minutos secó a la estrella rival, Clay Tucker, y que encima metió diez puntos, todos ellos en un primer cuarto pleno en inspiración. Pero ayer todos los que saltaron a la cancha anotaron. Ignerski, con tres, fue el que menos puntos aportó. El polaco parece ser el otro damnificado del desastre de Canarias. Su poca incidencia en cualquier apartado del juego que no sea tirar triplas mina su rendimiento.
Pese a su solidez atrás, el equipo de Laso afrontó el último cuarto con sólo dos puntos de ventaja (59-57). Faltaba un punto de genialidad. Dos hombres encendieron la chispa. Uno fue Uriz, por supuesto, con dos triples consecutivos que dieron siete puntos de renta al Lagun Aro (65-58). El otro fue Antwain Barbour, desesperante hasta entonces por su individualismo pero acertado en el último cuarto, con otros dos triples que anularon cualquier intento visitante (74-65 a minuto y medio del final).
El triunfo otorga media salvación al conjunto guipuzcoano, que ahora tiene dos triunfos de renta sobre el Xacobeo, que juega hoy. Pero no cabe confiarse, porque esto no ha acabado. Eso sí, todo será más fácil si los jugadores muestran el mismo espíritu de lucha de ayer.