BIENVENIDOS a Mundo Vallecas o Valle del Kas, como lo denominan sus habitantes con gracia. La vida ha cambiado mucho en la famosa barriada madrileña y ya no tiene nada que ver con aquella leyenda de peligrosa que arrastró durante muchos años. La Avenida Ciudad de Barcelona, el cordón umbilical que le une a la capital, ha pasado de ser su principal vía de salida hacia el este, a convertirse en una zona céntrica, que arranca en la estación de Atocha. Su continuación, que simplemente cambia de denominación al cruzar la M-30, es la famosa Avenida de la Albufera, que atraviesa la parte antigua y mítica del barrio, en la que de repente te das de bruces con el Teresa Rivero, o Vallecas, como se le ha conocido toda su vida. No tiene pérdida. La calle perpendicular que rodea el estadio es la de los Bucaneros, y en la que se encuentran las oficinas del club es la del Payaso Fofó. Hasta en esto es entrañable este Rayito. Vallecas ya no es un barrio, en el sentido que tenemos en Gipuzkoa de dicha palabra, sino una ciudad. Actualmente cuenta con más de 300.000 habitantes y sus calles no son las peligrosas y estrechas que aparecían en la película La Estanquera de Vallecas, sino que tienen de todo. Desde zonas muy modestas hasta urbanizaciones de lujo, es una ciudad, como otra cualquiera. Algunos se preguntarán a qué vendrá el rollo que les estoy contando, pero es que un servidor pasó cinco años de su vida cubriendo la información del Rayo. Y eso, en un club tan entrañable, acaba calando hondo y sin darte cuenta tienes la avispa de su camiseta entre tus recuerdos futbolísticos. Y si no, que se lo pregunten a Iñaki de Mujika, que estuvo a un paso de ser su gerente.
El pasado martes disfruté mucho recordando anécdotas con Lopetegui, el guipuzcoano más rayista. El equipo franjirrojo no tenía instalaciones de entrenamiento, y muchas veces se le podía ver corriendo incluso por La Avenida de la Albufera entre la rutina de sus conciudadanos. Un día se ejercitaba en la Peineta, otro en Coslada, otro en Majadahonda y muchos en su estadio? Cuando lo hacía en esta última plaza no tardaban en aparecer personajes pintorescos. El más gracioso y popular de todos, el mítico Poli Díaz. El ex boxeador, cuya mente estaba muy debilitada por los golpes y su mala vida, se hacía notar al hablar entre gritos. Vacilaba a todos los periodistas. Cuando no te tocaba a ti te reías mucho, lo malo era cuando notabas que te estaba mirando: "¿Mañana me voy a Vitoria, queréis que os traiga algo?", repitió durante un entrenamiento varias veces. Como sabía que soy vasco, no tardó en terminar su frase con "una bomba, ¿o así?". Así era él. Inolvidable también fue el susto del atraco que sufrieron sus oficinas. Algunos se preguntarán que cómo es posible, que vaya objetivo más extraño. Pues no, no lo era tanto. Desde que aparecieron los Ruiz Mateos, la plantilla cobraba un día a la semana parte de su nómina en sobres, en dinero B. No crean que lo escondían demasiado, saltaba a la vista de todos.
Esta semana me he acordado de esta circunstancia, porque en una época en la que el fútbol convive con las deudas, los jugadores agradecen más que nunca recaudar dinero fresquito, en papel. El presidente Aperribay anunció que el tema de las primas para esta temporada estaba cerrado. Otro miembro del club, el pasado verano, me argumentaba con razón que "los jugadores son jóvenes y después de tantos problemas que han pasado, les motiva mucho más recibir una cantidad concreta, por ejemplo cada tres partidos ganados, que un total al final de campaña".
De equipos como el Rayo también se puede aprender, porque el fútbol jamás será sota, caballo y rey. Ruiz Mateos puede ser muchas cosas, pero tonto nunca. Con dinero fresco, el de las primas legales, se alegra cualquiera y el camino a Primera se hace más corto. Es así, trasládenlo a sus trabajos. Cobrar por objetivos inmediatos. Funciona.