Fiel a su estilo en el que nadie sabe qué es improvisado y qué no, y con actores no profesionales que forman parte del reparto, Sean Baker presenta en la sección Perlak su nueva película, Red Rocket, recién llegada de Cannes. En ella, una estrella del porno interpretada por Simon Rex, exactor en la vida real de cine para adultos, decide volver a su pequeño pueblo de Texas, en el que nadie parece haberle echado de menos.

La película se puede entender como un retrato de los ciudadanos abandonados en la América que ha dejado Trump.

-Sean Baker: La película está ambientada en un estado republicano porque quería jugar con ello. Son personajes a los que no se les ha escuchado y quizás por eso pasó lo que pasó en las últimas elecciones, pero también buscaba ser ambiguo. No quería lanzar un mensaje concreto. Lógicamente el tema que comenta está ahí, pero me gustaría que fuera el público el que se posicionase sobre ello.

Texas, al igual que lo fue Florida en su anterior película, es un protagonista más de la historia. ¿Qué surge antes, lo que quiere contar o la localización?

-S.B.: Las localizaciones para mí son muy importantes y me las tomo muy en serio porque creo que, como dices, son otro personaje más. Sin embargo, para este filme surgió antes la historia. Por cómo es el protagonista quería situarla en la parte central de EEUU e, investigando de dónde salen la mayoría de estrellas del cine para adultos, di con que Ohio, Texas y Florida eran los estados con mayor número de intérpretes de este tipo. También buscaba una comunidad que tuviera una refinería de la que dependieran al mismo tiempo que están siendo intoxicados por ella. Es algo que encajaba bien con el personaje protagonista. Estuvimos buscando un lugar así por toda la Costa Oeste y al llegar a Texas nos topamos con un enorme depósito de agua que tenía el letrero Texas City, la ciudad del petróleo y, dije, tiene que ser aquí.

¿Por qué la elección de colocar a un personaje de la industria del porno en medio de esta historia?

-S.B.: El sexo está presente en todas mis películas porque siento que hay mucho estigma a su alrededor. Una de las cosas que me gustaría conseguir con ellas es precisamente eliminar ese estigma y hacer ver que los trabajadores que viven de ello también son personas, tienen sus derechos y es necesario prestarles atención. Preparándola conocí a mucha gente como el protagonista y sentí que eran muy complejos. Estando con ellos te reías de lo que te contaban de su mundo y de cómo te lo contaban, pero al llegar a casa empezabas a pensar y te preguntabas: "¿Cómo me he podido estar riendo con esta gente si son personas que se aprovechan de otros y sobre todo de otras haciéndoles daño? Me pareció todo un reto crear un personaje así y conseguir que el público se empatizara con él.

Quizás a Simon Rex, que conoce esta industria desde dentro, le ha tocado vivir con ese estigma que mencionaba antes. ¿No cree que es una hipocresía en los tiempos que corren cuando los escándalos deberían ser otros?

-Simon Rex: Desde luego. Nos centramos en las cosas equivocadas. Tengo la sensación de que en Europa sois más abiertos y no se juzga tanto, pero en EEUU, quizás por ser un país más joven, siempre hay problemas con la desnudez en pantalla, por ejemplo. No hay ningún problema en mostrar la violencia que haga falta, pero si enseñas el culo de un niño estás fastidiado. Me apoyé en esa idea para dar vida al personaje y decirle a la gente que ya no estamos en parbulario. Después de año y medio de pandemia, creo que estamos revaluando las cosas que son importantes para nosotros y a ver si ahora, de una vez, podemos olvidarnos del estigma sobre el sexo.

¿Cómo ha sido interpretar a un personaje que cuenta con una energía aparentemente inagotadora?

-S.R.: Tengo que decir que todo sobre mi personaje estaba ya en las páginas del guion. Es verdad que Sean deja mucho espacio para la improvisación, pero cuando tienes un guion tan estupendo y un casting de actores alrededor tan bueno, es muchísimo más fácil. Aunque suene un poco simple, solo tuve que seguir mi instinto, que a veces funciona y a veces no, para poder añadirle algo de encanto, de niño grande y de persona real para que el público conectase con él. No tuvimos mucho tiempo antes de rodar para hablar sobre el personaje, pero creo que hemos hecho un muy buen trabajo. Sean apostó por mí y de alguna manera quería poder devolverle ese favor haciendo el mejor trabajo posible.

¿Por qué la elección de NSYNC para la banda sonora?

-S.B.: Me encantaría decir que fue una gran idea que tuve antes de hacer la película, pero no fue así. En el rodaje se me ocurrió que como Suzanna Son (la actriz del filme) es músico podía aprovecharlo para crear una escena en la que pudiera tocar los teclados. Estuvimos buscando alguna que encajase con el contexto y así es como dimos con la canción Bye Bye Bye de NSYNC. Estoy muy agradecido a ellos porque los cinco miembros tenían que aprobar cedernos los derechos y lo hicieron. Gracias a ella pudimos elevar la película y añadirle una capa más.

Con el nuevo gobierno de la Casa Blanca, ¿el sueño americano ha cambiado?

-S.B.: Más que cambiar, creo que el sueño americano se ha metamorfoseado. Siempre ha estado centrado alrededor de la familia, en ayudar a los que están al lado, y ahora solo es dinero, poder y tal vez fama. Es algo que vemos constantemente en las redes sociales, pero no tengo la sensación de que sea algo que vaya a desaparecer con el nuevo gobierno.

En esta era de las redes sociales, ¿es más complicado introducirse en esas ambiguedades ya que las consecuencias públicas pueden ser mayores?

-S.B.: La simplificación de las redes sociales claro que afectan. Como creador, tener que contar tus reflexiones en 140 caracteres es una limitación. En las redes no hay matices y yo busco salir de eso a través del cine. El mundo no es tan blanco o tan negro como se nos presenta en ellas. Yo aprecio mucho los grises morales de las personas y la película es una reacción a eso. Hoy día, cada vez que abres la boca para decir algo sabes que todo el mundo va a poder tener una opinión sobre ti. Afortunadamente, soy un cineasta muy independiente y no creo que vaya a caer en esa cultura de la cancelación tan en auge, pero cada vez es más difícil expresar tus opiniones y hay que aceptarlo.

Rodó el filme 'Tangerine' con un iPhone. ¿Cree que las plataformas abren nuevos caminos para este tipo de cine tan independiente o todo lo contrario, pueden ser una vía fácil para que los cineastas abracen un cine más comercial?

-S.B.: Es algo que daría para una larguísima discusión (risas). Pienso en ello o a diario y creo que el futuro, queramos o no, pasará por ellas. Aún así, espero poder seguir haciendo este tipo de cine y que siga siendo para las salas y para un público adulto. Es verdad que cada vez somos menos, pero espero que más directores sigan esta camino. Quizás los que nos hace especiales sea precisamente eso, que somos capaces de mantenernos por esta vía.