Durango Durangoko Azoka cerró ayer su 60ª edición con un balance claramente positivo por parte de Gerediaga Elkartea y la sensación compartida de que el encuentro sigue siendo un punto neurálgico para la cultura vasca. El coordinador de la asociación Beñat Gaztelurrutia destacó que la feria ha vuelto a demostrar “una salud excelente”, con miles de visitantes, una muy alta afluencia durante las cuatro jornadas, y un público especialmente joven: dos tercios de quienes se acercan a Landako Gunea tienen menos de 45 años. El estudio de Siadeco refuerza esta impresión, señalando que el 90% de los asistentes repite cada año y que la mayoría acude con la intención explícita de apoyar la cultura vasca y el trabajo de sus creadoras y creadores. La influencia de la feria, además, se prolonga más allá de sus fechas: las ventas, escuchas y visibilidad continúan durante las semanas posteriores.

La juventud ha vuelto a ocupar un lugar central. La Ikasle Goiza reunió a estudiantes de toda Euskal Herria, 160 autobuses llegaron a Durango, y los talleres funcionaron con una participación masiva. El sábado, Gazte Eztanda ofreció un programa específico con conciertos, concursos y actividades que mantuvieron el ambiente animado durante toda la jornada.

La joven durangarra Naroa Calleja, visitante habitual, explicó que este año ha sentido “menos agobio y más espacio para disfrutar”, una calma que, dice, ha permitido “mirar mejor los stands y moverse con tranquilidad tanto en el pabellón como en el pueblo”.

En cuanto a los creadores, para Eider Etxeandia, ‘Heitxi’, que presentaba su primer disco en solitario Berreraikitze Aroa, confesó que vivir la feria desde el otro lado del mostrador ha sido “muy bonito en todos los sentidos”. Destacó tanto la curiosidad de quienes se acercaban sin conocerla como la emoción de reencontrarse con personas a las que hacía tiempo que no veía. Afirmó haber recibido un feedback “muy positivo” del público y valoró especialmente la acogida del concierto ofrecido el viernes en Ahotsenea.

En el caso de Mintzoa, la edición ha sido más irregular. Su responsable, Aritz Otazu, reconoció que las ventas han sido “más flojas que otros años”, una percepción que comparte con varios editores. Para el navarro, aunque la afluencia ha sido similar a la de otras ediciones, la facturación ha descendido. Sin embargo, Otazu observa que las tendencias del público se mantienen firmes y explicó que “el libro infantil sigue creciendo y el cómic se consolida”. Recordó que la feria no se mide solo en ventas: “Aquí nos encontramos con librerías, bibliotecarios y lectores; es un punto de encuentro importante”.

La ampliación de espacios también ha marcado la edición. Berbagailua, dedicado al videopodcast en euskera, ha reunido una docena de proyectos muy seguidos, siendo los más exitosos BaDAbil, Benetan zabiz y Belarrijana. Atartea, en el Museo de Arte e Historia, ha recibido un flujo constante de visitantes tanto en las presentaciones como en la exposición de ilustradores y en Harien Isla, de Irati Bazeta. La oferta nocturna en Plateruena, una vez más, completó la programación con conciertos llenos.

El apunte

l Afluencia. La 60. edición confirma la solidez del modelo: miles de visitantes, dos tercios menores de 45 años y una fidelidad del 90% que demuestra que la Azoka mantiene una base estable y creciente de público año tras año.

l Juventud. Ikasle Goiza y Gazte Eztanda refuerzan el papel de la feria como espacio de transmisión cultural. La participación masiva de estudiantes y jóvenes consolidó estas jornadas como uno de los pilares del relevo generacional.

l Valoraciones. La mayoría de escritores y editoriales consultados ofrecen un balance positivo, aunque algunos señalan descensos puntuales en ventas.

l Espacios. Los nuevos escenarios –Berbagailua y Atartea– se han integrado con naturalidad en la feria, ofreciendo programación continua, presentaciones, videopodcast y exposiciones que han registrado un flujo constante de visitantes.

l Convivencia. La organización y los propios asistentes subrayan que el control de aforo ha favorecido una experiencia más cómoda y fluida, permitiendo recorrer la feria, descubrir novedades y asistir a actividades sin agobios.

Desde Elkar, la escritora y editora Antxiñe Mendizabal señaló que su novela Katona ha tenido una buena acogida y que la edición ha resultado más cómoda gracias al control de aforo: “La gente ha podido pasear por el multiusos y descubrir libros con más tranquilidad”. Reconoció, no obstante, que la reducción de jornada ha dejado algunas presentaciones fuera y ha afectado a ciertos títulos. Aun así, su valoración es positiva: “Ha sido una buena edición; el ambiente ha acompañado y el público ha respondido con interés”.

Por su parte, Jon Itzaina, del centro Ikas en Ustaritz (Lapurdi) y presente en la Azoka desde hace 40 años, describió un “ambiente inmejorable” y destacó la estabilidad en el comportamiento del público. Entre sus materiales más demandados ha vuelto a sobresalir el clásico juego nor-nori-nork para practicar los verbos, ejemplo de cómo la feria sigue siendo un espacio clave para el ámbito educativo y el fomento del euskera.

Con este recorrido, la 60. edición deja un mensaje claro: la Azoka sigue siendo un motor para la cultura vasca, capaz de atraer a nuevas generaciones y generar un impacto que se prolonga más allá de sus cuatro días. “Zorionak a todas las personas que han colaborado en la organización”, señalaron desde Gerediaga. “Sigamos impulsando la cultura y la creación en euskera a través de este hermoso festival de la cultura vasca”, concluyeron.